El próximo 8 de marzo, mujeres de más de ciento cincuenta países, de diferentes culturas, pertenecientes a étnias y pueblos diversos, nos sentimos llamadas a realizar una huelga general feminista. Lo que nos une a todas en esta convocatoria que recorre el planeta como una gran ola, es nuestra común condición de feministas, nuestro común empeño en querer transformar este mundo que nos relega, que pretende convertirnos en la materia prima sobre la que ejercitar el extractivismo que degrada nuestro planeta, nuestras vidas y nuestros cuerpos, para seguir generando beneficios económicos. Queremos transformar este mundo, este sistema inhumano, que nos reduce a meros recursos. Queremos sustituirlo por otro, radicalmente diferente y mejor.
Es importante repetir que esta convocatoria nace de y por los movimientos feministas, desde abajo, como un clamor contra la injusticia y la invisibilidad que sufren las mujeres – la mitad de la población-, algo que no parecen querer ni entender el gobierno de España ni los sindicatos y partidos políticos, justificadores y mantenedores del caduco régimen del 78. Por eso, se aprestan, con toda la artillería mediática, a tachar esta huelga de “elitista” e incluso de “machista”, poniendo así de manifiesto no solo su incapacidad para comprender la situación real de las mujeres, sino su desazón y hasta su temor a una auténtica revolución feminista, que sacuda los cimientos de este sistema.
Desde Asamblea de Andalucía, queremos dirigirnos a nuestras compañeras -y compañeros- andaluzas de luchas y esperanzas, no para explicar las sobradas razones para hacer esta huelga, sino para especificar el porqué y el para qué de la misma en Andalucía.
Las mujeres andaluzas sufrimos de manera muy especial la pobreza, de tiempo y recursos materiales, el empleo precario e insuficiente, la parquedad de unos servicios sociales que nos atan a la pobreza y la dependencia. Estamos, en definitiva, atravesadas por una constante invisibilidad, situadas al sur no solo en el sentido geográfico del término, sino también en el más despectivo utilitarismo del poder central patriarcal: olvidadas y despreciadas por nuestra manera de ser, de entender la vida y la economía y de habitar el mundo; y al mismo tiempo, utilizadas en el balance cuantitativo electoral.
Todo ello nos expone a la violencia institucional y a la violencia machista, sin que los poderes públicos hagan algo por remediarlo. Lo cierto es que cuando elaboran discursos y políticas “en favor de la igualdad”, esos poderes “públicos” se limitan a hacer una inversión muy rentable política y económicamente, pero muy pobre en logros y cambios reales. Porque, en verdad, lo que se pretende es ocultar que nuestro actual sistema se basa precisamente en la desigualdad. Pedir, por tanto, a los representantes de un estado patriarcal, que responde a los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, que erradique la desigualdad es un despropósito, que nos distrae a las mujeres feministas de nuestros objetivos transformadores. Para ejemplificar lo que decimos, basta con mirar los resultados del llamado “Pacto de estado contra la violencia de género”, y tantos otros planes y programas de vida efímera, que nacieron marcados por el signo de la impostura y el cinismo político y permiten a los y las políticas profesionales fingir que se hace algo, cuando, en realidad, se hace bien poco por erradicar la desigualdad.
Esta huelga, lejos de quedarse en un simple paro laboral, debería ser también para las andaluzas un acto de soberanía rebelde y autoafirmativa, tanto más valioso para nosotras cuanto más se nos pretende colonizar, como parte del pueblo andaluz, en un proceso colonizador externo, pero también como mujeres andaluzas, en el proceso de colonización interno, que emana del poder pesoísta de la Junta de Andalucía. Así, las mujeres andaluzas somos las destinatarias privilegiadas de los discursos sobre igualdad del gobierno andaluz, con la Presidenta Díaz a la cabeza. Discursos triunfalistas, con los que declara que se ponen en marcha políticas progresistas, de izquierdas incluso, y muy alejadas de las que hace el PP en Madrid. Discursos que se contradicen con las prácticas de la Junta de Andalucía, que desconocen las condiciones reales de vida de las andaluzas. Discursos y políticas paternalistas y falsamente protectoras, que asignan a las mujeres invariablemente el papel de víctimas. Porque la dura realidad es que pobres, muertas y explotadas somos más útiles al poder que vivas y soberanas de nuestras vidas.
Por eso es importante que las mujeres andaluzas convirtamos esta huelga también en un acto de rebeldía soberanista, que nos permita luchar contra todas las colonizaciones; contra todos los privilegios patriarcales, racistas, capitalistas y heteronormativos que nada tienen que ver con los cimientos y valores de nuestra cultura andaluza. Porque serán nuestros cuerpos los que se pondrán en huelga, manifestando así la soberanía más radical. Y seremos nosotras, como colectivo, con nuestra identidad de mujeres andaluzas, las que salgamos a las calles, con nuestras hermanas migrantes -verdaderas protagonistas de los procesos migratorios- venidas a Andalucía donde nadie es extranjero, para decir ¡basta de colonizaciones!
Basta de la colonización que sufrimos como pueblo, que borra nuestra conciencia y degrada nuestra identidad. Basta de considerarnos usuarias sumisas de las ayudas institucionales, que nos atan a la pobreza a nosotras y nuestras familias. Basta de violencia machista, de violencia económica, de violencia institucional. De todas las violencias.
Basta! Porque somos sujetas políticas. Ni víctimas, ni usuarias, ni precarias. Sujetas de derechos y de pleno derecho.
También decimos a nuestros compatriotas andaluces que nos queremos libres, vivas y en pie, como pensamos y queremos a Andalucía. Que no se puede querer la liberación de un pueblo y mantener a sus mujeres sometidas, calladas o empobrecidas. Que no habrá revolución nacional sin revolución social y que esa es la que estamos encabezando nosotras, aquí y ahora.
Por todo esto, saldremos a la calles el próximo 8 de marzo y haremos huelga de cuerpos soberanos, la soberanía más radical, que se traducirá en una huelga laboral, estudiantil, de cuidados y de consumo.
Tomaremos las calles de nuestros pueblos y ciudades y tomaremos la palabra. Honraremos la memoria y las luchas de nuestras abuelas, bisauelas y madres y, así, reivindicaremos la fuerza política de las mujeres, lesbianas y trans en nuestro pueblo, asumiendo que nuestra lucha desde Andalucía es, a su vez, solidaria, fuerza y motor contra el orden patriarcal que impera en cualquier punto del mundo.
Para que se queden inservibles todos los discursos, justificativos o amenazantes, complacientes o comprensivos. Para que se entere nuestro pueblo andaluz de cuánto trabajo, cuánto cuidado, cuanto esfuerzo acarreamos las mujeres andaluzas sobre nuestros hombros.
¡ VIVA ANDALUCIA VIVA, LIBRE Y SOBERANA!
Autoría: Coordinadora Nacional de AdA.