Desde que yo recuerdo siempre han existido relatos de migraciones recurrentes en mi entorno. Las historias de familiares y amigxs que se fueron al norte del estado español por necesidad forman parte del imaginario colectivo de Andalucía (principal foco de migraciones desde 1960 hasta 1975). La complejidad sociopolítica que provocó esta movilidad forzada no puede ser explicada en este pequeño artículo. Pero creo necesario resaltar que la expropiación de riquezas es una de las principales razones para generar una precariedad exacerbada en esta tierra. Actualmente, Andalucía es una de las Comunidades Autónomas dentro del territorio español más empobrecida. Por ello, las migraciones para asegurar unas necesidades vitales básicas siguen ocurriendo a día de hoy.
Somos muchas las que decidimos migrar a territorios del norte porque la precariedad azota de forma muy fuerte en Andalucía. Yo, por ejemplo, me fui a Barcelona porque para mí era imposible seguir sosteniéndome en esta situación. Como mis antepasadas me fui al norte, pero mis condiciones laborales fueron mejores. Claro, soy licenciada. Mi madre y mi padre se partieron el lomo para que yo saliera del bucle de la dependencia económica. Sin embargó, me tuve que ir. Es triste pensar que a pesar de todos los esfuerzos familiares y propios para tener un trabajo digno tengas que dejarlo todo para poder subsistir. Sobre todo cuando a mí lo que me gustaría sería aportar a esta tierra, hacer resistencia y crear alternativas políticas desde Andalucía. . Pero varías veces he intentado volver y todas he tenido que marchar.
En estas idas y vueltas, habitando la ciudad de Barcelona desde una identidad andaluza, comencé a ser consciente de la cantidad de personas que como yo han venido a esta ciudad buscando unas oportunidades que en sus pueblos y ciudades no existían. Durante todo este tiempo que he sido vecina de la Ciudad Condal me surgieron fuertes impulsos para conocer la historia de mis antepasadas, que como yo, estaban en estas tierras para sobrevivir a la historia de precariedad que ha azotado desde hace siglos a Andalucía. Así, comencé a politizar esta identidad migrante y a tener la necesidad de poner en valor los aportes de las personas andaluzas que han sustentado tierras catalanas. En este proceso he conocido gente como yo con las que he debatido sobre los entresijos que nos componen como migrantas: procesos políticos, negaciones de nuestra identidad, andaluzofobia, historia de las andaluzas de los años 60 o la desmemoria social de los aportes de las andaluzas al tejido social. Cada vez que estos temas salían en cualquier juntiña se me hacía más necesario crear espacios donde nombrar todas estas cuestiones para crear luchas y resistencias colectivas.
Por eso cuando mi amiga María me llamó para invitarme a un evento llamado “Arrejuntaera: Jornada por una Andalucía Reberde” mi cuerpo se llenó de alegría. Llevaba tanto tiempo soñando con un espacio así que no cabía del gozo. En Barcelona se estaba creando un espacio político-festivo para albergar muchas de las iniciativas, debates y necesidades que desde las andaluzas estaban surgiendo. Es cierto que el feminismo andaluz está en auge, pero somos muchas las andaluzas que ahora mismo estamos fuera de nuestro lugar de origen donde nuestra cotidianeidad esta atravesadas por una serie de situaciones que necesitan ser puestas en valor. Yo creo que las migradas tenemos mucho que decir a la cuestión del feminismo andaluz.
Al preguntar de donde surge la idea y la pulsión de crear este evento, la organización me comenta que “nace de la necesidad de juntarnos las migradas andaluzas que tenemos una idiosincrasia propia y que llevamos mucho años aquí. Teníamos el impulso de politizar nuestros aportes como andaluzas en los espacios donde normalmente nos movemos. Pero también hacer un llamamiento a pensarnos desde nuestra migración. Ganas de juntarnos y de darle un contenido político fuerte a lo que se está haciendo en Andalucía más allá del folclore para reivindicar una identidad propia.”
