Por nuestra seguridad

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Por la compra de unos calcetines en el corte inglés, un vale promocional para una alarma que garantice “la seguridad de tu hogar”: Contrata tu alarma desde solo 9,90 euros/mes durante los 4 primeros meses, 29’90 euros/mes desde el 5º mes (promoción válida hasta el 30 de septiembre de 2021). Por cómo lo dicen, nos encontramos, sin duda, ante un auténtico chollo…

Nuevo anuncio en televisión: Dos mujeres se encuentran en el rellano de la escalera listas para ir al gimnasio:

– Hola.

– Hola, ya estoy.

– Oye, por cierto, ¿qué tal con la alarma?

– Bien, la pongo por las noches y siempre que salgo de casa.

– Sí, yo también me voy a poner una. Porque soy la única sin alarma.

– Pues haces muy bien, porque hoy en día, que si te entran a robar, que si se te mete alguien en casa, ya verás que con la alarma vas a estar mucho más tranquila.

– Ya, por eso.

Seguramente, a la vuelta del gimnasio de mi barrio o de comprar unos calcetines en el corte inglés, haya una familia al completo viviendo en mi casa.

¿De verdad alguien tiene conocimiento real de algún caso así? No, porque esto no ocurre. Lo que sí existe es el negocio de la seguridad, un negocio que no para de crecer a costa de alimentar miedos; aunque sean infundados, aunque las probabilidades de que suceda lo temido sean más que remotas. “Ahora están ocupando las azoteas”, me informó una vecina para que no se me olvidara echar la llave de arriba para impedir que entrasen hordas de gente desalmada.

La conexión entre medios de comunicación y poder no es ningún secreto. Prensa, radio y televisión (controlados por grupos financieros) nos señalan a qué y a quién debemos temer, por supuesto con la inestimable contribución del morbo y la poca vergüenza de quienes cobran por hablar, con total seriedad y en calidad de expertxs, de lo que le mandan. Así, con su presencia cotidiana, mientras desayunamos, conducimos, compramos…, asumimos el supuesto peligro inminente.

Claro que vivimos en la sociedad del riesgo, pero, como ya afirmara Ulrich Beck, es la propia racionalidad del sistema la que provoca esos riesgos. Riesgos más que reales. No conocemos a nadie a quien le hayan ocupado la casa al irse a comprar el pan, pero sí vemos demasiadas veces a personas, rodeadas de sus pertenencias, durmiendo en las calles. Personas y familias a las que han dejado sin casa por carecer de ingresos. También sabemos de gente llegada a nuestra ciudad que, por no poder pagar una habitación, ha tenido que ir a vivir a los asentamientos de Huelva. Ninguno se ha puesto a ocupar casas.

Claro que tiene sentido reivindicar seguridad, seguridad para todas y para todos, porque la cruda realidad se nos puede venir encima, se nos está viniendo encima. Y eso da miedo. Miedo fundado. MIEDO A LA INSOSTENIBILIDAD DE LA VIDA por la escasez de agua ante el aumento de demanda de la agricultura intensiva y de zonas de recreo para el turismo; MIEDO A LA POBREZA ENERGÉTICA porque puede que nuestrxs hijxs pasen frío este invierno por no poder encender la calefacción ante lo desorbitado del precio de la luz; MIEDO A VIVIR EN LA CALLE por no poder pagar la hipoteca o el alquiler y vernos desahuciados con la familia; MIEDO A TENER QUE EMIGRAR SIN GARANTÍA DE RETORNO al no encontrar trabajo en nuestro país y tener que buscar el sustento fuera; MIEDO A MALMORIR, a enfermar y no recibir atención necesaria por la falta de personal y recursos en la sanidad pública…

¿Dónde está nuestro derecho a vivir sin miedo a que nos arrebaten, por la voracidad y ansias de dinero y poder de algunos, la paz, el pan y el techo? ¿Por qué no se habla de nuestro derecho a la seguridad en todos estos campos? De nuestro derecho, en definitiva, a tener y dar una vida digna. No queda otra que levantarse y rebelarse por nuestros derechos, no queda otra que seguir organizándonos en las múltiples luchas.

Get up, stand up
Stand up for your rights

Get up, stand up
Don’t give up the fight

(Bob Marley)