Cosas que SÍ pasan (y cosas que no) hoy en España

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Acto frente al Ayuntamiento de Sevilla de la Marcha por la libertad del pueblo saharaui.

“Hay que ver lo que pasa por ahí, en esos sitios tan lejanos y atrasados… Menos mal que esas cosas no pasan aquí, en España”… O lo que es lo mismo: “Como esas cosas ‘no pasan hoy aquí’, poco ha de importarnos el por qué de ellas, o qué nos informan aquí de cuanto por ahí sucede, o el cómo, o el cuándo se resolverá”. Y eso es lo que hay. Argumentos tan analíticos, tan abrumadores, que con ello basta para resumir por hoy. Y ahora, cambiemos de canal, o de emisora, o visitemos otra web, o pasemos página. Así podremos dedicar tiempo a repasar lo que sí pasa aquí, en España, en 2021, cosas importantes de verdad, que ya está bien de penas y de sucesos aburridos que nos la traen al pairo, cosas que, ¡bah!, allá los de por ahí…

¡Con lo que se cuece de puertas adentro estos días! Que si árbitros de fútbol consumando complots interplanetarios para perjudicar al Real de los Madriles; que si políticos y periodistas dando muestras de infinita sabiduría y de excelsa vocación pública por atender las preocupaciones de la ciudadanía a través de horas y horas de chascarrillos, insultos y burlas contra cargos políticos por cómo estos llevan o dejan de llevar el pelo; que si un grupo de nazis constituido en agencia vaciadora de casas ocupadas que incluso se lleva los aplausos de más de uno; que si lo majos que son esos deportistas o actores que anuncian campañas publicitarias de entidades bancarias buenas, bonitas, virtuosas y activas que -uy, esto no aparece en sus eslóganes- compran universidades públicas, financian empresas armamentísticas o arriman las ascuas a gobiernos que arramplan con territorios y recursos ajenos; que si “tampoco es para tanto” que los ideales franquistas estén volviendo a las instituciones o que pretendan liderar la defensa del mundo rural quienes callan ante los ahorcamientos de galgos o promueven que las corridas de toros sean transmitidas en escuelas públicas y retransmitidas por radioteleviosiones igualmente públicas; que si “ay, por el amor de dios todopoderoso, lo canijo que se está quedando Fulanito en la Isla de las Atontaciones”… ¡En fin, esas cosas relevantes que pasan aquí! Porque aquí, afortunadamente, no pasa lo que vemos por ahí lejos…

Aquí no pasa que un Estado creado antes de ayer a sangre y fuego, forrado de pasta y de armas hasta los dientes, llamado Israel, recrudezca su acción contra un país, Palestina, al que hay que borrar del mapa como sea. Total, si los magnates de los negocios y los jefes políticos de Estados Unidos y la Unión Europea -también de España- dan el visto bueno a la colonización, al robo de casas y tierras, a las estrategias paramilitares, a los asesinatos, al terror sufrido a diario por miles de niños y a mil cosas más contra eso llamado pueblo palestino, joder, será que todas esas vulneraciones de derechos humanos se hacen por el bien de la paz mundial, ¿no? Al menos, eso nos dejan caer en Antena 3, Telecinco, ABC y demás medios de la misma cuerda, para los cuales el conflicto es una guerra de igual a igual y no un genocidio ejercido por unos contra otros, y los cuales son diestros confundiendo a la peña alegando “motivaciones antijudías” y otros conceptos inconexos que entran bien en el imaginario colectivo. Y si dichos medios de referencia lo dicen…

Además, como todo eso está pasando lejos de España, ¿que más nos da? Aquí no pasa que a quien está osando echarse a las plazas para protestar contra las medidas antisociales de un gobierno atiborrado de neoliberalismo hasta las trancas, se le echen encima policías-robocop para romperles los dientes, violar sus entrañas, cerrarles los labios y vaciarles las vistas. Eso está sucediendo lejos, en Colombia, donde encima no se puede acusar a sus gobernantes de socialistas comunistas chavistas bolivarianos y esas cosas, ¡mecachis! Así que, ¿qué nos importa?

