Organizaciones bicicleta

509

La atomización en los sectores productivos se considera una debilidad. Las empresas pequeñas, sustentadas en demasiadas ocasiones en un nombre y dos apellidos tienen supeditado su éxito a la salud del promotor si este no es capaz de expandir los objetivos del proyecto más allá de su persona.

En Andalucía tiene esa característica la inmensa mayoría de las organizaciones. Más del 95% son empresas se componen de menos de diez personas. Según el Instituto Andaluz de Estadística, el 63,1% de las empresas andaluzas no tienen asalariados, el 28,1% tiene entre 1 y 5 personas, el 6,5% tiene de 6 a 19 trabajadores y sólo el 2,3% de las empresas andaluzas tienen más de 20 trabajadores.

El funcionamiento, la dinámica de las organizaciones pequeñas, no puede ser de otra manera, es muy diferente a las medianas o grandes. Y las personas que participan en ellas deben ser plenamente conscientes de la realidad para encontrar su ubicación, su utilidad, para asumir su responsabilidad.

Una organización mediana o grande puede considerarse como un autobús. Hay muchos asientos y las opciones donde colocarse son mayores. Se puede optar por ir en la parte delantera para ir aprendiendo de lo que hace el conductor, para ver cómo se acercan los baches, las curvas, los semáforos. Para disfrutar del paisaje a lo lejos. Para conocer los kilómetros que faltan hasta el destino y las posibles incidencias en la ruta. Esquivar las posibles imprudencias de otros conductores o evitar cualquier obstáculo imprevisto.

Situarse en lugares intermedios, más a resguardo, pero teniendo hilo directo con lo que sucede delante, prestos a ayudar si hace falta, cercanos a la salida. O en los asientos traseros, para echar una siesta, para charlar de otras cosas, para escaquearse. En el autobús hay sitio para muchos y cada pasajero tiene la opción de jugar un rol y asumir diversos grados de compromiso profesional y personal. El autobús seguirá su marcha siempre que se mantenga un mínimo equilibrio y haya personas dispuestas a estar en la parte delantera y pilotarlo para que no sufra una avería, o a lo peor, un fatal accidente.

En las organizaciones pequeñas hay menos opciones, todo se nota más y se está más al descubierto. En la mayor parte de los casos, el depósito de combustible es muy pequeño y puede que ni tan siquiera tengan chasis para amortiguar los golpes. Son organizaciones bicicleta. Van a menor velocidad, su estructura es más frágil, los dispositivos, los recursos, la fuerza motriz y medios con los que se cuentan son los justos. Entidades en las que si se deja de pedalear, se caen al lado. Requieren por tanto un mayor esfuerzo y compromiso.

A la vez, ofrecen, si se tiene la adecuada motivación y sincronización con los objetivos, enormes satisfacciones y proyecciones personales y profesionales. Sólo hay que estar dispuesto a que dé el aire en la cara.

Las dificultades, las enfermedades, las crisis son más severas con los más débiles, se ceban especialmente en los pequeños. Así está volviendo a ocurrir en la derivada económica de la COVID19. Más de 90.000 empresas cerraron en España los primeros cinco meses de pandemia. Este último trimestre del año va a ser demoledor con el pequeño empresario que está viendo agotadas sus reservas y sus posibilidades de salir adelante.

Ahora no se trata de volver atrás. Es un error tratar de restablecer la posición anterior al COVID. La pandemia ha dejado claras las debilidades de las complejas cadenas de valor en un entorno de creciente incertidumbre. No elegimos las circunstancias en las que hemos de vivir, pero son ellas las que nos obligan a decidir. Y es la hora de seguir delante de una nueva manera. Se trata de avanzar, de ganar nuestro futuro. Toca reforzar las capacidades y es necesario tomar conciencia y que estamos ante un escenario que requiere cuatro grandes transformaciones: la digitalización, la transición ecológica, la igualdad y la cohesión social y territorial.

En esos retos, que son de todos, las pequeñas empresas andaluzas pueden tener, si agudizan el ingenio, si siguen pedaleando, una fantástica ventana de oportunidad. Porque las pequeñas empresas son más versátiles, más ágiles, más adaptativas, más innovadoras, más eficaces en el 1&1. Porque afortunadamente tenemos un marco normativo y social estable, Andalucía es referencia en producción ecológica, en calidad de productos y servicios, el lugar idóneo para el despliegue de la reconversión energética al sector renovable, la cobertura digital es adecuada, la capacitación de la nueva generación es inmejorable.

Es la hora de pedalear, en sentido estricto y figurado. Tomar la bicicleta como vehículo esencial, por nuestra salud, por lograr ciudades y pueblos más amables y humanos, por imprimir un ritmo y estilo de vida acorde a nuestro sistema vital, que nos ayude a fortalecer los equilibrios propios, con nuestros vecinos y amigos, con la tierra que nos da de vivir. Pedalear en nuestras empresas y entidades, que, con independencia de su tamaño, hoy son todas un poco más organizaciones bicicleta. Asumiendo nuestra cuota de responsabilidad, porque es tarea de todos salir de esta, recordando en todo momento que, si dejamos dar pedales, es del todo probable que nos caigamos al lado.