Contra la represión patriarcal ¡amnistía social ya!

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¡Y tú me hablas de violencia!

“Es toda una experiencia vivir con miedo ¿verdad?.Eso es lo que significa ser una esclava» (Adaptación de dialogo de Blade Runner)
Nuestro imaginario de la represión es un policía pegándole a una manifestante, nuestro imaginario de la represión es un hombre luchador que va a la cárcel, nuestro imaginario de violencia machista es un hombre pegándole a una mujer… Nuestros imaginarios están colonizados. Tenemos que ampliar nuestros conceptos de represiones, de violencias, y de luchas.

La represión empieza mucho antes de la multa, el control, la vigilancia, la sanción, el golpeo, el encarcelamiento… esa no es más que una de las fases de vivir en un estado continúo de represión y la represión patriarcal la mayor de las represiones. La represión patriarcal actúa en el espacio público/privado  discriminando a todos los cuerpos que se salen de la heteronormatividad impuesta. El patriarcado reprime actuando en lo económico, otorgándole a cada cuerpo un género y a cada cuerpo/género una función social asociada a un estrato económico especifico, Las personas gordas no pueden trabajar en tiendas de ropa de moda y en muchos lugares de cara al público, el sector de los cuidados (atención a personas mayores, a niñxs, limpieza…) está ocupado principalmente por mujeres que permanecen en condiciones inferiores a las de cualquier otro empleo, ciertos cuerpos son especialmente valorados para la prostitución… El Patriarcado reprime en la cultura, haciendo invisible a más de la mitad de la población.

Las represiones y sus violencias muestran mil rostros y formas pero se ceban especialmente en los cuerpos identificados por la sociedad como femeninos. En datos muy sangrantes:

  • El 70% de las personas que viven en la pobreza son mujeres.
  • Las mujeres de los países empobrecidos no poseen ni el 2% de la tierra cultivable, pero producen el 70% de los alimentos.
  • El 70% de las mujeres asesinadas en el mundo lo son a manos de sus parejas. -La violencia de género es la principal causa de muerte o discapacidad de las mujeres de entre 16 y 44 años.
  • De 870 millones de personas analfabetas más de 500 son mujeres, es decir que 2 de cada 3 personas analfabetas en el mundo son mujeres.
  • Más de 150 millones de niñas menores de18 años han experimentado actos de violencia sexual y explotación.

Hoy más que nunca se hace necesario visualizar estas represiones contra las mujeres y la feminidad, así que no podemos hablar de violencia y represión sin hablar de la Feminización de la Pobreza, una de las caras más visibles de la estructura patriarcal. Y en consecuencia tenemos que hablar de la otra cara de la realidad, la masculinización de la injusta acumulación de las riquezas. Bill Gates, Carlos Slim, Amancio Ortega, Warren Buffet, Larry Ellison, Charles y David Koch, Jim Walton… Todos Hombres, Blancos, Heterosexuales, de mediana edad, occidentalizados, de cultura Judeocristiana, representan la flagrante acumulación de 62 personas multimillonarias frente a la mitad de la población en estado de severo empobrecimiento económico. Así como se criminaliza a las empobrecías por el mero hecho de serlo, se reprime en un sentido muy amplio a las mujeres, trans, lesbianas, queer… por su feminidad y/o por salirse de la heteronormativa impuesta por el patriarcado controlador de la vida.

Es claro que las mujeres sufren más tipos de represiones, sexuales, obstetricias, morales, estéticas, sociales… algunas están estructuralmente explicitas en el marco legislativo, como pasa con las restricciones en las leyes del aborto, y otras están implícitas en la propia cultura. Seguramente no se pueda amnistiar todas las represiones que han ejercido de forma estructural los dispositivos amparados por la legitimidad de las Ciencias Sociales. Pero si que podamos al menos reconocer que en el marco represivo, es importante destapar también el papel de policía social que ejerce parte del cuerpo de los servicios sociales, jugando con el palo y la zanahoria o asustando con la retirada de menores a las mujeres más empobrecidas.

Se reprime desde dentro marcando tu cuerpo con un sexo y un género, se reprime con violencia médica y se reprime empastillando a la que necesita controlar sus “nervios” o estados de ánimo consecuentes de lo precario, se reprime arrebatando la autonomía económica, se reprime teniendo que tener miedo a la continua violación del hombre, se reprime asumiendo desde que se nace que se es menos fuerte e inteligente que el resto, se reprime no teniendo las mismas oportunidades, se reprime cuando no se tiene en cuenta la voz de más de la mitad de la población, se reprime sujetando a las mujeres a un papel de reproducción de la vida… Para hablar de desobediencia necesitamos entender la inseguridad continua que el sistema civilizatorio, capitalista, patriarcal y colonial ha inoculado e introyectando en las personas y especialmente en las mujeres a través del miedo.

