El terrorismo patronal sigue imparable. Con las últimas estadísticas oficiales publicadas, vemos como en 2019 sigue creciendo y así nos encontramos con un 6,89% de accidentes laborales más que en el año anterior. Durante 2019 constan registrados en Andalucía 96.234 accidentes de trabajo, esto es 6.204 accidentes más que en 2018. Del total analizado, 95.162 accidentes fueron leves, 980 graves y 92 mortales.
La tendencia es muy clara: la siniestralidad aumenta. Son cada vez más los trabajadores afectados por los accidentes: lesionados y fallecidos. De hecho, la tasa de mortalidad por accidente ha aumentado en un 4,55%. Y esto es directamente proporcional a la avaricia empresarial, que también sigue creciendo.
Merece la pena analizar algunos de los datos que nos ofrecen las estadísticas oficiales.
En primer lugar, podemos atender al número de siniestros en función del tipo de contrato. De los 96.234, 39.820 tuvieron como víctimas a trabajadores con contrato indefinido y 50.664 a trabajadores con contrato eventual. Y de los 92 fallecidos, 30 eran fijos, 51 eventuales y en los 11 casos restante no se especifica. Huelga decir, que precariedad laboral y siniestralidad van siempre unidas. A peor contrato, mayor siniestralidad. La precariedad mata.
Si atendemos al tipo de empresa, vemos que del total de accidentes, 2265 se produjeron en ETTs y 7237 en subcontratas. Trabajando para ETTs falleció 1 trabajador y 15 cuando lo hacían para una subcontrata. El 17,39% de los accidentes mortales tuvo, por tanto, lugar en una situación de encadenamiento patronal. La subcontratación también mata.
Por último, si atendemos a la ocupación, observamos como de los 92 accidentes mortales, 11 tuvieron como víctimas a trabajadores de cuello blanco (directivos y técnicos) y 81 a trabajadores de cuello azul (operarios). La descualificación profesional también mata.
Vistos los datos es innegable que seguimos asistiendo a un fenómeno masivo, devastador y preocupante. Quizá lo más relevante de todo es la tendencia creciente que se observa. Pero no es menos relevante la falta de atención que se presta por los poderes públicos y tampoco es baladí cómo se omite este asunto en las noticias más destacadas de la actualidad.
Urge más que nunca la adopción de planes de contención, destinar mayores recursos, seguir concienciando y repensar el modelo productivo y laboral que sustenta esta fábrica de dolor y muerte. Andalucía no debe ser lugar donde cada cuatro días hay que atender pompas fúnebres porque uno de sus trabajadores vuelve a casa en un ataúd. Esta lacra hay erradicarla. Por eso, es tan importante luchar contra este sistema. A día de hoy, el capitalismo sigue matando trabajadores en Andalucía.