El término Antigitanismo es un concepto de reciente uso el cual ha aparecido en la escena pública debido a la presión ejercida desde los movimientos sociales gitanos y pro-gitanos, motivados por la falta de visibilización del racismo generalizado hacia las personas gitanas. El trabajo y la presión social ejercida por estos movimientos con la intención de visibilizar esta problemática, ha propiciado la creación de diferentes recomendaciones, planes y estrategias por parte de las instituciones europeas para combatir esta situación.
A pesar de este denominado “reconocimiento institucional”, su naturaleza e implicaciones aún no son comprendidas por la sociedad mayoritaria. Simplemente se categorizan como tal, la expresión de estereotipos en la esfera pública de manera explícita, o actos antigitanos que en muchos casos ni son tipificados como delitos de odio. Sin embargo, el Antigitanismo recoge un espectro mucho más amplio, y aún más si ponemos el foco de atención en las mujeres gitanas, donde existen actitudes, expresiones, prácticas discriminatorias habituales o simplemente la invisibilización de la diversidad Gitana, que dan como resultado formas explícitas de Antigitanismo, a pesar de no ser detectadas ni por las organizaciones públicas ni por la sociedad mayoritaria en general.
El antigitanismo, no es fruto de la situación de vulnerabilidad social en la que viven un alto porcentaje de la población Gitana, siendo mucho más elevado si prestamos especial atención a las mujeres o el resultado de su “diferencia”, entendida como la subalternidad a la que se han visto relegadas las personas gitanas. Es decir, entender la integración como herramienta para combatir el antigitanismo es un estrepitoso error[1], ya que en esta está el origen del mismo, olvidando las voces gitanas por completo. Lo que diferencia al antigitanismo de otras formas de racismo, es el alto nivel de aceptación que existe en la sociedad mayoritaria. Así, hay una indulgencia general hacia las actitudes y prácticas antigitanas: desde el uso del lenguaje hasta la representación estereotipada de las mujeres gitanas en los medios de comunicación, son tan cotidianas que son imperceptibles por la ciudadanía incluso legitimando los fuertes estereotipos que residen en la población Gitana. El estigma moral hacia otras formas de racismo está en gran parte ausente para el Antigitanismo: es la norma y no la excepción en el discurso público. El Antigitanismo no sólo está muy difundido, sino también profundamente arraigado en actitudes y prácticas institucionales.
En este breve repaso de acercamiento a la epistemología del Antigitanismo, en rasgos muy generales, no se ha realizado desde una perspectiva de género, centrando la atención en las mujeres Gitanas. Al igual que ocurre en la sociedad mayoritaria en lo referente a las voces de las mujeres, que han sido históricamente silenciadas, entre los Pueblos oprimidos, como es el caso de las mujeres Gitanas, son casi inexistentes los perfiles que se conocen más allá de los que están cargados de prejuicios y estereotipos.
La historia de represión vivida por las mujeres, está cargada de una serie de componentes que las han relegado a lo largo de la historia hasta la actualidad a una posición de subalternidad en la que se encuentran muchas de ellas, donde ya los estereotipos de género conocidos que sufren las mujeres llegan a su máximo exponente cuando se combinan las variables de raza, clase y género tal y como apuntaba Angela Davis. A pesar de que se resuma tan bien en su célebre frase “el feminismo será antirracista o no será”, parece ser que en muchas ocasiones los feminismos hayan olvidado esta premisa tan fundamental. Inicialmente, la teoría feminista solo se ha centrado en torno a la discriminación por cuestión de género, por lo tanto ha dejado fuera las demás variables que afectan a las mujeres, con lo que la dignidad y defensa de sus derechos no quedaba abordada de manera completa. Las múltiples discriminaciones que pueden sufrir las mujeres lo son por varios aspectos, fruto de los estereotipos negativos que le son otorgados, con lo que amplifica de manera exponencial su discriminación y rechazo.
La vulnerabilidad, la invisibilización y el asistencialismo que sufren las mujeres Gitanas por parte de la sociedad mayoritaria, siendo objetos constantes sus propios cuerpos, es la punta del iceberg del impacto que tiene el Antigitanismo de género. Las mujeres Gitanas han sido representadas fuera de cualquier marco heteronormativo, representadas siempre en los márgenes de la sociedad, fruto del Heteropatriarcado más racista en sus diversas formas.
La posición que ocupan las mujeres gitanas en la esfera pública ya desde bien entrado el S. XVIII, dista mucho de lo recogido en la historia del feminismo hegemónico. En esta época las mujeres Gitanas ya trabajaban fuera del hogar, fundamentalmente en los trabajos artesanos propios de este sector poblacional, así como el más popularizado entre la población Gitana, la dedicación al mundo artístico.
La representación de las mujeres no ha evolucionado para todas por igual, los perfiles hegemónicos sí han conseguido en numerosas ocasiones dejar atrás los tradicionales roles de género, pero se han olvidado de las mujeres que se encuentran en los márgenes de esos perfiles hegemónicos. Debemos repensar qué feminismos estamos construyendo, en plural, ya que cada vez somos más las que apostamos que no existe un solo feminismo y que ello enriquece la lucha contra el patriarcado en sus diferentes expresiones. Superar el modelo único, que actúe como el espejo donde el resto de mujeres deban de mirarse, es un reto importante a superar, donde se abra esa mirada global cuyo objetivo sea la justicia social y la garantía de Derechos en igualdad.
[1] https://sosracismo.eu/wp-content/uploads/2016/05/Informe-2010.pdf