Como es usual, las crónicas y análisis de tertulianos y «expertos» -y no digamos las valoraciones de los partidos- sobre los resultados de las elecciones de este domingo se centran en cuestiones y gacetilleos para que no veamos lo fundamental, aunque lo tengamos delante de los ojos. Desde mi análisis, lo fundamental es lo siguiente:
Contrariamente a lo que se afirma, de forma generalizada, el Régimen del 78 ha salido fortalecido –y de eso se trataba- porque la suma de diputados (y de votos) de PSOE-PP ha subido (19 diputados), con lo que el bipartidismo de la alternancia, que es uno de sus pilares fundamentales, es hoy más fuerte que tras el 28 de abril. Ya se pondrán de acuerdo ambas cúpulas dirigentes, públicamente o por debajo de la mesa -o serán disciplinadas por el Ibex35 y los otros poderes fácticos para que lo hagan-, con el fin de actuar como corresponde al papel que se les ha asignado desde el Sistema haciendo posible lo que llaman gobernabilidad. Y sin deteriorar demasiado la puesta en escena de la supuesta pugna izquierda-derecha.
A este respecto, el empeño de Iglesias en que Unidas Podemos se siente en el consejo de ministros contribuye (sea conscientemente o por ceguera) a blanquear al PSOE, o más exactamente a alimentar la falsa ilusión de que este, con un marcaje estrecho, co-gobernando con él aunque sea en posición subalterna, hará políticas de izquierda. Parece desconocer la naturaleza de ese partido y a quienes se debe desde su refundación en Suresnes. Y parece mentira que personas como él, versadas en ciencias políticas, no sean conscientes de que las presiones (mejor los mandatos) del Ibex35 y los poderes fácticos son mucho más fuertes que las que pueda ejercer UP (que se debilita, además, en cada elección).
El que VOX haya más que duplicado sus diputados debería llevar a un urgente análisis del por qué la ultraderecha ha comenzado a ser aquí, como lo es en casi toda Europa desde hace unos años, no solo el lugar de los ideológicamente fascistas sino, crecientemente, el de muchos de quienes sufren el malestar y los problemas de una vida cada día más injusta, precaria e insegura. Considero que es la renuncia a hacer este análisis desde la izquierda y a plantear abiertamente salidas estructurales desde un anticapitalismo no dogmático, y desde la defensa de la soberanía de las personas y los pueblos, lo que ha dejado abonado el campo a la demagogia de la ultraderecha. Debería hacernos pensar que Vox haya fracasado precisamente allí donde el soberanismo es potente.
También los partidos soberanistas han avanzado. De un total de 32 diputados en abril han pasado a 36 ahora (y no incluyo a los regionalistas canarios, cántabros y turolenses). Y Esquerra Republicana ha ganado las elecciones en Catalunya. Esto sí constituye un peligro para el Régimen, por lo que no es casual que en la Asamblea de Madrid, a iniciativa de VOX, se acordara con el apoyo de PP y Cs, hace unos días, plantear la ilegalización de los partidos “que actúen contra la unidad de España”. Como tampoco es casual que se insista ahora en una reforma de la ley electoral para minimizar la influencia de esos partidos.
Y respecto a Andalucía en concreto, era sabido que, fuera cualquiera el resultado electoral, ninguno de los 61 diputad@s que salieran de las urnas iba a ser andalucista ni nada parecido. Incluyendo los que obtuvieran escaño por Unidas Podemos (que habían sido designados desde Madrid). Pero este es un tema necesario de analizar más despacio.
Me atrevo a animar a quienes gastan mucho tiempo en programas de televisión o radio sobre elecciones, partidos, etc. -programas en los que nos dicen dónde debemos mirar y qué debemos pensar- a mirar y pensar por sí mismos. Los datos están ahí: salgamos de la anestesia y hagamos preguntas diferentes a esos datos. No es preciso tener ningún máster para sacar conclusiones diferentes a las que nos ofrecen, como si fueran verdades incontestables, quienes retozan en el pesebre (o, dicho «más fino», los intelectuales orgánicos del Régimen).
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