La Fundación Blas Infante

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Al año de la muerte de Franco, Andalucía ha realizado varios homenajes a Blas Infante. Todos rodeados de polémica, improvisación e imposiciones gubernamentales, como corresponde a un régimen dictatorial en transformación aparente. Así, por citar solo algunos ejemplos, en la sede de Reforma Social Española en Sevilla se celebra uno con la asistencia de familiares del líder andalucista; el Ateneo de Málaga, en octubre de 1976, realiza otro de la mano de Juan Antonio Lacomba en la barriada de El Palo; o el Gobernador civil de Málaga, José González de la Puerta, prohibe por dos veces la celebración de un acto -el 2 y el 23 de mayo-, organizado por el Ayuntamiento de Casares.

También en ese año se recuerda, públicamente por primera vez, el asesinato de Infante en el mismo lugar donde ocurre el atentado. El 11 de agosto, a las 10 de la noche, en el kilómetro 4 de la carretera Carmona-Sevilla, se realiza un encuentro, según el diario ABC, “organizado por el Partido Socialista de Andalucía, conjuntamente con las Juntas Liberalistas de Andalucía y la propia familia de Blas Infante”. Asisten un millar de personas en un ambiente “cordial, emocionado y cálido”, e intervienen Juan Álvarez Osorio, Alejandro Rojas Marcos -quien lee un Manifiesto- y, por la familia, María de los Ángeles Infante.

Sobre la base de estos reconocimientos políticos y populares, además de otros muchos no mencionados, el 21 de enero de 1983 se constituye la Fundación Blas Infante. Esta entidad se inscribe con el número uno en el Registro de Fundaciones privadas de carácter cultural, con la firma de María de los Ángeles, en nombre de la familia, y Rafael Escuredo como Presidente de la Junta.

Y a partir de ese instante, se designa un Consejo de Patronato donde se dan cita personajes representativos de la vida política, social, empresarial, académica, docente, sindical y cultural andaluza.

La Fundación realiza desde ese momento innumerables actividades: premios, conferencias, cursos, presentaciones de libros, … y los congresos sobre el andalucismo histórico. Estos encuentros rotan bianualmente por todas las capitales de provincia andaluzas desde 1983 y por las localidades de especial relevancia para el andalucismo. Los últimos, ya se celebran en la ciudad de Sevilla. Organizan dieciséis congresos y publican catorce actas. Unas obras que componen un patrimonio documental de excepcional valor. 8968 páginas en total, sin incluir los apéndices documentales sin numerar.

Las actas de los congresos sobre el andalucismo histórico hoy representan una fuente de datos digna de estudio, porque en ellas aparecen las ponencias de investigadores tales como Manuel Clavero, Isidoro Moreno, José Acosta, Enrique Iniesta, Juan Antonio Lacomba, entre otros; dan a conocer las comunicaciones de historiadores que se acercaron al andalucismo histórico en unos años cruciales para el autonomismo; están los artículos de la prensa sobre el evento; muestran multitud de imágenes del mismo; y, por último, se publican las conclusiones aprobadas -con votación plenaria, a veces a mano alzada, otras en voto secreto- en las multitudinarias sesiones finales. Estas últimas incluyen escritos y demandas procedentes de diversos colectivos andalucistas.

Esas actas, por tanto, no se pueden observar solo desde una perspectiva puramente académica, a la búsqueda del dato necesario, sino también como fiel evidencia de una sociedad que entendía los congresos como foros cívicos de encuentro y expresión pública de las sensibilidades andalucistas del momento. Estos textos no solo poseen ese carácter universitario, académico; también se completan con la aportación emotiva, popular, cívica, de personas no relacionadas con la universidad y con la Academia. Esas 9000 páginas lo demuestran. A la intervención del catedrático, le sucede un pequeño comerciante -por ejemplo- quien expone su comunicación sobre su personal interpretación de la realidad o la historia de Andalucía. Y así, cada dos años, desde 1983 hasta 2018. Casi 300 autores, y una cifra mucho mayor de asistentes. Un valioso compendio de testimonios inéditos para nuestra Historia.

La Fundación también posee una larga lista de libros. No solo casi toda la obra de Infante, sino también trabajos de diversa índole relacionados sobre el andalucismo histórico o sobre cualquier otro ámbito de Andalucía.

Hoy, tras 37 años de existencia, la Fundación Blas Infante sobrevive. Lo hace a pesar de la hipocresía de muchos que elogiaban su valor y su trayectoria, pero a continuación recortaban cruelmente su presupuesto. Sigue trabajando a pesar del menosprecio en algunos corrillos universitarios, o de aquellos iluminados que piensan que solo ellos lo hacen todo bien. Es más. Ahora se ha añadido un nuevo socio a ese club. Esa ultraderecha del siglo XXI, sucesora de la “derechona” antidemocrática española de toda la vida, a la que se la ve venir de lejos.

Ya va siendo hora de realizar un reconocimiento al trabajo de la Fundación. Obviamente, como toda labor humana, se han cometido errores. Pero en el “haber” de esta institución aparecen muchos más apuntes que en los “debe”. Es hora de alabar sus esfuerzos. Los hechos y los datos así lo demuestran.