Abú Abdalá o Muhammad XII, más conocido como Boabdil, vuelve a la Alhambra. El último sultán de Granada, que buscó una salida negociada para poner fin a la guerra y evitar un baño de sangre, ha sido durante siglos maltratado por la historia que, como es sabido, escriben los vencedores. Ahora, el libro La Alhambra de Boabdil, escrito por Abdessamad Lahib Dabaj con ilustraciones de Jose Vigueras, hace justicia al último sultán nazarí. Con una narración didáctica y amena, reivindica al pequeño Boabdil como un granadino nacido en la Alhambra: “Os voy a contar la historia de la que fue mi casa, hasta mi destierro a la Alpujarra y al Magreb. La Alhambra (La Roja), a diferencia de las demás alcazabas, era un palacio, una ciudadela y una fortaleza. La vais a descubrir conmigo, paso a paso, con las explicaciones de mi madre Aisa, conocida como al-Hurra (la libre y la noble). Este cuento ilustrado es un viaje que empieza en la Puerta de la Justicia y termina en la popular Escalera del Agua. Como dice el autor:”Queremos enseñar la Alhambra con la mirada de las personas que la construyeron y que vivieron en ella”. Y el ilustrador añade: “hemos querido alejarnos de los tópicos. Hasta ahora se nos había contado la Alhambra con miradas ajenas y, con este libro, la contamos con una mirada propia”.
También el teatro ha llevado a escena al último representante de la dinastía nazarí. El actor y guionista, Jesús García Amezcua, ha dado vida a Boabdil, el último rey, con un monólogo dramático que ha llenado la Sala Manuel de Falla del Palacio de Congresos, señal de que los granadinos están cada vez más interesados en este personaje histórico que prefirió capitular, antes que ver su ciudad bombardeada y destruida por los Reyes Católicos. En la obra de teatro, Boabdil es visitado en su exilio de Fez por su amigo y poeta Muhammad Al Arabí, con el que escribió su última carta, antes de ser expulsado, la célebre Risala, una joya de la literatura epistolar andalusí. Era una misiva diplomática, dirigida al sultán de Fez, Al Watasi, en la que le pedía asilo. En este encuentro, Boabdil reflexiona sobre la pérdida de Granada, el último reino de Al-Ándalus. Un momento que Federico García Lorca describió así: “Fue un momento malísimo, aunque digan lo contrario las escuelas. Se perdió una civilización admirable, una poesía, una arquitectura y una delicadeza únicas en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre y acobardada, a la tierra del chavico, donde se agita la peor burguesía de España”.
Ya en el año 2010, la compañía local La butaca vacía se había interesado por la caída del reino nazarí de Granada y puso en escena su espectáculo musical sobre el último sultán granadino. Una obra inédita en la que su directora, Myrian Carrascosa, retrató a Boabdil como un personaje perdido, pero con sus propios sueños, y que mantenía una relación conflictiva con su padre: “No sabe qué voz escuchar, si la suya o la de su propia madre, con la que mantiene una relación absorbente. Nuestro Boabdil deberá enfrentarse a sí mismo y a una serie de conflictos sentimentales. Los granadinos van a sentir que este musical es algo muy suyo”, declaraba Myrian Carrascosa. Esta obra teatral consiguió nada menos que doce galardones en el Primer Certamen de Teatro Musical Amateur de Andalucía.
Réquiem por Granada
La televisión dedicó a Boabdil nada menos que dos series. La primera, en los años 80, titulada Réquiem por Granada y dirigida por Vicente Escrivá. Esta serie describe el choque de dos culturas, el esplendor renacentista de la civilización andalusí frente a la oscuridad medieval del reino castellano. Siendo niño, Boabdil viaja a Castilla y se encuentra con las chozas malolientes en las que asoman los rostros de gentes asustadas y empobrecidas. ¿Porqué no hay jardines en los reinos cristianos? se pregunta.
Réquiem por Granada funciona, además, como una puerta abierta para conocer una cultura fascinante. En uno de sus capítulos, el sabio Al Musta’in le dice a Boabdil: “Nosotros transmitimos a occidente todo el caudal inmenso de la ciencia oriental. Los números arábigos, fundamos la aritmética, convertimos el álgebra en ciencia exacta, descubrimos la trigonometría que no existía entre los griegos. Todo ello fue en tiempos de paz. Sin ella no existiría la astronomía, ni la botánica, ni la medicina”.
