La ley del mínimo común denominador estético o la pandemia hecha espectáculo

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El sociólogo Alberto Moncada desarrolla en su libro “Manipulación mediática. Educar, informar o entretener” la relación directa entre negocio, entretenimiento de masas y explotación de los sentimientos más elementales, alcanzables y compartidos por una amplia mayoría de la población.

Los que aún seguís con ánimos el culebrón de noticias en torno a las vacunas, tenéis en este análisis de Moncada la explicación a que el torrente de este tipo de noticias sea inagotable. Mientras el consumo mayoritario de informativos siga motivado por la preocupación de la salud, la guerra mediática estará servida, a diario, porque hay negocio en la comunicación de masas cuando se toca la fibra sensible. A diario también seguirán apareciendo cadáveres.

Esta descomunal preocupación colectiva colapsa administraciones públicas, responsables políticos, también a técnicos y científicos, consiguiendo con ello impedir que se dedique el suficiente tiempo y energía a trazar un camino de recuperación social y económica de esta situación sobrevenida que está haciendo crecer un mundo más desigual en el que la pobreza se aferra como una garrapata a la vida de demasiadas familias andaluzas.

Se esperan los fondos europeos como un maná salvador, sacos de esperanzas se están llenando porque los hombres de negro esta vez van a venir cargados de dinero, pero en el envés del billete crece la probabilidad de que se nos vaya por las alcantarillas. La UE dotó los fondos en julio de 2020. El gobierno del estado publicó su estrategia en octubre, se presentó en el Congreso en abril. El consejo de ministros aprobó el plan el pasado martes, ahora se envía la propuesta a la Comisión y mientras tanto el gobierno de Moreno Bonilla se ha limitado a anunciar que hará un reparto de los proyectos entre las grandes empresas. Nula participación social, opacidad, oscurantismo, secretismo.

Refriegas periódicas sobre los criterios de reparto. Hay que volver a decirlo: Los fondos de recuperación y resiliencia no tienen un reparto territorial. Es estéril ese debate. Hay que trabajar en proyectos que permitan la transición verde, la movilidad sostenible, la innovación de procesos e industria. A lo que hay que dar respuesta es a los programas tractores de inversión y a la puesta en marcha de las grandes reformas que necesitamos y que la UE está solicitando que se emprendan con estos fondos. El gobierno andaluz sigue saturado, inmóvil, colapsado por la presión mediática de las vacunas. Inexplicable. Injustificable.

Agotada, por absurda, la batalla de los fondos de la Política Agraria Común, una vez que se sabe que Andalucía no se verá perjudicada en el reparto, los intereses partidistas buscan un nuevo motivo de refriega, todo apunta a que será sobre el dinero que le toca a Andalucia de los Next Generation. Algo absurdo técnicamente, pero rentable a los intereses de partido. Todo hijo de vecino que ha ido a pedir un préstamo a una entidad bancaria, sabe que la pregunta a la que hay que tener preparada la mejor respuesta es ¿para qué quiere usted el dinero?

Y para esa pregunta el gobierno de Andalucía no tiene respuestas adecuadas, porque lo de la “revolución verde” da para lo que da, porque lo del impulso de la minería, mejor no decirlo, porque las políticas de movilidad y energía sostenible solo están en el papel, porque la ley de economía circular sigue sonando a futurible abstracto, porque lo de acciones para mantener vivo el medio rural, frenar el calentamiento global, implantación del pacto verde europeo, las estrategias de la granja a la mesa o Biodiversidad 2030, siguen siendo temas raros en los despachos de consejeros y directores generales.

Y, singularmente, los fondos europeos de recuperación y resiliencia son para reforzar las acciones públicas en esos temas. Hasta ahora la caja negra de San Telmo no dice, no opina, no publica, no deja participar, no implica al tejido empresarial y los agentes sociales a pesar de que se le reclama desde hace meses. Ellos siguen empeñados en su máximo y prioritario objetivo, repetir presidencia en Andalucía sin ocuparse de los grandes retos colectivos de Andalucía. Tienen ocupaciones y preocupaciones propias que poco tienen que ver con lo que necesita Andalucía. A estas alturas poco pueden defender de los cantos de excelencia que prometían.

Entre los méritos atribuibles está el hecho de que han conseguido aguantarle el pulso a la empresa Pagés, eso sí hay que reconocerlo, así que, por vergüenza torera, es momento de exigirles que se olviden por un rato de sí mismos y hagan aquello que tienen encomendado, defender Andalucia y llevarla al lugar que se merece.