Aquí no pasa que el país que más vacunas contra la COVID-19 produce y exporta al resto del mundo, La India, esté en la actualidad siendo triturado por ese mismo virus, y que sin embargo no le quede otra que pedir las migajas a las potencias de Occidente para que le lleguen (le retornen) dosis y así salvar vidas. Qué más da, eso pasa lejos…

O aquí tampoco pasa que la gente haya demostrado, una vez más, que “el pueblo unido jamás será vencido”, dignificando la palabra democracia, lo que sí ha sucedido en Chile, la tierra de Quilapayún, donde saben un rato de pueblos unidos e invencibles. Tierra en la que las utopías no siempre se quedan en quimera, y en la que hace dos fines de semana las urnas respaldaron a “los estudiantes que saltaron los torniquetes, los que dieron su vida, los que perdieron sus ojos, los torturados… Los que nunca soltaron la calle” desde aquel octubre de 2019. Pero como ha sucedido lejos de aquí, pues ni fu ni fa…

Aquí, en la España de 2021, pasan otras cosas. Pasa que hace unos días, en Potes (Cantabria) un chico no consiguió un empleo como carpintero “por lo tuyo, tu problema…”, ser homosexual, lo cual “incomoda a mis tres trabajadores, entiéndeme”, le dijo quien iba a ser su jefe, buscando su absolución. Pasa que, otra vez, un incendio arrasa en Huelva un asentamiento de infraviviendas donde vivían 180 personas, en su mayoría migrantes, otra vez sin ofrecerse explicaciones, otra vez los autores tranquilos, otra vez policía-Junta-Gobierno pasándose la pelota, otra vez los dueños de fincas y plantaciones silbando y mirando para otro lado, otra vez un montón de personas pasándolo mal y siendo olvidadas, otra vez los derechos humanos al carajo, aquí, en Europa, en España, en nuestra Andalucía, donde en cualquier caso las víctimas no dejarán hoy de currar cogiendo esas fresas que a ellas les reportan salarios y condiciones indignas pero que nosotros comeremos gustosamente en nuestras casas. Pasa que nuestras playas mediterráneas siguen tragándose a nadadores o marineros que venían a buscar una vida mejor, individuos que, cuando no mueren ahogados y llegan a tierra firme, se topan con vallas, verjas, concertinas, deportaciones, falta de oportunidades o racismo con vox propia, racismo institucional, racismo en redes sociales, racismo en las calles. Pasa que, a la chita callando, se siguen desmantelando los servicios públicos, y si no que les pregunten a los trabajadores de la sanidad pública en Madrid, o que se llame a cualquier teléfono de la Junta de Andalucía para coger cita para lo que sea; pero tranquilos, poco a poco todo está pasando a ser gestionado por empresas privadas, máxima calidad (dicen), impecables profesionales (dicen), para toda la ciudadanía (bueno, solo para quienes puedan aflojar billetes), porque, como versa Antonio Orihuela, “las órdenes de esas poderosas empresas privadas se convierten en nuestros deseos”. Pasa que sigue siendo imposible demostrar todo lo que trabajaron las que jamás dejaron de trabajar, nuestras hoy madres y abuelas, a las que sus antiguos jefes apenas les permitieron cotizar…

Pero todo esto, aunque sí pase en la España de 2021, “tampoco tiene tanta importancia”, o “serán exageraciones de rojos malévolos, amargados y antiespañoles, que ahora quieren dar por saco” (ahora…), o, simplemente, sí pasan pero es mejor mantenerlo todo bien tapadito. Ea, y así sacuden muchos, día a día, su déspota actitud de soberbia, pasotismo y falta de empatía, su cultivada carencia de un mínimo de bondad y de interés por estudiar el contexto de ciertas situaciones. Pasando olímpicamente de unas cosas, tapando otras. Cuestiones que pasan en otros rincones del mundo, y cuestiones que pasan aquí ¿Implicarse y dejar de mostrar indiferencia ante las primeras? ¿Desprenderse de la soberbia y de los prejuicios para tratar las segundas? Qué va ome, eso no va con nosotros. Lo que sí es muy nuestro es pasar tres kilos de lo que sucede “por ahí” y opinar de “lo de aquí” en función de qué color político o económico hay detrás. Eso sí es muy de aquí, de la España de los muy españoles y mucho españoles. Y, si se piensa un segundo, resulta hasta lógico, y más en 2021, porque, si en Madrid hace nada que arrasó una gobernante que dice que “Madrid es una España dentro de España”, igual es que España es un mundo dentro del mundo… Y si estamos en la que época del individualismo, del “nosotros y lo nuestro lo primero”, y lo nuestro ya es un mundo en sí, ¡pues qué más nos da lo que pase en el resto del mundo, si nuestro mundo es otro!

Autoría: Juan Diego Vidal Gallardo. Periodista y escritor moronense. Mirada siempre atenta a la(s) cultura(s), las causas sociales, la diversidad, la igualdad o el colectivismo.