Un año más, los periodistas andaluces nos hemos concentrado en el monolito de Constantino Ruiz Carnero para denunciar el preocupante retroceso de la libertad de prensa en el mundo y rendir homenaje a los compañeros, asesinados o presos, por defender el derecho a una información veraz y de calidad. El monolito se encuentra en la Calle San Matías y se ha convertido en uno de los lugares simbólicos para el periodismo andaluz, pues aquí estuvo la sede de El Defensor de Granada, el diario republicano, cerrado violentamente por los franquistas en 1936. Su director, el periodista Ruiz Carnero, decía: “La pluma deber servir para algo más útil y más vibrante que trazar bellas notas de color y emborronar cuartillas, ha de formar el alma del pueblo”. Por eso, fue torturado hasta la muerte y fusilaron su cadáver en las tapias del cementerio. También fue ejecutado en este muro del terror José Gómez Abarca, periodista del Faro Rojo de Motril.
En Málaga, fueron asesinados Eduardo León, director del diario El Cronista, Vicente Davox, director del Diario de Málaga y Rosendo Márquez, director del diario Julio. Y en Córdoba, fue acribillada la periodista René Lafont. Se calcula que un centenar de profesionales de la información fueron ejecutados durante la guerra civil. Los mataron por buscar la verdad y ser valientes para contarla. Y por este mismo motivo, los siguen matando en la actualidad. Precisamente en 2023 se cumplen veinte años desde que Julio Anguita Parrado y José Couso fueron asesinados cuando informaban sobre la guerra de Irak.
Según los informes de Reporteros Sin Fronteras y de la Federación Internacional de Periodistas, el balance de ataques cometidos contra los profesionales de la información en todo el mundo arroja en 2022, y en lo que va de 2023, un récord de 533 compañeros en prisión. Asimismo, el número de periodistas asesinados se sitúa en 68. Ucrania en primer lugar, donde ya han perdido la vida 12 periodistas, desde que empezó la guerra; y México, en segundo lugar, con la muerte de 11 profesionales de la información. Además, 65 periodistas están secuestrados y 49 se encuentran desaparecidos.
La guerra de Ucrania explica el incremento de periodistas asesinados, ya que sólo en los seis primeros meses del conflicto, ocho periodistas perdieron la vida. Entre ellos, el reportero gráfico ucraniano Maks Levin, ejecutado a sangre fría, y el periodista de la cadena francesa BFM TV, Frédéric Leclerc-Imhoff, muerto por el impacto de un obús cuando cubría una operación de evacuación de civiles. Hay que denunciar también el caso de Zhanna Kyselova, periodista secuestrada en su casa, junto con uno de sus vecinos. Desconocemos su destino. O la periodista rusa Oksana Baulina, que trabajaba para el medio ruso de investigación en línea The Insider, siendo asesinada por un dron kamikaze.
Tampoco olvidamos al camarógrafo franco-irlandés Pierre Zakrzewski y la productora ucraniana Olexandra Kuvshynova, que murieron en el ataque al canal de televisión Fox. O el caso de Evgeny Sakun, camarógrafo del canal local de televisión Kyiv Live , muerto durante otro ataque a la torre de televisión de Kiev. Y el documentalista estadounidense Brent Renaud, que recibió un disparo mortal en la nuca, mientras conducía su automóvil cerca de Kiev.
El peligroso oficio de informar
México vive desde hace años una guerra no declarada contra el narcotráfico y se ha convertido en el segundo país del mundo con mayor riesgo para ejercer la profesión, superado sólo por Ucrania, a causa del conflicto bélico. Desde 2022, ha registrado más de 11 periodistas asesinados, es decir, casi el 20 por ciento de profesionales que han perdido la vida este año, en todo el mundo. Esta cifra, junto a las de Haití, con seis asesinados, y Brasil con tres, hacen de América Latina la región más peligrosa del mundo para los periodistas. Cerca de la mitad de los asesinatos de este año se han producido en suelo latinoamericano.
En Palestina, las comunicadoras Shireen Abu Aqleh y Ghofran Warasnah, también fueron asesinadas por el ejército israelí, por disparos en la cabeza. Asimismo, 187 periodistas o trabajadores palestinos resultaron heridos por balas, golpes o fueron utilizados como escudos humanos, mientras 149 sufrieron arrestos o deportación. Sin olvidar los 59 casos de allanamiento de viviendas o de oficinas y de destrucción de equipos de prensa, según datos de Reporteros sin Fronteras.
En prisión, por contar la verdad
China, donde la censura y la vigilancia han alcanzado niveles extremos, se mantiene como la mayor prisión de periodistas del mundo, con 110 compañeros encarcelados. Recordemos también el caso de Julian Assange, que está preso en una cárcel del Reino Unido y pendiente de ser extraditado a Estados Unidos. Assange podría ser condenado a 175 años de cárcel por publicar “documentos secretos” en Wikileaks, que revelan presuntos crímenes de guerra cometidos por el ejército estadounidense en Irak. Y Rusia tampoco se salva. Ivan Safronov, uno de los mejores periodistas rusos de investigación, ha sido condenado a 22 años de cárcel por haber revelado “secretos de Estado”. Sin olvidar a Pablo González, el periodista español de origen ruso, que lleva más de un año preso en Polonia, acusado sin pruebas de “espionaje” por el gobierno polaco.
Por cierto, cada vez es más elevado el número de mujeres periodistas en prisión. Actualmente, 78 están entre rejas, lo que supone un aumento histórico del 30%, respecto al año pasado, según recoge un informe de Reporteros Sin Fronteras. Entre las compañeras detenidas se encuentran Nilufar Hamedi y Elahe Mohammadi, que denunciaron la muerte de la joven kurda iraní Mahsa Amini. Ambas se enfrentan a la pena de muerte.
Y otro dato preocupante nos llega de Afganistán. De las 2.300 mujeres periodistas censadas antes del 15 de agosto de 2021, fecha en la que llegó al poder el régimen talibán, menos de 200 continúan actualmente en activo. El 90 por ciento de las mujeres afganas, que hace dos años intentaban ejercer el periodismo, han abandonado su trabajo y, una parte de ellas, ha huido del país.
Periodistas secuestrados
Y para acabar esta siniestra estadística, hay que recordar también que 65 periodistas y trabajadores de medios de comunicación están secuestrados actualmente en todo el mundo. Entre ellos, el francés Olivier Dubois, que lleva más de 20 meses en manos del Grupo de Apoyo al Islam, afiliado a Al Qaeda en Malí. También, el periodista norteamericano Austin Tice, secuestrado en Siria, desde hace ya 10 años. Por último, dos nuevos periodistas se suman a la lista de desaparecidos en 2022, formada ya por 49 profesionales de la información en paradero desconocido. Por todo ello, es más necesario que nunca exigir justicia y denunciar que los periodistas siguen estando en el punto de mira de los que pretenden ocultar la verdad.