Andalucía, turismo y postverdad

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Turismo de mierda, hipotecas, costa y sierra;
dale una patá y después la puerta cierra.
Llevamos muchos años en economía de guerra;
vamos a cambiarle el sentido a nuestra tierra.

“Nación del 37%”. FRAC y 11007.

La mentira y la manipulación se disfrazan con otras palabras: «postverdad» y «hechos alternativos», con el claro fin de ocultar la realidad o vender tu versión de los hechos como si fuera una verdad única e irrefutable. Hay que tener en cuenta que el discurso del crecimiento de la «turistización» de la economía andaluza se sustenta con el continuo lanzamiento a la opinión pública de mensajes estadísticos de actualidad que anuncien una coyuntura siempre positiva. 

A veces los datos más estructurales y consolidados no sirven para ese mensaje propagandístico. Las grandes presentaciones elogiosas por parte del establishment político y el oligopolio empresarial turístico vende y se adulan por los datos al alza en cuanto al PIB del sector, pero se olvidan del análisis del empleo puesto que no les es útil en su defensa y apuesta por la «turistización» sin límite.

Según el estudio sobre la hostelería andaluza realizado por CCOO Andalucía en abril del 2017; “La Cara B”, el número de turistas a Andalucía se incrementó un 13 por ciento entre 2008 y 2016, al mismo tiempo que el empleo ha disminuido un 7,74%, de forma que en el año 2016 había 2.732 personas menos trabajando en los hoteles andaluces que en el año 2008.

Ese optimismo por el crecimiento del turismo esconde una cruda realidad: el continuo deterioro en la calidad del empleo existente, basado en la inestabilidad y estacionalidad laboral, bajos salarios, intensificación del trabajo, e incremento de la externalización. Los poderes fácticos que gobiernan Andalucía llevan décadas consolidando un modelo económico basado en la precariedad. Lo que está en juego es tanto el tipo de modelo productivo, como el modelo de sociedad que estamos construyendo.

Es cierto que el turismo genera actividad económica y crea ocupación, así como es aún más cierto que las consecuencias por la apuesta de este modelo son la continúa la destrucción de empleo, así como la degradación de las condiciones de trabajo en el sector y la vulneración de derechos fundamentales. Mayor precariedad, empleo a tiempo parcial, intensidad laboral e indefensión de los trabajadores y trabajadoras no pueden dar lugar a una sociedad justa. La calidad y la sostenibilidad de la actividad turística empieza en el propio empleo y en la posibilidad de desarrollarse profesionalmente de quienes participan en toda la cadena de producción y servicios. Tenemos que tener una cosa clara que sin un empleo en condiciones decentes no es posible un turismo responsable, que repercuta en bienestar para la sociedad andaluza.

Los beneficios empresariales, que aumenta año tras año, no repercute en una subida de los salarios. En este sentido, la reciente reforma laboral aprobada por el Partido Popular, como su “prima” la anterior reforma laboral del PSOE, supone un marco jurídico que favorece a la empresa, limitando los convenios colectivos, favoreciendo la congelación salarial.

Dichas reformas materializa la desregulación y control del trabajo a tiempo parcial, este tipo de contrato se ha convertido en el más fraudulento, ya que la gran mayoría trabajan 8, 10 o 12 horas y se les da de alta en la Seguridad Social por 4, lo que significa un fraude en toda regla. A ello hay que sumar el abuso de los contratos formativos en fraude de ley, tanto el de prácticas como el de becarios como se ha podido comprobar con becarios de los chef famosos que ingresan grandes cantidades de dinero a costa de becarios sin sueldo. Utilizan a personas en prácticas, con o sin sueldo, para puestos de trabajo habituales para ahorrarse el salario de un trabajador de cualquier categoría, ejerciendo funciones impropias de un contrato formativo, cuyo objetivo es la formación.

A todo ello hay que sumarle la subcontratación y externalización a nivel del conjunto de los servicios en sectores de hostelería, y en particular, el departamento de las camareras de pisos, con el objetivo de precarizar más el empleo y no aplicar los convenios sectoriales para rebajar más aún los salarios y empeorar sus condiciones laborales.

Con la división sexual del trabajo, somos las mujeres quienes más sufre la precariedad y eso es más que evidente con el colectivo laboral de “las Kellys”. Camareras de piso, que, según los datos del el Instituto Nacional de Estadística (INE), serían 15.000 mujeres, el 30% del total de población empleada en el sector turístico andaluz. Trabajan haciendo camas y limpiando baños cobrando generalmente 2 euros por habitación mientras que la clientela paga, de media, unos 75 euros por pernoctación. Un negocio redondo.

La precariedad laboral, en sus distintas vertientes, supone una pérdida de profesionalidad e incide directamente en la calidad de la oferta turística. A esto hay que sumarle el bloqueo de los convenios de hostelería por parte de las patronales del sector a pesar de la bonanza turística. En la actualidad están bloqueados los convenios en las provincias de Jaén y Granada, en 2017 se debe negociar los convenios de Sevilla, Almería y Cádiz; y los convenios de Córdoba, Huelva y Málaga están en situación de vigencia hasta fin de este año.

Como vemos, hay muchas posibilidades de que los escenarios de crecimiento del PIB turístico no vayan acompañados de crecimientos equivalentes de empleo, sino todo lo contrario, estamos ante un escenario de pobreza laboral.

El conjunto de datos nos arroja una certeza. Tan importante es la creación de riqueza es el reparto de la misma. La lucha por la creación de empleo deberá ir acompañada de la lucha por la mejora de la calidad del mismo, en caso contrario, nos enfrentaremos con menores cifras de desempleo y, al mismo tiempo, un número mayor de pobres, de personas que no llegan a final de mes a pesar de tener empleo.