Considero que es necesaria esta colectivización de las experiencias para verbalizar nuestros sentires y darle contenido sociopolítico a estos movimientos que nacen de las identidades andaluzas migradas. Además, creo que es urgente hacer memoria y rescatar los relatos de las personas que vinieron a tierras catalanas en los 60. Es decir, rememorar la historia de nuestras antepasadas: cómo migraban, bajo qué condiciones, que trabajos desempeñaban, como vivían y sobre todo poner en valor las aportaciones de las personas migrantes en el tejido social y político no solo de Catalunya, sino de Madrid y todos los destinos que el pueblo andaluz ha habitado como migrante. De esta forma, se nos abre el paradigma a cuestionar las identidades monolíticas nacionales. Es decir, habitar la identidad del pueblo andaluz como migrante nos permite abrir un punto de fuga para poner en valor los cuerpos que han habitado y habitan este territorio catalán (y otros lugares del norte del Estado español) por una razón de movilidad forzada. Creo que es necesario reconocer que en ningún territorio existe una identidad sin mezcolanza. Las personas migrantes tienen un valor importantísimo en cómo se desarrollan las ciudades y culturas. Es decir, las personas migrantes no solo vienen a trabajar y sobrevivir sino que aportan sabiduría, conocimiento, formas de resistencia política y habitan el territorio con estrategias de crear redes de las que todas deberíamos de aprender.
Lo que me vengo a referir es que es necesario darle la vuelta al relato hegemónico que nos cuentan las historias de las migraciones y comenzar a entender que las personas que vienen de distintos puntos del estado español (como yo) o de otros lugares construyen barrio, redes y afectos que sin ellos no existirían los territorios tal y como los conocemos. Como dice Mar Gallego: “Ante la pureza limítrofe, la pura mezcla”.[i] Porque los territorios están hechos de mezcolanza donde las personas migrantes son sujetos activos de conocimientos aunque la ciencia hegemónica nos diga lo contrario. Por eso me parecen tan necesarias que pongamos las migraciones en el centro del debate y dejemos de ver este fenómeno como algo ajeno a la creación de sociedad.
Para mí la Arrejuntaera fue un espacio para dar valor a los aportes de las migraciones andaluzas, para crear espacios reflexivos donde lo andaluz por una vez deja de ser el folclore que todo el mundo quiere imitar para ensalzar su agencia política. Eso sí con peinetas, volantes, farolillos y bailando, la Mala, er Canelita o las Sevillanas de la Martirio. Así en nuestra Arrejuntaera hubo espacio para debates pero también para la risa, porque la alegría no nos la vamos a quitar. Lucharemos pero con amor y jolgorio. Y es que no todos los espacios que hablen de política tienen que ser aburridos.
A continuación os dejo las diferentes actividades que se desarrollaron en este espacio donde lo político y lo festivo se mezclaban sin saber dónde estaba el límite.
- Exposición: Archivos contra la Pared. “Gráfica Política Sevillana desde Ahora hasta el Presente”
- Comida popular donde se sirvió ajo blanco y pisto. Poner en valor la gastronomía como forma de hacer saber es romper con lo que se considera ciencia. Además, la comida forma parte los aportes que un pueblo migrado hace a su territorio destino.
- Olaya Castro y Aurora Revolver nos deleitaron con un recital de sus poemas creados desde sus entrañas andaluzas.
- Una tertulia llamada “La Andalucía actual: Conflictos y Resistencias” donde participaron Sergio Almisas, Araceli Pulpillo y una servidora donde construimos un relato colectivo junto a todas las personas que vinieron a ese espacio sobre resistencias andaluzas, memoria histórica, referentes, feminismo andaluz, migraciones y charneguismo.
- Un brindis por Ocaña, como no podía ser de otra forma amenizado por su hermano. No podemos a este referente de lucha de la disidencias sexual en los los 70 de Barcelona
- Se sacó un Coño Insumiso en apoyo a las compañeras de Sevilla y Málaga imputadas por hacer la misma performances hace como cinco años. Un acto de rebeldía y de reapropiación de la simbología propia.
- Flamenco Celular, compañía de flamenco experimental
- Fiesta amenizada Arrejuntaera djs y The Gardener. En este espacio festivo se politizó la música creada desde Andalucía. Como ya he dicho creo que es necesario que los espacios nos permitan crear alianzas desde la fiesta, la alegría y la juntiña. Y es que si no puedo bailar Las Chuches no es mi revolución.
En definitiva, la Arrejuntaera permitió crear un espacio político-reflexivo que donde conversar, crear pensamiento y conocimiento, colocarnos como sujetas activas con agencia de nuestra identidad andaluza. Y sobre todo tejer redes y alianzas entre las personas migradas pero también entre nuestras vecinas y compañeras de militancias que aun no siendo andaluzas entienden la importancia y la rebeldía que hay en este acto.
[i]Artículo “¿Sabías que el 20% de la población de Cádiz era negra?” Por Mar Gallego en Feminismo Andalúz http://www.feminismoandaluz.com/2018/03/21/sabias-20-la-poblacion-cadiz-negra/