El «Capitalobsceno»…

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Tener más o no tener… Esa es la única cuestión. ¿O no es mejor para el espíritu de la abundante fortuna, no sufrir los insultos de la necesidad, alejando los golpes y dardos de la pobreza, levantando muros contra el océano del miedo, y oponerse a él y que así cese…?

El único sentido es tener más, cada vez más… más de lo que puedo sostener, más de lo que me pueda saciar, mucho más de lo que abarcar con la mirada o llegar a palpar y conocer… sólo así, nunca me faltará y, estaré seguro y sin miedo… con una prosperidad lo suficientemente grande, inaccesible y vigilada, que se mueva cuando yo me muevo, para que nada ni nadie –que no sea mío- se acerque y me asuste…

Y si, además, cerco lo comunal haciéndolo mío… incorporando sus medios de vida a mi propiedad, entonces más seguro estaré…  Y es que ahora la plebe no sólo tiene miedo de mis levas, mis impuestos o de la fuerza de mis guardianes, sino que tienen miedo del hambre… su debilidad, mi tranquilidad… y aceptan cualquier precio a lo único que les queda en posesión y por vender: el producto de sus manos, de sus músculos y de sus cabezas… su fuerza de trabajo para recoger y transformar –para mí- lo que este infinito planeta mío me produce… Y que luego, ellos, me compran, en mis mercados, con el dinero que les presto…

Tener más capacidad de trabajo para generar más y tener, así, más de todo, da sentido a mi existencia… Acumular más capital es de capital importancia… Qué si no! Y es posible gracias a mis posesiones, a la fuerza de mis entonces esclavos y ahora asalariados, y a la de mis animales, mis plantas, mis ríos, mis vientos, mis nubes y mi lluvia… para producir siempre más por menos… para mí, el legítimo dueño y amo por la gracia de Dios y de las leyes que hemos acordado y aprobado –yo y mis iguales- en las instituciones que hemos creado y regulado para que nos protejan, amparen y que nos permiten traer la prosperidad y el conocimiento necesario para poder establecer y mantener la modernidad…

Como la ingente energía, en forma de sólido carbón, que sacamos de mi subsuelo y que alimenta mis máquinas de vapor que trabajan y producen cien veces más que los niños, mujeres y hombres a los que aún mantengo como operarios… y que, con la ampliación inmensa de la capacidad de trabajo que nos permite mi energía fósil en forma de queroseno, fueloil, gasoil, gasolina, diésel y electricidad… también beneficia a los obreros cualificados, que acceden como consumidores, a los productos, servicios y energía facilitados por nuestro sistema económico y social, que hoy democráticamente sustentamos y defendemos entre todos –una persona un voto-, sin distinción de origen, condición o diferencias de acceso a la capacidad de fuerza de energía/trabajo que nos regala la técnica… Progreso que me permite seguir sin tener miedo a no disponer, cada día, de más de todo… incluso sin temer a ese creciente vacío personal que rápidamente relleno con más autosuficiencia y necesario ego, producidos por el desarrollo sostenible de mis pertenencias en forma de más dinero y más poder…

Y si, como los fracasados agoreros predicen, llegara el caso de la molesta finitud planetaria y -Dios no lo quiera ni la ciencia lo permita- no hubiera más que acumular, faltándonos incluso la energía suficiente para extraer y transformar las riquezas de mis yacimientos, mis fábricas, mis tierras y mis mares… entonces, defenderé lo que me quede, lo que es mío y mi forma de vivir, hasta el final… procurando, siempre, ser el que más tenga, para ser el que menos tema… y tú estarás a mi lado, y no por conveniencia o miedo, sino porque seguirás siendo una de mis posesiones…

Y uno de mis miedos.