ADIF se han convertido en los últimos treinta años en uno de los mayores especuladores de Sevilla. Las instalaciones manejadas por RENFE y posteriormente ADIF proceden en su práctica totalidad de la cesión gratuita de suelos de la municipalidad de Sevilla para la construcción del ferrocarril hace algo más de un siglo. Estos a su vez proceden de la abundancia de suelos municipales con los que contaba con la ciudad, incluido el prado de Santa Justa que da nombre a la estación que es principal puerta de entrada a la ciudad. El geógrafo y urbanista Antonio Martín llegó a escribir un libro donde describe en profundidad el latrocinio.
Aunque este tipo de infraestructuras suelen parecer indiferentes respecto de su entorno, la estación de Santa Justa se encuentra rodada de barrios, tanto obreros como de clase media, que se han relacionado y han usado históricamente los solares de la zona. Con la reestructuración del tejido ferroviario, los suelos liberados fueron por lo general recalificados en altas densidades para usos residenciales, lo que supuso un enorme lucro para la entonces RENFE a costa del legado de la propia ciudad. Lo que podría haber sido un extenso corredor verde, entre las estaciones de San Bernardo y Santa Justa, se convirtió en una sucesión de bloques de pisos en manzana cerrada y uno de los sectores residenciales más caros de la ciudad en la actualidad.
La reordenación de Santa Justa, en proceso de aprobación, pondría en juego casi 120.000 m2 de suelo no desarrollado. Este plan es una determinación que venía contenida en el PGOU de 2006. El hecho de que 15 años después no se hayan puesto en juego estos solares, da una idea del enorme poder y la vocación especulativa que ha tenido esta empresa pública respecto de suelos que hoy tienen una enorme centralidad y valor.
Según publica un diario local, las alegaciones del Colegio de Arquitectos habrían frenado la propuesta de reordenación del Ayuntamiento para Santa Justa. Una afirmación matizable, dado que estas solo son unas de las muchas alegaciones que se han hecho contra este proyecto, como sucede con cualquier otro. La cuestión es que el ataque furibundo del Colegio de Arquitectos contra el actual proyecto parece responder en gran parte al rechazo del Ayuntamiento al proyecto inicialmente propuesto el estudio Cruz y Ortiz, encargado por ADIF. Este proyecto pasaba por encima de las determinaciones del PGOU incrementando la edificabilidad y eliminando las viviendas sociales proyectadas. En su lugar, se ampliaban las instalaciones de la propia ADIF, financiadas con varias torres de usos comerciales y de oficinas. En conjunto, el proyecto suponía una propuesta de megaproyecto, otro mamotreto, que es tan del gusto de ingenieros y arquitectos pero que ignora por completo la opinión de los vecinos. Este fue sustituido por un nuevo proyecto elaborado por la Gerencia de Urbanismo, mucho más austero y acorde con el planteamiento inicial del PGOU de la ciudad, y que es el que ha sido sometido a información pública y alegaciones durante el último año
La defensa de un proyecto como el presentado por el estudio Cruz y Ortiz, supone un apoyo a los intereses de ADIF y contra los de la propia ciudad. ADIF puede tener sus intereses legítimos, pero estos no coinciden necesariamente con los del conjunto de los sevillanos. El proyecto se desvincula de cualquier relación con los barrios de su entorno e ignora cualquier tipo de uso social en suelos con una ubicación estratégica. Los suelos de santa justa deben servir a los intereses de los vecinos y no para alimentar egos particulares.
La plataforma Santa Justa, que agrupa a asociaciones de vecinos, de comerciantes y ecologistas, lleva desde la publicación del proyecto municipal reclamando la inclusión de dotaciones de proximidad en el proyecto, que satisfagan las necesidades de los barrios circundantes, así como más y mejores espacios verdes. También se ha manifestado contra la inclusión de un nuevo rascacielos para la ciudad dentro del proyecto del Ayuntamiento y ha mostrado su preocupación por los efectos de la torre comercial sobre el comercio local y sobre la congestión del tráfico en la zona. El proyecto del ayuntamiento no es perfecto, pero el de ADIF y sus arquitectos es mucho peor y es contrario por completo a los intereses de la ciudad.