Gana el neoliberalismo

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Glenn Greenwald, poco sospechoso de conservadurismo, renunció recientemente a su trabajo en la página de The Intercept, después de considerar que un reportaje suyo había sido censurado por criticar a Biden. El consenso en la izquierda respecto de las elecciones estadounidenses es grande, razón suficiente para cuestionarlo. Es cierto que la gente tiene derecho a disfrutar una pequeña victoria sin tener que soportar agoreros. Lo entiendo y el que quiera hacerlo puede dejar de leer en este instante.

Antes de las elecciones que auparían a Trump a la Casa Blanca, el filósofo Slavoj Zizek afirmaba que la verdadera amenaza no era Trump sino Hilary Clinton. Esta afirmación no debió ser muy popular en su momento, menos después de aquellas elecciones y aún menos después de estas. Cuando vas de provocador es normal que te caigan palos de vez en cuando. Pero me parece interesante preguntarse ahora ¿qué hay de cierto en esto que decía Zizek hace cuatro años? No me cabe duda de que el resultado de la elección va a mejorar la vida de muchos grupos sociales, culturales y políticos dentro de EEUU. Pero ¿va a ser igual de beneficioso para el mundo en su conjunto? ¿Quién sabe? Al menos podemos valorar que no lo sea. Algunas razones hay para ello.

La victoria de Biden parece empujar a todas las izquierdas del mundo a una extraña comunión moral con Silicon Valley y la bolsa de NY, con Hollywood y con Netflix. Incluso Vargas Llosa se apunta al carro, prueba definitiva de que esto no puede ser bueno. La OTAN no quiere a Trump decía Nazanin Armanian en su columna de Público. Desde luego Biden solo puede venirles bien a unos aliados humillados sistemáticamente en los últimos cuatro años. La industria armamentística también puede agradecerlo. Trump ha sido un presidente menos dispuesto a iniciar guerras que sus predecesores, lo cual no lo hace bueno en ningún caso. Si recurrimos a la historia, casi todas las grandes guerras de EEUU (quitando las de la era Bush) las han iniciado los Demócratas, algo lógico, ya que su iniciativa facilita el consenso y reduce las posibilidades de que surja una fuerte oposición interna al conflicto. Siendo buenos podríamos decir que Republicanos y Demócratas matan igual, pero a los segundos les dan premios nobel por hacerlo. Eso sin duda respalda la opinión de Zizek a la hora de situar la verdadera amenaza.

La victoria de Biden también es la victoria del neoliberalismo. La elección de Biden supone un espaldarazo a las instituciones y tratados de libre comercio abandonados por Trump. Probablemente me equivoque, pero lo que más se puede esperar del nuevo gobierno Democrata es un regreso al consenso de Washington de los noventa, en torno al libre mercado como política económica indisolublemente unida a la democracia liberal. Estados Unidos sale del populismo autoritario y vuelve al buen camino de la tecnocracia liberal. El conflicto político en occidente parece reducirse cada vez más a la oposición entre un neoliberalismo cosmopolita y una reacción etno-nacionalista. ¿Realmente debemos elegir entre uno de esos dos bandos? ¿No queda sitio para alguna otra cosa?

La propia sobre-atención a las elecciones en este país lejano me parece un problema. Somos capaces de manifestarnos y desarrollar toda una serie de actos simbólicos públicos por algo que sucede en EEEUU, y por lo que sin duda merece la pena manifestarse, pero si matan a una decena de inmigrantes en Ceuta se manifiestan cuatro gatos y casi nadie se entera. ¿Nos parece más real y más cercano lo que vemos en la tele o en twitter que lo que vemos en la calle, en nuestra vida cotidiana? Me cabe poca duda. Mi impresión es que cada vez es más influyente la tradición radical de EEUU (liberalismo radical, diría) y cada vez menos nuestra tradición local de radicalismo de izquierdas iliberal. ¿Otro efecto de la guerra fría o la profundización de un colonialismo cultural de largo aliento? Utilizamos patrones norteamericanos hasta para criticar el imperialismo cultural ¿Vivimos una colonialidad de la decolonialidad?