Editorial: el medio ambiente para la derecha andaluza

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Nos sumamos al conjunto de organizaciones sociales, ecologistas y ciudadanas que valoran negativamente los premios Andalucía Medio Ambiente 2020. Estos colectivos son FACUA, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua, Fundación SAVIA, Universidad y Compromiso Social y Andalucía Viva.

  • Las entidades premiadas desempeñan actividades que no corresponden a la naturaleza del premio, que debe ser la conservación, protección y difusión de valores ambientales.
  • La Autoridad Portuaria de Sevilla recibe el premio a la Conservación, Biodiversidad y Desarrollo Sostenible, obviando el conflicto ambiental protagonizado por los intentos de dragado de profundidad del Guadalquivir.
  • La empresa Hidralia, galardonada en la categoría de Cambio Climático, impulsa un modelo que entra en conflicto con el Derecho Humano al Agua.
  • El premio a la Gestión Sostenible del Agua se le concede a la Asociación Feragua de Comunidades de Regantes de Andalucía, sector que consume la mayor cantidad de agua de Andalucía.

Las organizaciones firmantes han recibido con sorpresa y preocupación la información sobre las entidades agraciadas este año en la XXIV edición de los Premios Andalucía de Medio Ambiente 2020 (#PAMA20), concedidos por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible. Desde hace casi 25 años estos premios, con mayor o menor fortuna, se han dedicado a otorgar público testimonio de reconocimiento a la labor medioambiental de personas físicas o jurídicas, públicas o privadas, con contribuciones notorias a la conservación, protección y difusión de los valores ambientales en Andalucía. Como es lógico, la selección no es fácil y siempre caben discrepancias y posiciones más o menos satisfechas con la identidad de los premiados.

En esta ocasión, sin embargo, la Consejería ha sobrepasado los límites de lo admisible en su identificación de méritos. No se trata de premiar a una actividad económica, corporativa o empresarial, con la que cualquiera pueda estar más o menos identificado, pero legítima, sino, como corresponde a la naturaleza del premio, a actividades de conservación, protección y difusión de valores ambientales.

En este sentido, es inadmisible que el premio a la Conservación, Biodiversidad y Desarrollo Sostenible, que debiera reconocer las iniciativas destinadas a la conservación del medio natural, la biodiversidad y los ecosistemas, así como las que propicien el desarrollo sostenible de Andalucía, se le haya concedido a la Autoridad Portuaria de Sevilla. Con ello se ha desconocido la conflictividad ambiental y social que los intentos de dragado de profundización, felizmente paralizados por dos sentencias del Tribunal Supremo, han producido durante casi dos décadas. Se trata de un premio inmerecido, porque esta entidad no ha cambiado su deriva contraria a la conservación natural.

Tampoco es aceptable que uno de los premios en la categoría de Cambio Climático se le haya concedido a Hidralia, Gestión Integral de Aguas de Andalucía. Esta empresa privada impulsa un modelo de gestión del ciclo urbano del agua conflictivo con las crecientes demandas sociales de aplicación plena de los contenidos del Derecho Humano al Agua, definido por Naciones Unidas ya en 2010.

De la misma manera, sorprende que el premio a la Gestión Sostenible del Agua, que trata de destacar aquellas prácticas particularmente significativas de conservación y protección del recurso, se le haya concedido a la Asociación Feragua de Comunidades de Regantes de Andalucía, sector que consume y deteriora la mayor cantidad de agua de Andalucía. No se trata de demonizar al regadío, enormemente diverso y de importancia social, económica, territorial y en ocasiones ambiental, pero eso en absoluto justifica el  otorgar a  esta entidad  una distinción de este tipo.

Las organizaciones afirman que tampoco es aceptable el hecho de que la propia composición del jurado para la elección de los premios, con mayoría absoluta (63%) de la propia Consejería, incluyendo seis altos cargos políticos y un técnico de la Consejería, no haya contado con representación de ONGs.

El aspecto de fondo más preocupante es que con estos premios se ha transmitido a la sociedad de manera descarnada la estrategia de desarrollo económica y social que la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, y el conjunto del gobierno de la Junta, plantean para Andalucía. Ahora ni siquiera retóricamente se trasmiten señales de nuevos modelos y estilos de desarrollo sostenible. Se premia ambientalmente a entidades representativas de los núcleos de poder del viejo orden económico y social, refractarios a la necesaria reorientación guiada por los principios de suficiencia, redistribución de la riqueza y la lógica de lo común. Los premios andaluces de medio ambiente han pasado de la devaluación paulatina a la notoria degradación.

El giro dado en estas convocatorias, lejos de mejorar el procedimiento y reconocimiento justo de entidades y personas que son merecedoras de estos distintivos, enturbian y dificulta el proceso de presentación de candidaturas y lo han alejado del día mundial del medio ambiente que es la referencia mundial en este ámbito. Han establecido en definitiva un sistema de méritos clientelares que es en la práctica una sombra chinesca de lo que ellos mismos más han criticado.