Sobre el manifiesto «Andalucía por el diálogo»

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Hoy se ha hecho público un Manifiesto titulado «Andalucía por el diálogo» que firman diversas personas, de variado perfil, con algunas de las cuales (no con otras) me unen coincidencias en diversos temas, incluido el de Catalunya. Hace una semana fui invitado a firmarlo y no lo he hecho, por razones de fondo y de forma que expliqué a sus promotores y que creo conveniente exponer, aunque sea muy en síntesis, para los amig@s a quienes pueda interesar.

Se insiste en este Manifiesto, como en otros varios difundidos en las últimas semanas, sobre la vía del diálogo como solución del «conflicto» y del «choque de trenes». De acuerdo, ¿quién va a estar en contra del diálogo, si hasta el mismo Rajoy repite que siempre ha estado (mentira) y sigue estando (mayor mentira aun) abierto a él? Lo que ocurre es que, a estas alturas, llamar al diálogo y a la «fraternidad» es algo vacío, que no significa nada, si no va acompañado de un claro posicionamiento del sobre qué hay que dialogar, en qué condiciones y quiénes. De estas tres cosas, el manifiesto no dice nada. En su contenido están totalmente ausentes el derecho a decidir de los pueblos y la palabra «soberanía», siendo el problema de fondo, precisamente, en el caso del estado español, si el sujeto de la soberanía es único (el de una «única e indivisible nación española» como afirma la CE, en esto heredera directa del franquismo) o si reside en los pueblos-naciones (Catalunya, Euskal-Herria, Andalucía, Galiza…) que componen el estado español. No entrar en esto, reduce el texto a una mera declaración de buenismo que, más allá de sus intenciones, en su supuesta equidistancia, puede convertirse en un apoyo implícito, y seguramente no voluntario, a quienes tienen el poder de la fuerza y la fuerza del poder de definir lo que es legal o ilegal y de afirmar obscenamente que todo lo que no responde a su legalidad es antidemocrático e ilegítimo. Cuando Catalunya ya ha sido intervenida en varios ámbitos y está en marcha la ocupación total de sus instituciones y, me temo, de sus calles, declaraciones melifluas y angélicas carecen de sentido si de verdad pretenden incidir en los acontecimientos.

Sobre la situación en Catalunya, que no es «el problema» o «desafío» catalán como se empeñan en querer hacernos ver, sino el de la quiebra de los pactos que hicieron posible la Segunda Restauración Borbónica con su Régimen de bipartidismo de la alternancia, ya me declaré en apoyo al Derecho Democrático a Decidir del pueblo catalán firmando un Manifiesto antes del 1 de octubre que apoyaron también compañeros de Asamblea de Andalucía como Manuel Delgado Cabeza, Pura Sánchez y Antonio Sánchez Morillo, junto a varias decenas de ciudadan@s de los diversos pueblos del estado, entre otros Xose Manuel Beiras, Jaime Pastor, Jordi Cuixart, Jordi Sánchez (los dos Jordis hoy encarcelados), Gerardo Pisarello, Daniel Raventós,Joan Tardá, Dolors Sabater, Alfonso Sastre, Manolo Rivas, Ramón Zallo y un largo y significativo etcétera. Entre los andaluces, además de los citados, también eran firmantes Teresa Rodríguez, Juan Manuel Sánchez Gordillo, Benito Zambrano, Gonzalo Sánchez (primer presidente del SOC), Diego Cañamero, Antonio Manuel Rodríguez, Leandro del Moral, Emma Martín, Antonio Manuel Rodríguez y Jose Mª Manjavacas, entre otros. Confieso que no entiendo bien cómo algunos firmantes andaluces de ese Manifiesto han promovido y/o firmado ahora un texto tan descafeinado como el que se ha hecho público hoy. Estoy seguro que lo han hecho con la mejor de las intenciones pero en el ámbito político (y en cualquier otro ámbito) las intenciones valen de poco si no se traducen en compromisos y en acciones. No vale con decir los objetivos: es preciso plantear cómo se llega a ellos en unas circunstancias precisas, que son las de aquí y ahora. Contestar solo «con el diálogo» puede parecer bonito, lavar la conciencia de algunos, pero sirve para bien poco.