Segunda toma de contacto con este intento por no quedarnos en los altos árboles que nos son (im)puestos en el camino y avanzar un poco más allá, hasta las entrañas del bosque que tan oculto nos resulta a veces. Seguiremos, entre todas, tratando de desmigar el porqué de que las escaletas de los medios de comunicación que consumimos a diario recojan estas informaciones y no aquellas otras, así como construyendo mirada colectiva para razonar por qué en los temas publicados se emplean tonos de un tipo u otro. Nada es casual. Al contrario, será en la búsqueda de la causa como podremos llegar un poco más cerca del entendimiento de muchas cosas.
Algunos ejemplos de los últimos días:
“Somos mayoría porque así lo quisieron la mayoría de los andaluces”. O no…
Tras las elecciones a la Junta celebradas el pasado 19 de junio, el Partido Popular, con su victoria por mayoría absoluta, obtuvo el resultado que buscaba: Juan Manuel Moreno Bonilla renueva como presidente de la Comunidad, pero ahora en solitario (durante la legislatura anterior lo hizo en coalición con C’s y apoyado por Vox). El mensaje a repetir una y otra vez en el acto de investidura fue el de “la mayoría de los andaluces ha querido este Gobierno”, “mayoría clara”, “este será un Gobierno de escucha y unión, porque la mayoría de los andaluces así lo ha decidido”… Pero sucede una cosa: no es verdad. Y ya pueden repetirlo mil veces por minuto Moreno Bonilla, Díaz Ayuso, los medios de comunicación que les compran el discurso o el sursum corda. Es falso: acudió a las urnas el 60% (aprox.) de los ciudadanos/as llamadas a hacerlo, y de entre quienes votaron, más de un 40% lo hizo por el PP. La victoria fue rotunda, cierto, pero la mayoría de los andaluces no votaron tal mayoría: lo hicieron unos 3,5 de cada 10 ciudadanos/as. A partir de ahí, si alguien quiere optar por seguir tapándose la vista ante la evidente fractura (o necesaria diversidad de voto) que muestra la población andaluza, en su derecho está. Pero que no venda como unión lo que para nada lo es.
“Estoy tan acostumbrao a perdéh, que cuando gano me enfado”
Hay realidades que duelen una jartá. Y en Andalucía, de dolores atados a realidades invisibilizadas sabemos un rato. En estas fechas estivales, los telediarios nacionales conectan con reporteros que, desde las playas de Málaga o Almería, muestran al resto del país los paraísos naturales de nuestras arenas y aguas. “¡Vengan a las mejores playas de Europa, que aquí las tenemos!”… Porque, ¿para qué mandar a esos reporteros a amargar a la gente con otros aspectos en los que también somos líderes pero que no son tan agradables? En medio de olas de calor, de fuegos en nuestros bosques…, ¿quién va a querer saber que Andalucía es líder en encarcelamiento y exclusión social? ¿Y para qué vamos a intentar desenredar lo injusto del marco del sistema territorial que lo posibilita? Nada, mejor insistir con los reporteros en la orillita del mar. Pero, por mucho que consumamos sin inmutarnos esas repetitivas conexiones de los informativos, hay una realidad que está ahí, tan cerca como el límite que marcan nuestros propios sentidos, y es que Andalucía es la comunidad autónoma con mayor número de personas presas, tanto en dígitos absolutos como porcentuales, y, al mismo tiempo, continúa siendo uno de los territorios con mayor índice de pobreza. Quizá sea hora de desquitarnos de la imagen mostrada por el clasismo interesado de quienes mandan y de exigir que nos cuenten la realidad de los Nadies. Puede que así, algún día, nos desacostumbremos a perder.