Del Franquismo al nuevo régimen. Más de lo mismo.

El miedo global
Lxs que tienen empleo sufren del miedo a perder el empleo.
Y lxs que no tienen empleo pasan miedo de no encontrar nunca un empleo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Lxs automovilistas tienen miedo a caminar y lxs peatones tienen miedo de ser atropelladxs.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Lxs civiles tienen miedo a los militares. Los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerra.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones y miedo a los policías.
Miedo a la puerta sin cerradura.
Al tiempo sin relojes.
Al niño sin televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para dormir y a la mañana sin pastillas para despertar.
Miedo a la soledad y miedo a la multitud.
Miedo a lo que fue.
Miedo a lo que será.
Miedo de morir.
Miedo de vivir.
(Adaptación del poema de Eduardo Galeano- El Miedo Global)

El que la represión se dé una forma distinta en las mujeres no es algo nuevo, durante el franquismo las mujeres sufrían algunas represiones específicas. Eran desposeídas de todo hasta de su propio cuerpo. Al depender económicamente de su marido, si este iba a la cárcel, las mujeres tenían que someterse por muchísimo menos de lo mínimo para poder sacar a duras penas a ella misma y su familia. No solo es que tuvieran que mal vender o que les arrebataran las pocas pertenencias (vivienda, alguno pequeño terreno, joyas, ropas…) que pudieran tener sino que además se veían abocadas a tener que dejar a sus hijxs a gente de clases acomodadas. El caso de bebes robados, perdidos o “donados” de las mujeres más pobres a las de las clases pudientes, no es un suceso del pasado es algo de viva actualidad. Además del control de los cuerpos de las mujeres, la represión en las mujeres siempre tuvo un componente moral, el de la mala madre y la roja que la rapaban y le daban aceite de ricino para colocarla en mitad de la plaza del pueblo y que sirviera de escarnio para aleccionar al resto de la población.
En los últimos 50 años, lo que se ha conocido como las ciencias de la salud, han jugado un papel fundamental en las represiones a la mujer, primero desposeyéndolas, privatizando o criminalizando conocimientos de las sabidurías populares. Conocimientos que la mayoría de las veces acumulaban las mujeres. En segundo lugar obligando a la población y principalmente a las mujeres el tener que delegar la salud a los técnicos y demás autoridades, normalmente hombres. Un ejército de psiquiatras, psicólogos, médicos… bien pagados por las multinacionales farmacéuticas como Bayern. En tercer lugar se medicaliza a la sociedad, exagerando enfermedades y creando nuevas enfermedades, desnaturalizando la vida y las necesidades de los cuerpos. Se genera una sociedad enferma, desposeída del control de su propia alimentación, cuidados y salud, hiperdependiente del mercado de las sustancias químicas de grandes marcas que tienen en su control con su mano derecha la alimentación (Monsanto) y con la mano izquierda la cura de las enfermedades (Bayern). Ciertamente para que las mujeres puedan aguantar el complejo mundo hostil que los hombres han creado, es lógico que se les cree la necesidad de tomar toda clase de medicamentos que las aduerman, y las paralicen.

Evidentemente dentro de las mujeres no se viven las opresiones por igual. Las migrantes que ha tenido que sufrir diferentes colonizaciones, que viven ocultas en los márgenes de la sociedad tiene que sufrir la represión policial cotidiana. Las que viven en las periferias y en ambientes rurales frente a las que habitan los centros urbanos, no tienen las mismas circunstancias ni las mismas vulnerabilidades. Las que han cuestionado los estrechos márgenes del genero y la sexualidad impuesto por la sociedad heteronormativa. Las mujeres gitanas criminalizadas desde hace siglos por tan solo pertenecer a una etnia y una cultura, han sufrido holocaustos de forma silenciosa. Pero en ellas también hay conocimientos de resistencias, de cómo tejer apoyos mutuos en la clandestinidad. En este caso visualizarse no significa fragmentar, de eso se han encargado bien las políticas de Servicio Sociales, y todo un equipo técnico de disciplinamiento y control continuo sobre las mujeres más empobrecidas. En esta cuarta guerra mundial en la que estamos ellos van a seguir promoviendo la cruenta lucha de las de abajo contra las de más abajo, quieren que ejerzamos la represión entre nosotras mismas. Que les facilitemos el trabajo, que seamos verdaderxs “ciudadanxs policías” en su estado policial fascistoide.