Isabel, maquillando la historia
En cambio, la serie Isabel, producida en el año 2000 por Diagonal TV para Televisión Española resultó decepcionante. Esperábamos un guión de calidad y bien documentado, digno de una televisión pública, pero esta serie volvió a “maquillar la historia” con tópicos y leyendas para ocultar los graves sucesos que acontecieron en este polémico episodio, con el fin de no empañar la imagen de los Reyes Católicos. Por ejemplo, los guionistas describen la entrada triunfal de sus católicas majestades en Granada, cuando la realidad es que la ciudad se estremecía ante un futuro incierto y por tener que someterse a un enemigo formado por rudos y desaprensivos soldados, sedientos de botín, de riquezas y de mujeres, según las últimas investigaciones del historiador Juan Antonio Vilar Sánchez en su libro “1492-1502: una década fraudulenta”. Y observamos que esta serie tampoco acierta a la hora de reflejar la expulsión de los judíos, convirtiendo este dramático éxodo en una especie de romería medieval por la Carrera del Darro. .
Antonio Banderas no quiso ser Boabdil
En cuanto al cine, también puso el foco en un episodio tan controvertido, como el ocaso del reino nazarí. Fue en el año 2011, cuando el actor Antonio Banderas visitó igualmente la Alhambra, buscando localizaciones para su película sobre Boabdil. Banderas afirmaba entonces que tenía muy avanzado el guión de su nuevo proyecto cinematográfico y explicaba el mensaje que quería transmitir con su película: “Quiero contar la historia de un hombre que tuvo un reino y lo perdió. Y quiero hacerlo con una visión de justicia, muy hermosa, épica, romántica, y que ayude a reflexionar sobre acontecimientos actuales, desde la perspectiva que dan 500 años de historia”.
Sin embargo, el actor malagueño confesó que no iba a interpretar a Boabdil, el protagonista principal de su película, sino al gran capitán; es decir, un personaje de reparto. El papel del último rey granadino lo reservaba para un actor árabe, lo que en opinión de algunos críticos distorsionaba la historia, pues Boabdil había nacido en la Alhambra y, por tanto, era granadino. También era musulmán, claro que sí, pero no por ello se convertía en árabe, pues seguía siendo granadino, tan granadino como nosotros. Algo parecido ocurre con el docudrama Los constructores de la Alhambra, recientemente llevado a la gran pantalla. En este caso, el protagonista principal es el visir y poeta Ibn Al Jatib, un granadino nacido en Loja, pero el director vuelve a elegir a un actor árabe para interpretar a este ilustre lojeño. Una vez más, el guión distorsiona la historia.
La productora quería que la película de Antonio Banderas se rodara íntegramente en inglés, pero el actor no estaba de acuerdo: “Mi intención es respetar el castellano antiguo y el árabe, las dos lenguas en las que sucedió realmente la historia”. Pero al final, ni inglés, ni árabe ni castellano, Banderas no consiguió el apoyo financiero que necesitaba en los países árabes y la película sobre Boabdil no llegó a rodarse. Si alguna vez consigue rodarla, esperemos que el actor malagueño no repita el bulo machista, conocido como el Suspiro del moro: “Llora como mujer lo que no has sabido defender como un hombre”. Una falacia inventada por los vencedores para humillar al último rey de Al-Ándalus.
Una mentira contada mil veces
En cambio, la Fundación Euroárabe sí dignificó la figura de Boabdil, organizando una exposición con la obra del pintor Jacinto García, titulada Una mentira contada mil veces. La exposición cuestiona la autenticidad de esta frase, que ha retratado al último sultán nazarí como un personaje pusilánime y cobarde, nada más lejos de la realidad. El artista afirma que el objetivo de la exposición es denunciar la gran mentira para hacer justicia a Boabdil: “todos los relatos que leo, a día de hoy, siempre terminan con la famosísima y repetida sentencia de Aisa: Llora como mujer, lo que no has sabido defender como un hombre.
Pues bien, esa frase nunca la dijo Aisa, sino fray Antonio de Guevara, arzobispo de Guadix y cronista de Carlos V, que inventó este bulo para desacreditar a Boabdil y conseguir favores reales. Precisamente, Jacinto García se documentó leyendo crónicas con rigor científico que calificaban a Boabdil como un buen rey para su pueblo, pues con la Capitulación de Granada evitó un derramamiento de sangre e intentó proteger los derechos civiles y religiosos de la población”. Sin duda, Boabdil sigue estando de actualidad.