Tras las elecciones autonómicas (I)

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CÁDIZ, 19/06/2022.- La candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía por Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, valora los resultados de las elecciones, hoy domingo en Cádiz. EFE/Román Ríos.

Quienes achacan el hundimiento, en las elecciones autonómicas, de lo que llaman «las izquierdas» a «la fragmentación» de esta, al no ir todas las organizaciones que dicen serlo en una misma papeleta, olvidan dos cosas: que «la derecha» también iba dividida (y sin embargo ha arrasado el PP de Moreno Bonilla) y que, siguiendo su razonamiento sobre «la izquierda», toda ella debería haberse incluido en una misma papeleta encabezada por el PSOE, ya que consideran a este como parte de la izquierda a pesar de que ese partido es columna vertebral del Régimen del 78 y encarnó durante 37 años el unipartidismo modelo PRI mexicano en Andalucía, con las consecuencias que seguimos sufriendo hoy a través del continuismo que han significado los tres años y medio de gobierno encabezado por el PP.

Lo que realmente molesta a quienes claman constantemente por la ¡Unidad! de todos cuantos se sitúan a la izquierda del PSOE es que alguien se interponga en su objetivo de ser subalternos necesarios del PSOE en gobiernos municipales, de comunidades autónomas y del estado, a sabiendas de que esos gobiernos responderán siempre a las políticas psoístas, que no traducen precisamente los valores de izquierda. Es para esto para lo que piden o incluso exigen ¡Unidad!, aduciendo el interés de las clases populares, del feminismo, del ecologismo y ¡hasta del andalucismo! Y descalificando a quienes no aceptamos la supuesta obligación de seguir esa lógica que a lo que realmente conduce es a la total aniquilación de la izquierda.

No pertenezco a Adelante Andalucía y he criticado en su momento alguno de los que he considerado errores de esta organización todavía en fase de formación. Pero me indigna que los muy parcos resultados de IU-Podemos-Más País quieran esconderse achacándolos al rompimiento de la ¡Unidad! por parte de los Anticapitalistas de Teresa Rodríguez, de Izquierda Andalucista, de Defender Andalucía y algún otro grupo integrante de Adelante. ¿Andalucía no tiene derecho y, más aún, necesidad de tener organizaciones políticas propias, al igual que sucede en las otras nacionalidades del Estado? ¿También en esto tenemos que seguir siendo una colonia en la que solo caben delegaciones de partidos de la metrópolis? Otra cosa es hasta qué punto el andalucismo de Adelante sea o no el adecuado para transformar realmente este país nuestro y cooperar a la activación de la conciencia política del pueblo andaluz, actuando de abajo arriba, como debería ser, y no al contrario como hacen los demás. Veremos.

Lo que sí comprobaremos pronto es cómo los grupos que se han presentado como «Por Andalucía» olvidan este nombre impostado y se convierten en «Por Yolandadíaz». A Sánchez y el PSOE les es urgente contar con una fuerza política de cierta importancia a su izquierda con la que poder pactar tras las elecciones generales si tuvieran ocasión, haciéndolo, de seguir gobernando. Siempre que esa fuerza sea dócil o, al menos, tenga las mismas tragaderas que los partidos que hoy se sientan, junto al «socialista» (?) en la mesa del Consejo de Ministros.

En cualquier caso, pienso que es bueno que un partido andaluz vuelva al parlamento, aunque sea de forma modesta, tras varias legislaturas en las que solo han estado presentes partidos estatales. La responsabilidad que han adquirido Teresa Rodríguez y Maribel Mora es grande y los obstáculos y piedras en su camino lo serán aún más. Deseo que su trabajo en las instituciones no las desvíe de la tarea principal: cooperar en la activación de la conciencia política de las andaluzas/ces y señalar sin ambigüedades donde están las raíces de los problemas estructurales («dolores» los llamaba Blas Infante) que continúan asfixiando a nuestro pueblo. Porque no es suficiente con denunciar los síntomas sino que es preciso realizar diagnósticos certeros y prescribir los tratamientos adecuados. Para actuar colectivamente en consecuencia, no solo, ni quizás principalmente, en el parlamento.