Los moriscos

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Habían visto la luz primera en el solar andaluz, ellos y sus antepasados; habitaron los reinos cristianos con el nombre de múdejares, pero un cruel proceso de capitulaciones incumplidas y aculturación planificada los convirtió en moriscos. Se inició entonces para ellos un calvario de bautismos forzosos o exilio. Quienes decidieron quedarse en
lo que consideraban su tierra, fueron perseguidos, obligados a exiliarse en su propia patria y esclavizados. Y cuando fueron expulsados definitivamente, a comienzos del siglo XVII, se les obligó a desprenderse de sus bienes raíces e incluso de sus hijos menores de siete años si no iban a viajar a territorio cristiano.

Este fue el periplo vital y humano de un grupo étnico y social al que se consideró extranjero en su propia tierra, al que se enajenó de su identidad idiomática, religiosa y hasta indumentaria, a quienes se obligó a dejar de ser ellos para ser otros. A pesar de adoptar esa nueva identidad, fueron perseguidos por la sospecha y el recelo continuo, por
la vigilancia y el control, porque “tenían la cristiandad presa con alfileres”.

De este grupo humano, llamado con el nombre estigmatizador de moriscos, se quisieron borrar así sus nombres y, con ellos, su memoria. Al contemplar el retrato histórico de su sufrimiento solo cabe exclamar “Ay de los vencidos”.

Intervienen: ANTONIO MANUEL RODRÍGUEZ Y FRANCISCO VIGUERAS.