Frente a la amenaza, escuela pública

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Foto de Ana Orantes.

Podríamos remontarnos al menos hasta aquella Verdad bíblica que argumentaba que la primera mujer había nacido de la costilla de un hombre creado por la Divinidad, para situarnos en el sistema de ordenamiento que ha sometido a las mujeres a una existencia injusta que, a día de hoy, continúa reproduciéndose. De esa misma Verdad, que condenaba a las mujeres a parir con dolor y a los hombres a trabajar con el sudor de su frente, se desprende también un adiestramiento de los cuerpos que ha relegado a las mujeres al espacio doméstico, para desarrollar las tareas de cuidado y reproducción, vinculadas a un supuesto orden “natural”: la mujer es Madre, en un sentido tanto biológico como simbólico. Madre de sus hijos y Madre de todos los hombres. Por el contrario, ese mismo orden establece que a los hombres se les asigna el espacio público, la tarea de producción, la fuerza de trabajo. En este sistema binario no caben “medias tintas” y el hombre ha ocupado el lugar de hacedor de Cultura. El hombre es el Creador, y ya sabemos qué ocurre cuando solo una parte cuenta y construye el relato. Solo por imaginar un punto de partida.

La incuestionable irrupción de la extrema derecha en el Congreso tras las pasadas Elecciones Generales, no solo ha supuesto una caída en el ranking de la paridad en Europa, encabezada por España desde los anteriores comicios, sino que ha otorgado poder, atención mediática y legitimidad a un discurso basado en el odio que se fundamenta, principalmente, en la reproducción del patriarcado y la desigualdad. Aquella petición de nombres y apellidos de personas trabajadoras por la erradicación de la violencia de género en las instituciones de Andalucía, que a algunxs les pareció una idea peregrina del innombrable juez, se ha extendido como una caza de brujas que trasciende a otras comunidades y colectivos sociales. Desde Valencia a Madrid, se ha solicitado la relación de aquellas personas comprometidas en materia de género e igualdad LGTBI+. Y se meten en nuestros colegios, con nuestros niños y niñas y con nuestras docentes. En la región de Murcia ya se ha aprobado la puesta en marcha del polémico Pin Parental, que insta a que las direcciones de los centros educativos soliciten a los padres y madres una autorización expresa sobre cualquier actividad que afecte a cuestiones que socialmente se consideren “controvertidas”, apelando a la intrusión de la conciencia.

Desde luego, no será la primera ni la última vez que alguien considere empoderante coser botones en la escuela, pero el planteamiento desde el debate público recuerda a tiempos de la Sección Femenina, en apariencia tan superados que a varias generaciones nos lo han tenido que contar. Este impulso reaccionario desde los espacios de poder, especialmente mediático, se canaliza últimamente no solo a través de organizaciones afines, sino que cala en la sociedad hasta el punto de que alienta a las familias a desafiar el respeto a la diversidad y la libertad en las aulas públicas. Sin ir más lejos, en Andalucía contamos con dos ejemplos recientes: la quema de puertas violetas en el IES Antonio de Ulloa de la Rinconada y la denuncia al IES Sotomayor, en Baena, que ha terminado con un profesor en los juzgados, porque los padres de un menor consideraban molesto el visionado de un documental en el que Ana Orantes ponía rostro y voz a la violencia machista hace 22 años.

Por suerte, existe la otra cara de este relato, encarnada en las organizaciones sindicales y los grupos de docentes y alumnado antifascista, que se asocian desde los diferentes territorios para plantar cara a esta amenaza. Frente a la destrucción de una puerta, las entradas de muchos centros se tiñeron de morado, por los mismos motivos que en muchas aulas se ha proyectado el testimonio valiente de Ana Orantes y se multiplican las pancartas de apoyo al centro cordobés en diferentes colegios e institutos con el lema “Cítame a mí también”. Bajo el hashtag #TodoPinTieneSuPuk, USTEA ya ha publicado una guía de actuación contra el Pin Parental*, que aclara las normativas que amparan la formación integral del alumnado en los centros educativos. Todas estas iniciativas, así como el frente común de las Mareas Verdes, sostienen los principios que hacen flaquear las fantasías totalitarias de unos pocos: la lucha por una educación pública, inclusiva y de calidad. Apoyar sus iniciativas y movilizaciones, como la del pasado 15 de diciembre en Sevilla, en un contexto de emergencia educativa, recorte de presupuesto, déficits en las infraestructuras y desprotección frente a diferentes ataques ideológicos, resulta fundamental, porque de otra manera seremos cómplices del plan trazado que somete a la escuela pública a su degradación. Las razones que apelan a la conciencia personal no deberían comprometer ni debilitar en ningún caso la defensa de los Derechos Humanos, por lo que ésta no puede plantearse como objeto de controversia, menos en una institución pública. Por mucho que quieran blanquear la tiranía disfrazándola de
libertad, ésta continuará siendo nuestra. Igual que el verde esperanza.

*http://ustea.es/new/ustea-pone-a-disposicion-de-los-centro-y-losdocentesunaguiadeactuacioncontraelpinparental/? fbclid=IwAR3HANLrzFVgYFL1tZ20ziNmxqlRy
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