“Un vertedero submarino incontrolado en Nerja”. Así define el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, el Seprona, a las nueve toneladas de toallitas, bastoncillos y fármacos mezclados con detergente, aceites y heces humanas, de 20 metros de diámetro y tres metros de altura que, según los GEAS o agentes del Grupo de Actividades Subacuáticas y los investigadores del IEO (Instituto Español de Oceanografía) se extienden a un kilómetro de la costa de Nerja a cuarenta metros de profundidad y a 700 metros del paraje natural de Maro – Cerro gordo. Si Chanquete, el personaje de la mítica serie “Verano azul” levantara la cabeza volvería a morirse del susto, o del asco. A su vez, en Coín, existe un caudal constante de vertidos ilegales al río Bajo y al arroyo Mortaja, ambos afluentes del río Pereila, subcuenca del río Guadalhorce considerada Zona de Especial Conservación (ZEC) por la propia Junta de Andalucía que cumple una función esencial de corredor ecológico al unir diversos espacios protegidos Red Natura 2000 pues pone en contacto diferentes ecosistemas, floras y faunas.. A todo esto debemos añadir los efectos del calentamiento global en la costa malagueña: sube el nivel del mar, aumenta su temperatura, su agua es cada vez más salada, y la fauna y flora que vive en el mar de Alborán también desaparece.
Estos alarmantes datos proceden de la denominada “Operación Vastum” iniciada en 2017 a partir de denuncias de Ecologistas en Acción Andalucía, que lleva desde 2008 denunciando los vertidos ilegales en la costa de la provincia y cuyo objetivo es comprobar los efectos de los vertidos de aguas residuales sin tratar en los ríos y el fondo marino de Málaga por no disponer varios de sus grandes municipios de ciclo primario de depuración. En consecuencia, 16 cargos o excargos públicos están siendo investigados por delitos contra el medioambiente. El Presidente del PP en Málaga, Elías Bendodo, no ha querido hacer valoraciones al respecto, como el Presidente del PSOE en la provincia, José Luis Ruiz Espejo, se zafa hábilmente de la cuestión culpando en su caso a la “complejidad administrativa y presupuestaria”.
Estos investigadores también han llegado a la conclusión de que estos vertidos, al quedar a la merced de las corrientes marinas, dispersan los contaminantes. Para alivio de políticos y empresarios turísticos y/o hosteleros, la basura no suele a salir a flote dado a que tiende a permanecer en la corriente de agua en la que se aloja. Desde algunos lugares de la costa nerjeña esta basura es perfectamente visible pues el color del agua se torna a su alrededor de un verde más claro. Y digo yo que no hay que ser muy inteligente para saber que las toallitas y demás residuos son altamente tóxicos y que una vez en el mar tienden a dispersarse. Ya en 2018 un informe del Instituto Toxicológico de Sevilla concluyó que estos vertidos de aguas residuales podían suponer un alto riesgo para nuestra salud y la de nuestros visitantes por la alta presencia en el agua de bacterias fecales, que podrían contaminar el agua potable debiendo entonces limitarse su uso exclusivamente al baño y que pueden causar gastroenteritis, infecciones cutáneas e incluso enfermedades como la disentería en los seres humanos. Por otro lado, queda patente el deterioro medioambiental a los sistemas marinos que esto supone. Una situación muy grave, fruto de la dejadez crónica de nuestras instituciones autonómicas y estatales, que ahora, justo antes de las elecciones generales y ante un cambio de gobierno en la Junta de Andalucía, sale a la luz pública en los diarios de más alcance de Málaga, pero ¿por qué ahora? ¿por casualidad o por causalidad? Es muy posible que si las elecciones generales se hubieran celebrado en 2017 o 2018 lo hubiéramos descubierto antes. Paradójicamente, el último informe anual sobre la calidad del agua de baño del Ministerio Español de Sanidad, Consumo y Bienestar Social de 2017, califica de “excelentes” a las aguas de todas las playas de todas las playas de Málaga.
Mientras ocurre todo esto y ante el estupor paralizante del pueblo malagueño, Fali y Leti, dos ecologistas de la plataforma “Salvar Arraijanal” han sido encausados por lo penal, condenados y deben abonar multas inasumibles si quieren evitar la prisión, por tratar de rescatar de la especulación pública y privada a la última playa ecológica de las costas malagueñas en la desembocadura del río Guadalhorce, la playa de Arraijanal. Y que no se nos ocurra pintar de colores una piedra de la playa porque el Seprona se nos echará encima y nos caerá una multa de aúpa. Eso sí, cuando cambie la marea o venga un poco de temporal aparecerán como por arte de magia en la arena de playas malagueñas como La Misericordia una penosa plantación de textiles sintéticos no degradables y de un solo uso, ya usados. Intentemos disfrutar del veranito, huir del calor asfixiante, bañándonos en nuestro Mediterráneo junto a las especies que, como las medusas, se alimentan de las aguas calientes, salinas y contaminadas como si no hubiera un mañana. Si seguimos así es muy posible que no lo haya.