Se iban lejos, a un lugar que no sabrían situar bien en el mapa; partían a un destino incierto que, sin embargo, se presentaba más halagüeño que las certezas que dejaban atrás.
Acarreando sus pobres enseres, apretados en bultos y maletas de cartón, con los ojos llorosos y el corazón encogido, llenaban estaciones para subirse a un tren, llamado en muchos lugares de Andalucía “el catalán”, un convoy traqueteante y lento, que los depositaría, tras dos días y dos noches de viaje, en un lugar desconocido, donde, con un poco de suerte, los esperaría un rostro amigo. Allí se despojarían de sus ropas, la marca indeleble de su pobreza y su origen rural, para pasar desapercibidos a la policía y evitar en ocasiones la deportación.
Con la determinación de empezar de nuevo, estas hijas, estos hijos de Andalucía, también habían llevado consigo sus recuerdos, su forma de guisar, de cantar, de relacionarse, su manera de hablar y de entender el mundo… A pesar de sentirse expulsados, querían proclamar con todo ello que venían de una tierra hermosa. Que habían dejado atrás la tierra más hermosa, con los hombres y las mujeres más tristes.
Intervienen: Emma Martín y Angelina Puig.