Quién fuera cajero automático

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indigente, sin hogar duerme en cajero automático, Badajoz.

Un cajero automático está compuesto por un sistema electrónico e informático, una impresora interna, algunos plásticos, metales y poco más. Puede estar al aire libre o encerrado tras unas cristaleras de la típica entidad bancaria. Se suelen utilizar tarjetas de plástico o chips para realizar operaciones con este intermediario. Por norma general los y las usuarias de cajeros automáticos no conocen en realidad con quién interactúan. Los responsables de la banca, el poder bancario, parece que es un fantasma translúcido que se supone que en algún sitio estará, pero desde luego no se pasa por los cajeros a hacer las operaciones y las delega en una máquina o en los y las trabajadoras. No hace falta ser un filósofo griego para saber que en realidad la banca roba de muchas maneras y que es uno de los actores del poder financiero que hace lo propio. Desde luego, los bancos no se fundaron por un acto filantrópico aunque en sus anuncios publicitarios parezca que se desvivan para solucionarnos la vida aunque no nos conozcan ni les importemos una mierda.

Detrás de todos y cada uno de ellos se encuentran personas pertenecientes a una clase que manda mucho más que cualquier teatro de democracia burguesa, que además es subvencionada por ellos, incluidos la mayoría de partidos, periódicos o cadenas televisivas. Por no decir todas de una forma u otra. Por eso, entre otras cosas, casi siempre todo queda en casa tras las diferentes funciones.

Un cajero automático (también pasa a menudo con los contenedores de basura) tiene muchos derechos en Andalucía. Ya le gustaría a mucha gente tener tantos derechos. Y como alguien le toque un pelo (o un cable en este caso), las mayores de las condenas cual justicia divina caerá del cielo de los juzgados que para no variar también están patrocinados por los mismos.

En definitiva, que los banqueros, los bancos y sus cajeros automáticos son indispensables para que el robo legal y organizado del capitalismo funcione. Sin embargo, la gente sin hogar no lo es. Y si tiene que morirse mientras duerme en un cajero o cerca de él, pues allá él o ella. Nadie va a condenar a los que roban legalmente, ya que eso sería ilegal. Y lo ilegal ya se sabe que no tiene ningún derecho.

En este último año han muerto varias personas sin hogar tiradas en las calles de Andalucía (Córdoba, Granada, Huelva, Sevilla,..). Algunas dentro de un cajero concretamente, otras en la parte de afuera de otro. Morir así no es como que te caiga un tiesto en la cabeza mientras paseas, es más parecido a que la policía te abra un boquete en la cabeza, que no pasa nada. Si te cae un tiesto igual acaba detectándose imprudencia en algún balcón.

Los recortes sociales, vivir a la intemperie porque se han acabado las opciones, tener un pseudo-albergue para personas sin hogar, que sólo permite estancias de cortos periodos de tiempo en un largo lapso temporal y que fuerza a salir a la calle a quienes necesitan este alojamiento aunque queden plazas vacías, no tener acceso al empadronamiento, hacer desahucios y para más inri no tener alternativa habitacional a las familias desahuciadas es lo democrático en la Andalucía del PSOE-PP y de los edificios ocupados desmantelados industrialmente. Claro que si el desmantelamiento no fuera tal, también sería ilegal que las trabajadores y trabajadoras tomaran lo que es suyo.

El caso es que lo importante son los bancos, las paredes mudas y desalojar casas ocupadas y personas con deudas hipotecarias y de alquiler. De toda la vida la especulación ha sido legal, así como que mueran tiradas en la calle las personas sin hogar. En eso consiste casi todo, básicamente para que los cajeros automáticos puedan tener una larga vida mientras que la clase política cada vez se parece más a un anuncio de publicidad bancaria.