El próximo gobierno andaluz, surgido del 19J, volverá a ser de derechas, pero al menos, no estará la ultraderecha. Pedro Sánchez ha bajado al Sur, con una cohorte de ocho ministros, para apuntalar a Juan Espadas, pero no lo ha conseguido, pues ha presentado un candidato sin carisma. Muchos electores han preferido el mal menor. Han dado la mayoría absoluta a Juanma Moreno para frenar el avance de la extrema derecha, que pretendía sentarse en el Consejo de Gobierno. Populares y socialistas han aprendido a envolverse en la bandera verdiblanca, sólo en campaña electoral, y a tejer una red clientelar para perpetuarse en el poder. Unos y otros siguen viendo a Andalucía como un granero de votos para conseguir lo que de verdad les interesa: el sillón de la Moncloa. ¡Ay de mi Andalucía, sólo se acuerdan de ti cuando llegan las elecciones!
El mejor dato del 19J es que los andaluces no han permitido que el fascismo entre en la Junta de Andalucía, mérito en gran medida del Carnaval de Cádiz. Comparsas y chirigotas han hecho una potente “campaña electoral” contra el partido de Macarena Olona y se ha notado en las urnas. No obstante, resulta paradójico que un partido como VOX se consolida como tercera fuerza política en la cámara andaluza, cuando uno de sus objetivos es la abolición del Estatuto de Autonomía. Precisamente, para defender los derechos de Andalucía como nacionalidad histórica, emerge Adelante Andalucía, una nueva formación andalucista en proceso de creación. Asimismo, los partidos de la Izquierda tendrán que poner fin a su lucha cainita, lo antes posible, si quieren recuperar el voto progresista, que se ha ido a la abstención. Y deberán desmontar, con argumentos y mucha pedagogía, la retórica centrista y moderada de Juanma Moreno, un lobo con piel de cordero, al servicio de los fondos buitre y de las multinacionales.
En 40 años de Autonomía, el panorama político andaluz se ha invertido de forma inquietante. Con las primeras elecciones autonómicas de 1982, el 70 por ciento de los andaluces votaron a la Izquierda. Había un potencial tremendo que se ha diluido y ahora estamos asustados porque vienen los reconquistadores de VOX. ¿Qué ha pasado para llegar a esta situación? Para empezar, no olvidemos que el PSOE, en los 37 años que estuvo en el gobierno andaluz, se empleó a fondo para desactivar la conciencia autonomista, surgida en la Transición, con las manifestaciones del 4 de Diciembre de 1977. Recordemos que aquel primer Día de Andalucía movilizó a millón y medio de andaluces en defensa de una Autonomía plena: no queremos ser más que nadie, pero tampoco menos. El PSOE acabó con el espíritu del 4D y condenó al olvido a Manuel García Caparrós, asesinado cuando se manifestaban en Málaga por la Autonomía. Es decir, aplicó la política de la desmemoria.
El humillante sistema de peonadas para cobrar el subsidio
No conforme con esto, renunció a la Reforma Agraria que fue la histórica reivindicación de aquel proyecto autonómico para hacer justicia social a los jornaleros sin tierra. Todavía recuerdo los carteles del Instituto Andaluz de Reforma Agraria (IARA) que proclamaban: ¡Comarca de Reforma Agraria! en fincas manifiestamente mejorables. Pero el PSOE no se atrevió a enfrentarse a la poderosa oligarquía latifundista, retiró los carteles y puso fin a aquella reforma tan esperada en el campo, cuyo objetivo era fomentar la cultura del trabajo y el cooperativismo. Y para evitar un estallido social en el campo andaluz, pues los terratenientes seguían sin dar trabajo, optó por el Plan de Empleo Rural y el humillante sistema de 30 peonadas para conseguir el subsidio agrario. Como los Ayuntamientos tampoco podían ofrecer a los jornaleros todas las peonadas necesarias para cobrar el subsidio, los alcaldes se pusieron a firmar peonadas falsas. En principio les funcionó muy bien, pues los vecinos agradecidos votaban a sus alcaldes cuando llegaban las elecciones.
