Ante el nuevo ciclo electoral

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Nuevo año y vida no tan nueva. Se repiten como en un bucle viejos temas que nunca parecen desaparecer de la vida pública andaluza. Lo que pasa es que este año, y el próxima, volverán a reaparecer como serpientes electorales. Entre los más socorridos estará el de los llamamientos a confiar en los políticos, en los encargados de gestionar la cosa (res) pública, y en apelar al sentido de responsabilidad ciudadana que parecer ser es fundamentalmente poner un papel dentro de una urna. Después el común de los ciudadanos debe sentarse a contemplar que es lo que los partidos-empresas hacen con los resultados. Y hasta la próxima.

Por supuesto que volverán de nuevo los argumentos contra los abstencionistas. Muchos de los cuales lo son por no sentirse representados ni por las formas de elección, las instituciones y quienes lo ocupan. Un mal endémico del sistema liberal hispano desde su creación. Las rémoras del antiguo régimen no sólo son cosa de la carcundia, la autodenominada izquierda, incluida a la llamada radical (¡glups!) siempre a tendido, en el mejor de los casos, al despotismo ilustrado. Ya saben eso del todo para el pueblo sin el pueblo. Por eso es tan fácil, una vez producida la matanza de 1936-1950, el exilio y la emigración y la conversión de los viejos partidos en maquinarias electorales, que la sociedad quede inerme ante un modelo tan escasamente representativo como es el democrático español. En el que los censos censatarios han sido sustituidos por las candidaturas partidistas cerradas formadas al libre albedrío de unos órganos, los comités electorales, de los que pocos ciudadanos conocen su composición y forma de nombramiento.

En plena recomposición el bipartidismo de la segunda restauración borbónica, sólo falta de las derechas hispanas hagan su trabajo (aunque de momento no parece interesarles porque les favorece), los próximos meses, empezando por nuestra tierra andaluza, se reproducirán situaciones ya conocidas en las que el futuro es el menos malo posible dentro de la realidad institucional hispana. Y eso que, menos mal, en esta ocasión las posiciones menos mocorroñas y tabernarias han sido apoyadas por una Europa que ha comprendido esta vez que no se puede tensar tanto el hilo porque puede terminar rompiéndose. A fin de cuentas en la factura final terminarán pagando más los de siempre, es decir los más pobres, incultos políticamente y dependientes. No creo que haya que poner nombres.

Escribo estas líneas poco antes de que se abran las puertas de la contienda electoral, cuando se están decidiendo en las cuevas de esos comités quienes van a representarnos. Momentos antes de que los argumentarlos de primera hora de la mañana se difundan por programas radiofónicos y televisivos, llenen las redes sociales (sean reales o falsos) y como martillo pilón caiga sobre unos ciudadanos inermes ante tal borrasca ya que apenas tiene paraguas de la educación (bajo mínimos en su aspecto de formación de ciudadanos), la formación política (identificada con aquello que su Excremencia decía: usted haga como yo no se meta en política) o siquiera la capacidad de comprensión de una gestión pública cada vez más burocratizada y en manos de técnicos supuestamente almas puras que pasan por encima de la voluntad popular, de sus representantes electos, cada vez que quieren. No sé si soy un pesimista pero a veces tengo la impresión de que estamos a medio paso del corporativismo perfecto.

¿Que qué posibilidades hay de salir del bucle? Pocas, es verdad por lo menos a corto plazo pero quiero mirar el lado de la botella no ya medio llena, sino por el lado de la mitad de cuarto. Digan lo que digan algo cambió aquel ya lejano 15-M. La sociedad sabe que una y mil veces se equivocará o que será engañada. Pero eso no significa que no haya ninguna posibilidad. Afortunadamente la vida social es más compleja e indeterminada de lo que nos quieren hacer creer. Ya nadie puede levantar la mano pero ¿quiénes podrían hacer para decir que estaban seguro que se acostaron el 12 de abril seguro que en un par de días España se iba a levantar republicana?, ¿Quiénes pensaron el 18 de julio de 1936 que el golpe de Estado en curso iba a encontrar la respuesta de una Revolución Social. Que sí, que las circunstancias ni son las mismas ni la sociedad andaluza tampoco. Pero precisamente por ese afán monopolizador y excluyente del régimen actual quedan fuera de los focos públicos esas otras corrientes (que no necesariamente navegan en un sentido progresivo) que terminan por salir a la superficie como un volcán largos años dormido y que entre en erupción.

Esa es nuestra esperanza. Ahora tenemos unos meses para poder enmendar errores pasados, restaurar confianzas, dejar de hacer políticas partidarias mezquinas y seguir pensando que las vanguardias son nuestro futuro. Ya puestos que si la protagonista de los cambios sociales no es la clase obrera quizás haya que devolverle el papel a las personas y buscar esos puntos mínimos que el propio instinto de conservación nos dice. Aunque a veces parece como si hasta ese estuviera en quiebra. Recuérdese lo ocurrido no hace tantos meses en Madrid, la tierra de la libertad.