He cometido muchos errores en mi vida (como todas), pero los míos son los que peores consecuencias han tenido para el mundo; mi mundo.
Partir de premisas que damos por buenas cuando apenas despertamos al mundo, en la primera juventud e incluso antes, nos instalan en trabajar a partir de errores de otros que son defendidos como grandes verdades o logros desde los que seguir trabajando y proyectando nuestra propia vida cuando pudo no ser así. La tan repetida frase de que «lo primero es lo primero», lo sé hoy, es una falacia (como tantas otras). Lo primero es antes.
Para alcanzar un objetivo común hay que partir de premisas que nos hagan trazar líneas rojas y fijar otros objetivos, no siempre deseables, sin los cuales el nuestro puede ser inalcanzable o, incluso, un perverso objetivo.
Con la muerte del Franco desperté a la realidad, no porque antes no hubiese tenido suficientes elementos de juicio, sencillamente porque yo no tenía juicio propio y defendía ideas desde la fe a mis mayores, muchos de ellos, luchadores antifranquistas que habían asumido, sin ser conscientes, valores y principios del Movimiento.
Lo primero, con la muerte del dictador, debería haber sido establecer sobre qué bases construir la tan ansiada democracia. Lejos de esto, y basada en nuestra fe en algunos de esos viejos luchadores, dimos por buena una amnistía para los criminales, celebrando que lo era para los represaliados del Régimen, y aceptamos una reglas de juego en las que la baraja estaba marcada y siempre había un rey en la manga del crupier del Régimen naciente. La banca siempre gana.
Lo primero es antes. Y lo primero, desde lo aprendido desde la muerte de Franco hasta la permanencia hoy de su doctrina en este casino al que llamamos España, es la puesta en marcha de una Asamblea Constituyente Democrática participada por toda la sociedad que de forma inequívocamente democrática nos lleve a establecer lo que perdimos hace 85 años: un verdadero Estado de Derecho para todas, con un modelo de Estado pensado para todas y una democracia en la que quepamos todas… y el franquismo y su herencia queden fuera.