Hace unas semanas se publicó la resolución de la Dirección general de industrias y cadena agroalimentaria de la Consejería de agricultura por la que se resolvían las subvenciones para el apoyo a inversiones en el marco del programa de desarrollo rural de Andalucía 2014-2020. La línea de ayuda se denomina «subvenciones a proyectos de inversiones materiales e inmateriales en la transformación, comercialización o desarrollo de productos y subproductos del sector oleícola y aceituna de mesa».
Se trata, por tanto, de subvenciones que se conceden en el marco del Programa de Desarrollo Rural de Andalucía, cofinanciado por el Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER). Recursos económicos públicos destinados a mejorar el medio rural andaluz.
A la convocatoria se presentaron aproximadamente 200 solicitudes y el total de ayudas concedidas alcanza casi los 29 millones de euros. De este total, tan sólo tres expedientes han acaparado el 50%. No faltan las críticas ante tal acumulación de dinero en unas herramientas que tienen por objetivo el desarrollo del medio rural andaluz.
Además, los principales beneficiarios han sido los mayores grupos cooperativos de Andalucía, DCOOP y Agro Sevilla. El primero con 5 millones de euros de forma directa (además de 4.500.000 a la SCA San Francisco, una de las mayores cooperativas del grupo); el segundo, Agro Sevilla, con 3.705.000 euros.
En realidad, tanto DCOOP como Agro Sevilla funcionan como grandes corporaciones o grupos industriales convencionales, muy alejados del modelo cooperativo. Su verdadera vinculación con el mundo cooperativo es que utilizan a decenas de pequeñas cooperativas agrícolas del medio rural andaluz para un suministro privilegiado de materia prima (aceituna principalmente).
Además, los grandes industriales de la aceituna de mesa sevillana, Ángel Camacho Alimentación (aceituna Fragata, como marca principal) y Aceitunas Guadalquivir (familia Escalante), reciben algo más de 600 mil euros el primero y casi medio millón de euros el segundo.