Ni de izquierdas ni de derechas

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Fotografía de Andrés Ramírez (https://www.andresramirezfotografia.com/). Pasado, presente y futuro de la bahía de Cádiz #past #present #future #pasado #presente #futuro #bahiadecadiz #cadizbay #barco #ship #cadiz #sanfernando #laisla #laisladeleon #chiclana

A mí que no me quiten mi ideología porque me están borrando la identidad. Ahora que está de moda el “ni de derechas ni de izquierdas” (es decir, de derechas), ahora que está de moda las despolitización de lo cotidiano, ahora que está de moda eso del “sentido común” como si el sentido común fuera algo abstracto que no se encuentra condicionado por lo más conservador del sistema dominante. Ahora que se predica algo tan vacío como la nada y se cuestionan los posicionamientos a favor de lo descafeinado, reivindico el derecho a ser. Por completo, con todas las letras, con todos sus matices.

El domingo, en la última obra de Juan Diego Botto sobre Lorca, contaban la paradoja del barco de Teseo. Una embarcación de la que cambiaron cada una de sus partes: mástil, velas, cubierta… Y, sin embargo, los atenienses cuando lo volvieron a ver aseguraban que ese seguía siendo el barco de Teseo. Porque mantenía el alma, porque guardaba su identidad y su memoria. Y, sobre todo, porque estamos hechos de cosas inmateriales, no de las materiales, más de ideas que de objetos.

Porque defender los Derechos Humanos es ideología. Defender el derecho a la vivienda frente al libre mercado es ideología, defender que no pierdan la vida en la frontera sur, en el estrecho, ni le arranquen la piel a tantas personas en las concertinas de Melilla es ideología. No criminalizar a los menores tutelados, exigir empleo digno y no precario, defender a los más débiles, exigir que aporten más quienes más tienen y el deseo de un mundo más justo, más inclusivo y más igual es ideología.
También en lo municipal, en los Ayuntamientos, y en cada institución se encuentra implícita. En cada decisión, personal y política. Que los coches no sean los protagonistas de las ciudades, que los árboles sean más dueños que el alquitrán, que a los niños le pertenezcan las plazas, que los servicios públicos se blinden, que las vecinas ocupen los barrios, que la vida esté antes que la especulación. Todo, hasta dónde decides comprar el pan, está impregnado de ideología. Y que no te la quiten, que no te la arrebaten, porque es la forma más sencilla de que no se cuestione nada, menos aún los privilegios.
Decían en ‘La Escopeta Nacional’: “Soy apolítico total, de derechas, como mi padre”.
Por eso, reivindico mi ideología, para que nunca, absolutamente nunca, permanezca neutral ante el odio.