Ya se huele a azahar, ya los naranjos lucen sus botones blancos y desparraman su perfume por las calles y plazas de Andalucía. Los heraldos de la primavera ya están aquí. Atrás quedaron los fastos y celebraciones del 28-F. Mientras en el Parlamento y en el Maestranza se celebraban los actos institucionales con entrega de medallas y de reconocimientos, (siempre habrá controversia sobre quienes son nombrados, dependerá del jurado de turno), en la calle hubo manifestación pidiendo derechos y reivindicaciones sociales y laborales, como ocurre cada año. Llevo 43 años en Andalucía. Nací en Madrid, pero me siento ya más andaluz, por años de vivencia y pertenencia a esta comunidad que me acogió en 1980, y me dio trabajo ante los micrófonos de Radio Sevilla, para pasar más tarde a la Oficina del Portavoz de la Junta y a otros medios, como RNE,COPE, TVE y CSTV, donde me jubilé en 2013 dirigiendo y presentando «Tierra y Mar», uno de los programas emblemáticos de la TV pública andaluza. Me atrapa la belleza y riqueza natural de esta tierra que hunde sus raíces en Tartessos, en Gades, en Itálica, en Munigua, o en Carmona. Admiro y me impresionan el mihrab, y las 1.200 columnas de la Mezquita de Córdoba, los arabescos y el salón del trono del Real Alcázar de don Pedro en Sevilla, el esplendor nazari en la Alhambra, la esbeltez de las Alcazabas de Málaga y Almería, o del castillo de Santa Catalina en Jaén. Esplendor del Renacimiento en Úbeda y Baeza, Huelva la orilla, de las tres carabelas y Sevilla. Blas Infante, los campesinos y jornaleros abandonados a su suerte, los agricultores y ganaderos y pescadores de bien que pierden y ven mermadas sus rentas, no esos advenedizos que cogen su «peaso» tractor, lo llenan de banderas de España y toman las carreteras, pero les miras sus manos, y son de señorito que manipula políticamente las justas reivindicaciones de la mayoría de la gente honrada del campo y de la mar, con callos y arrugas en las manos y en la frente. Andalucía es su dehesa, sus sierras, sus montañas, sus valles, sus pueblos blancos, los 785 municipios andaluces luchando por no despoblarse; sus ríos, el gran río Guadalquivir, el Guadalhorce, Genil, Guadalmellato, Guadalevin, Guadiamar, Guadalete, y muchosmás. Andalucía y sus más de 800 kms de costa desde Ayamonte e Isla Cristina, el Rompido, Cartaya, Lepe, Huelva, Sanlúcar de Barrameda, Conil, Chipiona, Rota, Cádiz, Puerto de Santa María, Barbate (fuera el narcotráfico, y tristeza por los dos guardias civiles asesinados), Zahara de los atunes, Bolonia, Tarifa, Benalmádena, Fuengirola, Mijas, Marbella, Torremolinos, Málaga, Nerja, Vélez Málaga, Motril, Salobreña, El Ejido, Aguadulce, Níjar, hasta las playas salvajes de Cabo de Gata. Tus parques naturales (Cazorla, Segura y las Villas, Grazalema, Sierra Norte de Sevilla, los Pedroches, Andújar, Subbética cordobesa, Montoro y Cardeña, Parque del Estrecho, Cabo de Gata, Sierra de Aracena, Sierra de Huétor Tajar, Filabres, Despeñaperros, acantilados de Barbate, Marismas del Odiel, etc, etc), y los parques nacionales: Doñana (HU), Sierra Nevada (GR) y Sierra de las Nieves (MA). Andalucía tiene nombre de mujer, es femenina, y las mujeres son esenciales en el medio rural donde luchan y traen hijos para evitar el despoblamiento. Andalucía, son sus olivareros, sus agricultores, sus hortelanos, sus ganaderos y pastores trashumantes; sus pescadores y marineros, los campos de cultivo, sus linces y sus lobos (ya inexistentes), sus ovejas, cerdos y toros. Andalucía es arte, pictórico, literario, musical, poético, con un despliegue de artistas de todas las disciplinas y por supuesto el flamenco como arte mayor, con Mairena, La niña de los Peines, Camarón, Morente, Linares, Rocío Márquez, Poveda, Vicente Amigo, Tomatito y Paco de Lucía y tantos otros y otras. Andalucía es dignidad en el campo para sus hombres y mujeres, sueldos y jornales justos, precios justos y producción ecológica como nuestros AOVES que triunfan en los mercados europeos, junto a las frutas y hortalizas y los berries. Andalucía sabe a pan recién salido del horno y a cantes de trilla tras la siega, y cantes marineros cuando los barcos regresan a puerto con las cajas llenas de pescado. Andalucía es su gente anónima, mujeres y hombres que se levantan para ganarse el pan con el sudor de la frente, o de las manos, o del estudio. Andalucía es talento en ciencias y en tecnología, en artes y en letras.»Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú»; «Verde que te quiero verde, verde viento verde rama/ la barca sobre la mar/ y el caballo en la montaña». De Bécquer a Lorca, Juan Ramón, Cernuda, Aleixandre, pasando por Machado: «Al andar se hace camino y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar».»Olivar por cien caminos/ tus olivitas irán a cien molinos». Libertad sin ira de Jarcha, premiados con medalla, ¡enhorabuena!, y las mujeres y hombres y niños y ancianos andaluces que caminan hacia un futuro incierto dominado por el Cambio Climático y por un turismo masificado que habrá que controlar antes de morir de éxito. Las mujeres andaluzas y por extensión las españolas, ya preparan su jornada reivindicativa del 8 de marzo, aunque la verdadera libertad e igualdad llegará el día que no haya que celebrar el 8 de marzo. Esperemos verlo más pronto que tarde. Andalucía ya huele a primavera y a azahar, ya se vislumbra la Semana Santa que inundará las calles de música, imágenes, fe, religiosidad y pasión por las tradiciones y luego vendrán las ferias y el gozar, el reír, el beber, el cantar y el bailar. La noria de la vida que cada año no deja de girar con sus costumbres, fiestas y tradiciones gobierne quien gobierne y caiga quien caiga. ¡Viva Andalucía, su pueblo, sus mujeres y hombres, su gente!