El pasado 23 de diciembre, los medios de comunicación mostraron las declaraciones de tres miembros del gobierno andaluz, pronunciadas en una rueda de prensa celebrada en Málaga, con el objetivo de “evaluar” lo ejecutado durante 2019. Hablaron el Consejero de Presidencia, la Consejera de Empleo e Imbroda, Consejero de Educación y Deportes. Estos representantes del gobierno dieron cifras y porcentajes en las materias de su competencia. Los números nos enseñaban lo bien que lo han hecho durante este tiempo. Todas las cantidades eran muy difíciles de corroborar para nosotros, ciudadanos de a pie y, además, estaban disfrazadas de aparente rigurosidad porque algunas terminan en decimales (hasta las centésimas) y se procura que no coincidan con números “justos”. O sea, que no terminan ni en cero ni en cinco. Por ejemplo, Bendodo dijo “Este gobierno cubre el 28 por ciento de las bajas, mientras que el anterior solo llegó al 14 por ciento». ¿Alguien sabe dónde se pueden encontrar estos porcentajes? O el de educación sostuvo que “la partida de presupuestos destinada a Educación, ha aumentado un 8,22 por ciento”. Haremos un acto de fe y nos lo creeremos. O no. Hace tiempo aprendí que hay que desconfiar de las notas oficiales. Suelen ser las menos verídicas.
Pero la guinda al pastel de estas afirmaciones la puso, como no podía ser de otra manera, Imbroda. Según él, había que «despolitizar la educación» y sacar del sistema educativo «cualquier atisbo de ideología». Es más, en la educación andaluza «había un adoctrinamiento para la pertenencia de un partido político en el poder». Y él ha acabado con esta situación.
Veamos. Uno de los elementos más relevantes del pensamiento reaccionario en educación, como ha sucedido en otros ámbitos, es menospreciar conceptos como “lo político” o “las ideologías”. Una gran paradoja, porque son manifestaciones de políticos con una ideología muy clara: la reaccionaria. Es parecido a lo que sucede en otros ámbitos: si nos encontramos inmersos en una conversación sobre los supuestos abusos de los inmigrantes de las ayudas públicas, eso es tan sólo un diálogo “inocente” y “aséptico”. Pero si, a continuación, sacamos a colación cómo las subvenciones -“inyecciones de capital” (ojo, curioso sinónimo)- recibidas por los bancos han hipotecado los presupuestos públicos de aquí a unas cuantas décadas, eso… es hablar de política… Este pensamiento reaccionario que invade nuestras vidas ha conseguido fijar esos límites.
Igual sucede en educación. Dicen que la educación no debe estar politizada. Ahora bien, despolitizar la educación supone rechazar la inclusión de unos contenidos, actitudes y valores contrarios al pensamiento reaccionario. Mostremos algunos ejemplos: política es tratar de forma libre la sexualidad o temas como el aborto en las escuelas; politizar la educación es descubrir la historia del fascismo y de la democracia en Andalucía, sin tapujos ni censuras. Abriendo las cunetas. Ideología es convertir la escuela en un lugar de encuentro entre diferentes para encontrar consensos y acuerdos. Adoctrinar es tratar la diversidad cultural con amplitud de miras, y no ver al distinto como un enemigo, sino como una oportunidad para aprender y construirnos como personas libres e iguales. Adoctrinamiento es defender sacar la religión de los colegios. Es decir, se habla de política cuando se trata de lo que no interesa, o va en contra de sus intereses. Curioso, ¿verdad?
Imbroda se nos presenta como un “nopolítico” libre y virginal. Independiente de cualquier ideología que viene a devolver la educación a los docentes. Docentes, por cierto, que han sido insultados desde el momento que considera que el sistema educativo “fabricaba” militantes del PSOE. ¿Pero, cree que el profesorado andaluz va con el carnet de militante en la boca, ávido de formar simpatizantes de ese partido? ¿Esa es la imagen que tiene de sus maestros y maestras?
Pues bien, no hay que reflexionar en exceso para descubrir que quien hace estas afirmaciones es un Consejero, sostenido por los votos del partido con nombre en latín -una carta de presentación nada recomendable-, que gasta buena parte de su presupuesto público en sostener centros donde el adoctrinamiento religioso aparece desde el primer minuto hasta el último, con una visión sesgada de temas tales como la familia, la sexualidad, la diversidad, el género, la Historia … y ansiosa por hacer “militantes”. Además, este señor permite la presencia en los centros públicos de personas cuyos sueldos salen del erario gubernamental para impartir unas clases cuya finalidad es adoctrinar … Pero eso, amigos y amigas, no es política… es libertad de enseñanza.
Flaco favor está haciendo a la educación andaluza un gobierno que trata de mentirnos de esta forma tan descarada. Manipuladores, tergiversadores y en muchos casos charlatanes de poca monta, que tratan temas tan serios y relevantes para nuestro futuro de esa forma tan poco rigurosa.