Decía Tocqueville, padre de la Sociología, que los ayuntamientos eran a la democracia lo que la enseñanza primaria a la ciencia. Y no le faltaba razón en su comparativa. Cercano lo explicaba también Blas Infante considerando Andalucía como un conjunto de polis: ayuntamientos que sean escuelas; concejales que fuesen maestros. En uno u otro ejemplo, hay en juego algo más que un sencillo término municipal.
El proyecto del Andalucismo Histórico es una propuesta radicalmente municipalista. Hombres y mujeres, libres y autónomos, son quienes conforman el poder local. Una dimensión complementaria a la comarcal y a la nacional por andaluza. A partir de ahí, se configura un Estado plurinacional. Por eso, nunca creímos en las arbitrarias divisiones provinciales ni en centralismos supremacistas y excluyentes. Tanto, como siempre hemos confiado en un federalismo generatriz, de abajo arriba, donde los municipios construyen nuestra nacionalidad. Es la escala donde mejor se puede y debe experimentar una democracia participativa, generatriz y transversal.
El escenario de la próxima legislatura andaluza se nos presenta complejo. No sólo porque niega derechos y servicios que lesionan la convivencia o la profundización democrática, sino porque se disputa la veracidad de nuestro autogobierno cuestionando la existencia de Andalucía. No sólo algunos dudan de las conquistas constitucionales del pueblo andaluz en su transitar hacia su definición como nacionalidad histórica, sino que han llegado a nuestras sus instituciones democráticas y representativas para silenciarla, sabotearlas y destruirlas. Son los constitucionalistas (¡) que no respetan ni lo que dicen defender.
Convencidos estamos de que el eje democracia radical, autogobierno y federalismo es una ecuación imprescindible para una nacionalidad como la nuestra, orgullosa de su pasado y comprometida de forma consciente y activa con su futuro. Nuestra patria es el pueblo; pero también las instituciones que lo representan. Una y otra son expresión y consecuencia de la voluntad inalienable que forman los andaluces y andaluzas.
Hoy, como ya ocurriera hace 40 años en 1979, los ayuntamientos deben ser de nuevo actores determinantes que dirijan a la ciudadanía en el camino de la defensa del autogobierno. La historia vuelve de nuevo a darles un especial protagonismo al característico y denso sistema de ciudades andaluz. Ahora, como entonces, la proximidad de generales y municipales dibujan un escenario semejante para el que reclamamos la reedición de un pacto andaluz de izquierda que desaloje al trifachito del poder local. Que se materialice renovando compromisos institucionales en pleno a favor de una autonomía plena que garanticen el bienestar y la calidad democrática. Reafirmando el significado unitario y progresista del Pacto Autonómico de Antequera, suscrito en primera instancia como acto constituyente el 4 de diciembre de 1978 y, apostando por el voto afirmativo el 21 de enero de 1980, ya en vísperas del 28F. Reiterando la voluntad de los respectivos plenarios municipales en favor de un autogobierno, tal y como las Corporaciones Locales de Andalucía demostraron de forma contundente durante el verano de 1979 solventando con creces la primera exigencia del artículo 151. Igualmente, como también reiteraron su voluntad en pro de dicho procedimiento una vez la trampa y el bloqueo del 28F; y como sucediera con el empuje ciudadano y local para buscar soluciones parlamentarias en las Cortes a la situación de parálisis del acceso al autogobierno tras dicha consulta. Tal como pasó en el llamamiento realizado a la ciudadanía para que participase en las primeras elecciones autonómicas de Andalucía.
Restaurar aquel acuerdo de izquierdas convencidos de que desde los municipios se puede re-construir una política democráticamente radical por profunda, cercana y honesta a la vez. Por ser una instancia propicia para la reconstrucción democrática de las instituciones tras años de corrupción y distanciamiento de los intereses de los ciudadanos y ciudadanas. Convencidos de que es el mejor punto de partida para el proyecto federal de Andalucía y el cooperativo de Estado.
En definitiva, vinculando las reivindicaciones de trabajadores y ciudadanía -clase y pueblo- a la identidad de nuestra tierra y bajo una soberanía compartida con el resto de ayuntamientos y pueblos del España, solidaria con un nuevo proyecto de Unión Europea y, en definitiva, con un nuevo horizonte de humanidad como democracia global, tal y como reza nuestro himno. Así sea.