¿Móviles en los IES?

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Los centros de secundaria llevan mucho tiempo siendo un fiel reflejo de la sociedad que acogen y representan. Las nuevas tecnologías, entre las que destaca de forma especial el uso del móvil, han irrumpido de una forma tan rápida y arrolladora que dejan a una buena parte de la gente desorientada, sin luz, como los girasoles ciegos. El debate sobre la utilización del móvil en los IES los ha inundado. Por un lado, existe la tendencia a fomentar el uso del móvil propio del profesor/a para pasar lista, evaluar los famosos criterios o, los más vanguardistas, utilizar las numerosas aplicaciones educativas para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Además, el uso de esta nueva tecnología en la vida ordinaria se ha convertido en algo tan habitual como imprescindible. Por otro, el uso compulsivo del móvil por parte de algunos alumnos ha generado grandes problemas para la convivencia en estos centros. En Francia, de tradición jacobina y donde el estado siempre ha ejercido de cielo protector han optado por la tremenda y han prohibido el uso de los móviles en los centros educativos. En España a nivel institucional no se ha legislado nada. En Andalucía, algunos centros han optado por la misma medida que en Francia y muchos de forma tan radical que no se permiten ni en los cambios de clase, ni en los recreos.

Las razones que esgrimen partidarios y detractores de la decisión son amplias y variadas, aunque intuyo que son mayoría los que piensan que son más perjuicios que beneficios los que aportan la utilización de ellos por parte del alumnado, utilizando como argumento impepinable los peligros de adicción y que entre los hijos de los popes mundiales informáticos se está imponiendo el mundo analógico. Los menos piensan que si bien hay que buscarle cierta regulación, la cuestión no se soluciona con la prohibición total y radical de los mismo, al igual que los luddistas no arreglaron sus problemas quemando las máquinas que al principio de la revolución industrial las culpaban de todos sus males. Creen que los avances tecnológicos son positivos, que los móviles son una realidad que ha llegado para quedarse y que la historia demuestra que estos avances han permitido mejorar el bienestar de la humanidad.

Por desgracia estamos ante un asunto tan visceral que no admite un debate y una reflexión sosegada y profunda. No obstante, el tiempo, ese juez inexorable, quitará y dará razones. Por lo que respecta al que suscribe opino que en el proceso de enseñanza-aprendizaje en el que interviene toda la Comunidad Educativa la centralidad debe recaer en el alumnado, precisamente el sector que menos se tiene en cuenta su opinión, además de tenerlos completamente desorientados, como los girasoles ciegos, pues le mandamos evidentes mensajes coincidentes en el tiempo de lo positivo y negativo que pueden ser estos. En otros temas como la violencia de género o el cambio climático ellos lo tienen más claro que los adultos, como demuestran sus recientes movilizaciones por esos motivos.

En estos momentos en que la clase política no ha sido capaz de ponerse de acuerdo para que no haya nuevas elecciones y ahorrarnos unos 170 millones de euros que se podrían invertir en educación y sanidad por ejemplo, se alaba mucho el espíritu de la Transición donde las dos España de toda la vida supieron ponerse de acuerdo, hicieron realidad la palabra mágica: CONSENSO. Uno de los principales escollos se presentó en octubre de 1978, cuando saltó el problema de la educación concertada. UCD defendía el derecho de libertad de los padres a la educación de sus hijos y por tanto que el estado se encarga de sufragarla. El PSOE se oponía rotundamente, con el argumento de que el estado debería encargarse exclusivamente de la educación pública. Alfonso Guerra y Abril Martorell llegaron a un acuerdo cuando el sevillano impuso como contraposición la aparición  de los Consejos Escolares en la Constitución  que aportaran funcionamiento democrático y autónomo a los centros. La enseñanza concertada se ha consolidado y creo que los Consejos Escolares no terminan de ser el verdadero órgano democrático que toma las grandes decisiones en los centros. A veces pienso que en la Transición, sobre el postureo del consenso, dominó la imposición de un bando sobre otro. Pero los Consejos Escolares es una institución que existe y se podrían utilizar para llevar a cabo un debate sereno y profundo sobre la utilización del móvil en los IES, partiendo de la centralidad del alumnado y de paso poner un poco de luz en este tema de las nuevas tecnologías, ya que estamos desorientados, como los girasoles ciegos. El libro que ya no se lee en Segundo de Bachillerato.