¡No estamos todas faltan Las Presas!

La cárcel patriarcal. La cara oculta de la represión.
Las cárceles, los CIES, los centros de menores… no dejan de ser un nodo significativo más del circuito de las cadenas de la represión social continua que contra nuestros cuerpos se ejercen. En estos contextos se reproduce y en ocasiones de una forma más ampliada lo que ocurre en el cotidiano de nuestras sociedades, malos tratos, violencias, aislamientos, chantajes… La fiscalización de los cuerpos femeninos y sus conductas tiene una carga mayor y mucho más moral que la de los hombres. La “mala mujer” es un estereotipo con unas connotaciones distinta al “hombre malo” que sería la correspondencia ya que en la cárcel los hombres de alguna forma pueden seguir desarrollando su rol social, sin embargo para las mujeres la cárcel implica una total ruptura con su construcción social. Las mujeres empobrecías que dan con sus cuerpos en la cárcel sufren la pena de forma desigual respecto al género masculino, algunas realidades que lo refleja son:
A las reclusas se les impone un régimen de convivencia sin respetar edad, tipología de delito, se mezcla a presas preventivas y condenadas… además en espacios muy reducidos con lo cual sufren de hacinamiento.

En sus módulos sufren de la inaccesibilidad a espacios exclusivos para los hombres, como por ejemplo las bibliotecas o los polideportivos. Gozan de menos recursos y dificultades para el acceso a la enfermería. Se les da el mismo trato que los hombres en cuanto a cacheos, registros y vigilancia, cuando está comprobado que el nivel de conflictividad es más bajo y hay escasos delitos con violencia En las cárceles hay una división estereotipada de los talleres, y los destinados a las mujeres suelen estar relacionados con la costura o la estética con lo cual significa que los hombres cuentan con una oferta más amplia.

Las mujeres en las cárceles son más sancionadas. Sanciones leves: un 3,65% de presos hombres han recibido sanciones leves, frente al 5,58% de mujeres. Sanciones graves: el 48’08% de hombres frente a un 59,2% en mujeres. Sanciones muy graves: 22,19 en hombres, 24,36% en mujeres.

En cuanto a cargas familiares, las mujeres de alguna forma siguen siempre estando ligadas a los cuidados y la crianza, frente al total desentendimiento de los hombres, tanto dentro de la cárcel como una vez fuera del régimen carcelario.

Las cárceles no son el final de nada, son el infierno con el que asustar a toda la población. Las cárceles son el campo de concentración tras haber provocado la guerra de las pobres contra las pobres. Las cárceles son los vertederos sociales que reflejan la enfermedad de nuestras sociedades.

Amnistía Social y muchísimo más…

“Ser gobernada significa ser observada, inspeccionada, espiada, dirigida, legislada, regulada, inscrita, adoctrinada, sermoneada, controlada, medida, sopesada, censurada e instruida por los hombres que no tienen el derecho, los conocimientos ni la virtud necesarios para ello. Ser gobernada significa con motivo de cada operación, transacción o movimiento, ser anotada, registrada,  gravada, sellada, medida, evaluada, sopesada, patentada, autorizada, licenciada, aprobada, aumentada, obstaculizada, reformada, reprendida y detenida. Es con el pretexto del interés general, ser abrumada, disciplinada, puesta en rescate, explotada, monopolizada, extorsionada, oprimida, falseada y desvalijada, para ser luego, al menor movimiento de resistencia, a la menor palabra de protesta, reprimida, multada, objeto de abusos, hostigada, seguida, intimidada a voces, golpeada, desarmada, estrangulada, encarcelada, fusilada, juzgada, condenada, deportada, flagelada, vendida y por último, sometida a escarnio, ridiculizada, insultada y deshonrada. ¡Esto son sus gobiernos, esto es su justicia y esto es su moralidad”. (Adaptación de texto de J.S.Proudhon)

Despenalizar/Descriminalizar el empobrecimiento y la exclusión, es sin duda de alguna forma despatriarcalizar la marca de nacimiento que llevan los cuerpos no hegemónicos. Lo que la Amnistía Social podría aportar a los movimientos feministas y LGTBQ es la ruptura con imaginarios hegemónicos de la represión, para abordar la represión desde la propuesta y no solo desde la defensa. La Amnistía Social como los Feminismos Comunitarios pone en el centro a la comunidad y sus procesos y no las luchas individualistas, segmentadas, parcializadas… En concreto escogeremos dos artículos de la propuesta para salirse del marco legal que machaca nuestros cuerpos y nuestro tejido social.

