Lo ocurrido este 4 de Diciembre creo que debe interpelarnos a cuantos tenemos como objetivo político la consecución de una Andalucía Libre en la que cada andaluz y andaluza podamos ser realmente libres. Pienso que es imprescindible un debate, con seriedad y sin sectarismos, no solo sobre lo que ha sucedido en las últimas semanas sino de mayor calado. Y creo que en este debate deberían participar cuantos estén enfrente (si lo están realmente) del Régimen Psoísta construido en Andalucía, que es el principal responsable de que este nuestro país siga hoy en la dependencia económica, la subalternidad política y la alienación cultural. Considero que el campo en el que tod@s podríamos converger, y sentirnos cómodos políticamente, es el campo del SOBERANISMO: del derecho a decidir de los andaluces como Pueblo-Nación.
Es a este espacio al que deberíamos esforzarnos por incorporar a amplios sectores populares: a todos aquell@s a quienes les duele Andalucía y sufren la penosa situación de nuestro Pueblo. Sólo si hacemos esto podremos estar alguna vez en condiciones de decidir si la vía que más nos interese sea una Andalucía con un estado independiente, con un estado confederado con el de otros pueblos-naciones, con un estado libre asociado o federado a otros (si el federalismo lo fuera realmente y no un simple cambio de palabras para mantener el estéril actual estado de las autonomías), o incluso sin estado en un futuro utópico pero no ilusorio de autogestión comunitaria.
El prerrequisito para cualquiera de estas opciones es la conquista de la SOBERANÍA. El objetivo estratégico debe ser, por tanto, la conquista de las condiciones para su ejercicio: la construcción de un poder nacional andaluz con fuerza para hacerla realidad. Nuestros esfuerzos y actividad, y nuestra pedagogía, deberían centrarse en esto y no en intentar convertir en hegemónica -y menos en la única a calificar excluyentemente como válida- a una de aquellas opciones, descalificando a las otras. El no considerar la total prioridad de la conquista de la Soberanía como prerrequisito para todas ellas, y el insistir solamente en una de las opciones, no acerca a ninguna de estas sino que aleja de su posibilidad. Por ello, nadie debería dificultar la confluencia, potencialmente muy amplia, en el espacio común soberanista.
El que en Andalucía existan independientistas, confederalistas, federalistas (verdaderamente tales) y anarquistas libertarios no preocupa a la casta (¿por qué no reconquistar esta palabra?): al Régimen Psoísta andaluz ni al bipartidismo de la alternancia que cimenta el Régimen dinástico del 78 a nivel del estado. Lo que sí les preocuparía, e incluso alarmaría, es que todos (todos nosotr@s) confluyéramos y nos agrupáramos en lo que nos es común, previo e imprescindible para la posibilidad deconstruir estructuras políticas andaluzas del tipo que cada quién considere, legítimamente, como más adecuadas para avanzar hacia una Andalucía Libre que pueda decidir por sí misma de qué instrumentos dotarse para conseguir que cada andaluz y andaluza tengamos las condiciones sociales, económicas y culturales para ser realmente Libres.
Los sectarismos y los oportunismos sólo fortalecen al Régimen. El ejemplo de cómo desde la Junta, el PSOE y otros partidos, ¡incluído el PP!, están tratando de apropiarse del 4-D, falsificándolo, mientras intolerancias, sectarismos, torpezas y faltas de generosidad impidieron que tod@s los soberanistas estuviéramos juntos al menos en la manifestación de Málaga, es algo que deberíamos analizar con rigor y sinceridad para extraer de ello consecuencias prácticas acerca del camino que hay que recorrer y el objetivo estratégico por el que hay que luchar juntos. Y para determinar, también, los caminos que no llevan a ninguna parte salvo a la frustración o al «grupuscalismo».
Pienso que este es el debate, improrrogable, al que estamos abocados todos los soberanistas andaluces, más allá de las organizaciones o partidos en los que cada quién pueda estar y más allá de cómo cada quién quiera autodefinirse.