Víctimas del terrorismo

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En unos días tomará carta oficial el último ninguneo que se perpetra con las víctimas del golpismo y el franquismo. No por repetido, algunos no nos acostumbramos a tener que soportar que, con el aval del progresismo, se mantenga la propaganda golpista, después  franquista y por último “democrática”, del todos fueron culpables, que no hay que mirar al pasado y que es lo mejor para que nunca se vuelva a repetir. Para más inri el “memoricidio” va a tener lugar por los días en el que los golpistas comenzaron a llevar a la práctica lo que tenían decidido sobre el papel.

Hay un dicho que dice que Roma no paga a traidores. En este caso se cumple sin piedad. De nada vale que los progresistas hagan suya la propaganda franquista. Ni siquiera que, como en los finales setenta, hayan realizado el trabajo sucio de encauzar las reivindicaciones sociales. Casi cuatro lustros han tardado en conseguir que la memoria histórica deje de ser una cuestión política en el buen sentido del término. Es decir, en la participación del ciudadano en la gestión y la dirección de lo público. Ahora, ya no es sino una lanza partidaria más que se utiliza a conveniencia por unos y otros. Por los dos protagonistas del modelo de la transición: los partidos dinásticos PP y PSOE.

Creo que la primera gran grieta de la restauración del 78 fue la aparición del movimiento memorialista que alcanzó su cenit en Rivas Vaciamadrid el 25 de junio de 2004. Fue cuando se terminaron de encender las luces rojas (qué les gusta esta expresión) al régimen. Bajo turno azul, la oposición la había llevado el bando rosado (en el mejor de los casos, no rojo) que pronto tendría en sus manos el Boletín Oficial del Estado con el que convencer o imponer que hasta ahí se había llegado en el fondo de la cuestión: poner en cuestión uno de los fundamentos de esa sentencia con la que Edmundo Val, hace poco llegado a la política dinástica, zanjaba la cuestión: en la Guerra Civil no hubo ni buenos ni malos, a la democracia se llegó respetando las leyes de la dictadura. Ahí quedó y el que la coja pá él.

Todavía faltaban unos años, siete, para que apareciera el ciclo del 15-M en 2011 que finalizaría con la creación de Podemos y su integración en el sistema partidario. Zarandeado, maltrecho y agotado el régimen del 78, como le ocurrió al del 75 en los ochocientos, entró en la crisis de la que ahora, en su aspecto institucional, se va recuperando. Las aguas vuelven al turno. El triunfo por mayoría absoluta del PP en nuestra tierra es una muestra.

Así que poco a poco el régimen, utilizando aquello del palo y la zanahoria fue recomponiendo la situación. Los conservadores (es mucho decir) poniendo pegas y los liberales jugando a eso de seamos utópicos, hagamos lo justito. Unos y otros felices de que las cosas, poco a poco, fueran volviendo a los cauces setenteros. Ya todo queda en casa, y a representar una nueva obra de la cachiporra con los papeles bien aprendidos.

Es cierto que todavía falta que del gobierno salgan esos que nunca debían haber llegado y que el PSOE vuelva a ser el PSOE, no el partido de Sánchez. Pero todo llegará y no parece que falte mucho. Una vez más, los progresistas habrán sido el cancerbero mientras que los conservadores no se han movido ni un ápice de sus planteamientos de 1939. Sí, no hay errata, 1939.

Decía que Roma no paga traidores, así que Feijoos, Anzares y demás acólitos (nunca mejor dicho) tienen el menor rubor de iniciar la cruzada para que siga aquello de que hay víctimas del terrorismo de primera y segunda categoría. Ya tenían ganado el relato del golpe de Estado y el franquismo y ahora quieren repetir la jugada con las víctimas del terrorismo de ETA y las del Estado actual. De ahí es que lleven unos días dando leña al mono Sánchez-Podemos-Bildu con la monserga de los terroristas y la memoria de las víctimas. Una propaganda que caerá en terreno abonado en una sociedad cada vez más abducida por el relato ultraderechista. ¿Quién se acordará de como hablaba Aznar (Anzar) sobre los militantes del Movimiento Vasco de Liberación Nacional o su disposición a ser generosos y comprensivo si dejaban las armas? Un ejemplo más de política partidaria de baja estofa, mentirosa y sin piedad.

Ya lo ha dicho amargamente Emilio Silva de la ARMH: homenajes de Estado para unos y cunetas e impunidad para otros.

Una vez más la pregunta: ¿se extrañarán de nuevo que la sociedad española vote otra vez dentro de unos meses a la derecha y extrema derecha?