No es lo mismo escribir que este artículo va dirigido a los lectores de Andalucía Información que a los/las lectores/as, que lo hago en español o en castellano, que no se trata de una falsa noticia o fake new o que se debería entender igual en La Coruña, Lerida o Pamplona, que en A Coruña, Lleida o Iruña. En principio podemos concluir que el lenguaje no es objetivo, que es una construcción social y que como tal está dominado por las ideologías y oligarquías políticas dominantes del momento. Ello se hace más evidente si el punto de mira lo desplazamos a la historia. Los que pinten canas o similares se acordarán de la RECONQUISTA, DEL DESCUBRIMENTO DE AMÉRICA, DEL IMPERIO DONDE NO SE PONÍA EL SOL, O DE FRANCO CAUDILLO DE ESPAÑA, siempre por la gracia de Dios.
En la comarca de la Janda, desde donde escribo, hubo un gran humedal que competía en riqueza y diversidad biológica con Doñana. Dentro del paradigma desarrollista de los años sesenta se desecó. En toda la comarca se vive a espaldas a ella. La percepción más extendida es que se trataba de un humedal lleno de mosquitos que generaba paludismo, su desecación posibilitó la creación de una gran explotación intensiva, muy rentable y generadora de grandes cantidades de mano de obra. No se conoce, o al menos lo suficiente, que la Laguna de la Janda ha sido el elemento central a través del tiempo de esta zona y que por su posición geoestratégica se constituye como una de las áreas más transcendentales de la Península Ibérica, tanto desde el punto de vista natural, como físico.
En la Prehistoria, tras el paso del estrecho muchos hombres (y mujeres) se asentaron en ella posibilitando que en la actualidad tengamos una de las zonas arqueológicas más ricas de España (pinturas rupestres, tumbas antropomórficas, dólmenes…) campo de trabajo para futuras generaciones de estudiosos. En el 711 tuvo lugar una de las batallas más importantes de la historia de España pues marca el fin de una época, la Edad Antigua y el inicio de otro, la Edad Moderna. No sólo no tiene centro de interpretación, como las Navas de Tolosa, sino que además se le ha pretendido ningunear buscando otros lugares para su ubicación. Los árabes construyeron una alquería, mitad torre defensiva, mitad explotación agraria para controlarla que es la actual torre de la Morita. Hasta su desecación en torno a 1965, la Laguna de la Janda fue el centro y eje de una forma de vivir tradicional de la gente de esta zona, donde se combinaba la recogida de huevos, el ganado extensivo, la caza, y sobre todo, la recolección de los frutos silvestres que generaba la Laguna, que entre otras cosas era la base del poblamiento del lugar, la castañuela. Era continuo el deambular por ella de gente de Alcalá, Vejer, Medina, Benalup o estudiosos foráneos a ella. El poco nivel de agua o las pasarelas interiores permitían su recorrido interior. En el imaginario colectivo de los más mayores todavía persiste la centralidad de la Laguna para la forma de vida tradicional en esta zona, pero ello se está difuminando progresivamente.
En la actualidad ha surgido un movimiento foráneo que pretende recuperar parte del antiguo humedal de la Laguna de la Janda organizando diversas manifestaciones y jornadas donde la participación de gente de la zona es mínima. Se confirma que la población local hace ya mucho tiempo que le dio la espalda a la Laguna y no sabe y no le interesa lo que fue ni representó. La madre de todas las batallas será la percepción de la Laguna que salga triunfante, teniendo siempre presente que las distintas alternativas responden a intereses concretos determinados. La cuestión es difícil, compleja, y poliédrica. Hay concienzudas razones que defienden ambos puntos de vista. Pero ello no es óbice para que reconozcamos que el debate está empezando a plantearse y los razonamientos utilizados por las distintas partes serán fundamentales. Porque parece claro que el lenguaje ni es imparcial, ni es inofensivo, ni es objetivo, ni es neutro. Y mucho menos las argumentaciones históricas que con él se crean.