“La derogación de las ordenanzas que restringen el uso del espacio público como lugar de encuentro y reivindicación. También aquellas que afectan a personas «sin techo» y que viven en la calle, así como aquellas que atañen a las que ejercen la prostitución. No podemos permitir la criminalización de personas que usan la calle para buscarse la vida.”

“La libertad para todas las personas que desobedecieron las normas ante la situación creada por el actual modelo económico político y social.”

(Para ver la totalidad de la propuesta) leer: http://www.coordinacionbaladre.org/pagina/amnistia-social-ya-derogacion-… )

De esta forma lo que estamos haciendo es exigir que vuelvan a las calles y se dignifique a las currantas del sexo, a las que trapichean para poder alimentar a su gente, a las que se la juegan con picaresca e inteligencia callejera para poder estar en otro escalón del orden piramidal patriarcal, a las enfermas que la sociedad no ha querido atender de ninguna forma, a las que pinchan el agua y la luz para poder sobrevivir, a las que defienden su hogar con uñas y dientes, a las que se defienden de la agresión machista…

Evidentemente esto no significa el fin del patriarcado, pero puede generar condiciones para entender la justicia social desde otra perspectiva radicalmente distinta de la forma que la estamos viendo ahora mismo.

Hacia luchas más comunitarias. Ante su represión nuestros cuidados.

“La libertad es vivir sin miedo” (Nina Simone)
Fueron muchas las mujeres, la mayoría invisibles para la historia escrita, que jugaron un papel importantísimo en la lucha antirepresiva contra el fascismo. Se encargaron de servir de enlace entre las resistencias y los núcleos urbanos, proveyendo de lo más básico a las guerrillas. Dieron cobijo y cuidaron de la vida en las situaciones más extremas de barbarie humana. Crearon conciencia de su propia situación y alfabetizaron a muchísimas personas que carecían de los conocimientos básicos del mundo simbólico. Una labor de autogestión y apoyo mutuo en condiciones de pobreza extrema y de pedagogía que fueron importantísimas y que gozan de poco reconocimiento.

Nuestros imaginarios sobre la lucha están plagados de violencias vanguardistas, de testosterona, de hazaña viriles, de masas uniforme tomando palacios de invierno, de uniformidad, de “echarle cojones”, de tomar los espacios públicos, de “egos revolucionarios”, de mártires, de mesías… tal vez sea el momento de descolonizar nuestros imaginarios y poner en valor, a la valiente que reproduce la vida por encima de todo el colapso capitalista,  a la que  mantiene relaciones que a su vez generan procesos sin necesidad de visualizarse, a las redes de madres que luchan sin tregua porque saquen a sus familiares de la cárcel, las estrategias no individualistas que con inteligencia colectiva plantean el desobedecer como algo cotidiano en sus vidas, las luchas desde la vida por y para la vida, la celebración de las microrevoluciones, la micropolítica que da pie a nuevas formas de pensar y actuar en la vida…
Las luchas por los derechos sociales de todas y para todas son básicas para acabar con las represiones. En lo concreto, igual que se pide repartir el trabajo domestico y el público, también habría que hacer una rotación y una repartición inteligente en las tareas de cuidados antirepresivos que pueden ir desde atender psicológicamente hasta acompañar en la maraña judicial. Otra línea importante es la de recuperar sabidurías populares, como esa frase de abuela, “mejor es prevenir que curar”, pues tal vez sea aplicable en la represión a estrategias de desobediencia que minimicen los daños económicos, sociales, personales y de otras índoles para nuestros colectivos y organizaciones.
Los Movimientos Feministas ya lucharon contra otras muchas mordazas antes así que seguro que podemos aprender mucho de ellxs. Entendemos que los referentes están por construir en cuanto a luchas donde lo colectivo y lo comunitario sea el centro, para construir un mundo sin oprimidas ni opresores a lo mejor necesitamos repensar como podemos desobedecer en comunidad…

Juntas a cualquier sitio, solas a ninguna parte.