En Reino Unido quieren matar el sindicalismo. Estemos prevenidos por aquí abajo
Apenas está teniendo resonancia en los medios españoles, pero aquí va el enlace de la noticia (de la propia web del actual gobierno británico): https://www.gov.uk/government/news/new-law-in-place-to-allow-businesses-to-hire-agency-workers-to-plug-staffing-gaps-caused-by-strike-action. O lo que es lo mismo: a partir de ahora, las empresas de aquel país tendrán bendición del Ejecutivo para reemplazar a los trabajadores en legítimo derecho de huelga por temporales o de ETT. Que las huelgas no afecten y los sindicatos no tengan cómo protestar. Que la lucha obrera vaya (aún más) a menos. Que algún día incluso sea ilegal reivindicar tus derechos laborales. Neoliberalismo puro y duro. De aquellos barros, estos lodos: hablamos de la tierra de la tory Margaret Thatcher, quien, tras dejar de ser Primera Ministra (1979-1990), reconoció: “uno de nuestros grandes logros fue que, para ganarnos, el Partido Laborista tuvo que emplear a partir de los años 90 nuestra manera de hacer las cosas”. No se equivocó -desgraciadamente- quien con toda seguridad llegó a ser una de las mandatarias europeas más salvajemente represivas con la lucha obrera. Y yo pregunto: ¿cuánto tardaremos en escuchar a formaciones políticas españolas defender que el Estado ha de proveer a las empresas de medidas legales necesarias para acogerse al esquirolaje y así reventar las huelgas? ¿Y qué apostamos a que conceptos como “libertad empresarial”, “salvaguardar la economía del país” o “que no quede afectado el día a día de nuestros ciudadanos por culpa de los trabajadores en huelga” serán manoseados para presentar tales medidas? En Reino Unido así ha sucedido, lo que significa que no tardemos mucho en importar el debate aquí en el Sur, y eso, en una tierra de tan devastadas condiciones y derechos laborales, genera pavor. Así que, más vale estar preparados para responder cuando (nos) llegue el momento, y no dejar que el BOE recoja jamás semejante arrodillamiento ante los adoradores del Capital.
Ensalzando el “Movimiento Nacional”. Y chitón everybody!
Ni las heridas sanan solas, ni por dejarlas en el olvido o hacerles caso omiso desaparece la infección. El aguilucho patrio dejó el nido repleto de huevos con pajaritos nacientes, y esos pájaros vuelan hoy bien alto. En los últimos años estamos asistiendo a varios homenajes al “Movimiento Nacional” (es decir, al Golpe de Estado perpetrado contra la Democracia el 18 de julio de 1936) por parte de determinados regimientos, grupos o militancias de las instituciones policiales, de guardia civil o militares. El último caso conocido, en Canarias. Y ahora, si eso, sigamos viéndolo como “algo sin importancia” propio de “algunos nostálgicos del Régimen” y demás jerga equidistante. Pero que alguien me explique, por favor, cómo silenciando estos hechos llegaremos alguna vez a una situación óptima de derechos y libertades democráticas, respetuosa con su pasado. Y que expliquen también cómo no denunciando estos hechos podemos asegurar que algún día no volverá a suceder lo mismo que cuando, hace no tanto, un alzamiento militar reventó lo que el pueblo eligió en las urnas, sembrando una dictadura de cuatro décadas.
Nuevas líderes para mejorar un mundo en crisis
Crisis climática, financiera, social, de sistemas públicos, de recursos naturales… Una crisis -en general- que ya empieza a arrasar con las clases populares en Estados Unidos y que llegará, tarde o temprano (como tantas otras veces ocurrió en ese orden espacio-temporal), al resto del orbe. Pues bien, la propia Organización de las Naciones Unidas se ha pronunciado al respecto, en concreto sobre cuáles son los países que mejor responden a dicha situación, y -oh, sorpresa- pocos medios de máxima audiencia en España se han hecho eco de la noticia (Radiocable y otros medios online comprometidos sí lo han hecho). ¿Se imaginan a El Programa de AR o al informativo de la noche de Antena 3 destacando que “aquellos países con un mayor número de mujeres en el parlamento y puestos de toma de decisiones, con democracias sólidas y sistemas de atención y protección social universales y que cuentan con organizaciones feministas fuertes, son más eficaces a la hora de responder a las crisis”? Ay, siempre les quedará Venezuela (ah no, tampoco, que allí venden ahora petróleo a Occidente…).