El PSOE desactivó a base de subsidios el conflicto social y permaneció durante 37 años en San Telmo, pero al final le estalló el conocido como fraude del PER. Lo peor de todo es que aquello supuso una estocada mortal para el campo andaluz, pues acabó cambiando la cultura del trabajo por la cultura del subsidio. Para colmo, los jornaleros que ocupan fincas manifiestamente mejorables, con el fin de trabajarlas, son desalojados por la Guardia Civil, una fuerza de triste recuerdo en el campo andaluz, pues durante la dictadura participó activamente en la represión. Y por si esto no fuera poco, el presidente Manuel Chaves concedió el título de Hija Predilecta de Andalucía a la Duquesa de Alba, símbolo de la oligarquía latifundista que ha lastrado, durante siglos, el desarrollo andaluz.
Una sentencia de los ERE, en plena campaña electoral
Después llegó el escándalo de los Expedientes de Regulación de Empleo, 680 millones de euros en subvenciones, repartidos con un método irregular. Es decir, que algunos intrusos se quedaron con parte de ese dinero público, destinado a los trabajadores de empresas andaluzas en quiebra. El conocido como caso de los ERE acabó con dos presidentes de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, condenados por malversación de caudales, y con el director general de empleo, Francisco Javier Guerrero, en la cárcel por desviar una parte de las subvenciones para financiar sus juergas en prostíbulos y en consumo de cocaína. ¿Pero cómo pudo suceder semejante infamia? Y hace unos días, acabamos de conocer que Ángel Rodríguez de la Borbolla, hermano del ex presidente de la Junta, ha sido condenado a un año y medio de cárcel por quedarse con ocho millones de los ERE. El Partido Popular de Moreno Bonilla se frotaba las manos, pues la sentencia condenatoria se hizo pública en plena campaña electoral. Así, no se pueden ganar elecciones, debió pensar Juan Espadas.
La derecha llega a la Junta, a pesar de la corrupción
El conocido como caso de los ERE pasó factura electoral al PSOE. Lo lógico habría sido que, en las siguientes elecciones, los andaluces hubieran votado a la Izquierda para limpiar la vida política, pero no ocurrió así. Entre otros motivos, porque la propaganda socialista llevaba años haciendo creer a los andaluces que el PSOE representaba a la izquierda moderada y descalificaba a la auténtica izquierda como radical y utópica. Muchos andaluces se lo creyeron. En cambio, el escándalo de los ERE fue hábilmente utilizado por el potente aparato mediático de la derecha para hacerse con la Junta de Andalucía y lo consiguió.
Es decir, el Partido Popular no fue castigado en las urnas, a pesar de que estaba marcado por grandes casos de corrupción, como las tramas Púnica o Gürtel, 620 millones de euros malversados. Sin olvidar la investigación de la presunta caja B del PP en Almería, con mordidas y pagos irregulares. Una vez instalado en la Junta de Andalucía, el PP ha hecho lo propio de un partido de derechas, favorecer la privatización de los servicios públicos, como la sanidad o la educación, que considera como un negocio muy lucrativo. En su primera legislatura, por ejemplo, el PP ha impulsado la sanidad privada en detrimento de la pública, llegando a despedir a más de 8.000 profesionales sanitarios que, en muchos casos, han tenido que emigrar al extranjero.
El otro resultado preocupante de las elecciones autonómicas ha sido el avance de la ultraderecha, aunque menor del que pronosticaban las encuestas. Y lo más preocupante, que ha captado el voto de no pocos jóvenes andaluces, que se acercaron por primera vez a las urnas para votar a VOX. Pero ¿por qué? También hay una explicación. Durante 40 años de autonomía, tanto socialistas como populares no han tenido voluntad política para introducir la memoria democrática en el sistema educativo andaluz. Por tanto, la mayoría de nuestros jóvenes están hoy desinformados y desconocen que, en 1936, un golpe fascista acabó con la legalidad democrática para imponer una larga dictadura. Es decir, no son conscientes del peligro que supone el fascismo, cuando llega al poder. El avance de la ultraderecha es consecuencia, entre otras causas, de esta nefasta política de desmemoria.
A partir de ahora, será más necesario que nunca que los andaluces recuperemos el espíritu autonomista del histórico 4 de Diciembre de 1977, primer Día de Andalucía, y que nos movilicemos de forma masiva, con la misma determinación que lo hicimos el 28 de Febrero de 1982. Sólo así, podremos desalojar a la derecha del gobierno andaluz. Una vez más, la sociedad civil andaluza tendrá que salir a la calle para defender nuestra Autonomía.