En diciembre lo teníamos en casa, después de llevar la voz de Andalucía por el mundo. Ofrecía el último concierto de la temporada a su gente, en su Granada. Nos despedíamos del año con sus coplas, murgas y tangos. Hasta que un día, la ciudad que vio nacer al greñúo del Realejo, también lloró su muerte. Han pasado 19 años desde que perdimos a Carlos Cano. María la portuguesa le cantó un fado al oído, en un intento desesperado de salvarle la vida, pero su corazón dejó de latir el 19 de diciembre del año 2000, a las cinco de la madrugada.
Recuerdo que miles de granadinos acompañamos a Carlos en el último viaje a la colina de la Alhambra, donde encontró la tristeza del rey Boabdil. Carlos fue el último rey moro de Granada que se marchó cantando «y yo tan campante, en mi elefante, con mi chilaba y mi turbante». Dimos el último adiós a un trovador solidario, que nos dejó para el recuerdo la murga de los currelantes, el tango de las madres locas, el grito desgarrador por la muerte de Lucrecia Pérez y la bella canción infantil «Así cantan los niños cubanos» en homenaje a la dignidad y a la resistencia del pueblo de Cuba, frente al bloqueo impuesto por Estados Unidos. Ultimo adiós a un andaluz que cantó a la verdiblanca, a la tolerancia y al mestizaje. Sus canciones son como una hoguera en la que pueden calentarse mestizos y mulatos, gitanos, moriscos y zambos. Es decir, los excluidos.
Pero Carlos sigue vivo, entre nosotros, a través de sus canciones. «Abril para vivir» florece todas las primaveras en un festival de jóvenes cantautores, dirigido por Juan Trova, que se celebra en las calles y plazas de Granada. Y nosotros, compañeros y amigos de Carlos, hemos creado un premio que lleva su nombre, con el apoyo de Alicia Amaranta y Paloma, familia del cantautor granadino, y de muchos admiradores que vienen incluso de Bilbao, Madrid o Valencia. La Granada Abierta de Carlos Cano nos recuerda su compromiso con la justicia y los derechos humanos.
Dos décadas premiando la solidaridad
Carlos Cano lleva más de dos décadas premiando la solidaridad y el diálogo intercultural. Los Escolapios fueron los primeros en recibir su Granada Abierta por restaurar un Corán del siglo XV que se salvó de la quema de libros en Plaza de Bib-Rambla. En años sucesivos, obtuvieron el galardón el escritor Felipe Romero, por contribuir con su obra literaria a recuperar la Granada de las Tres Culturas, o Carmen Sarmiento, por su periodismo comprometido con los marginados. También lo han recibido nombres de prestigio social y sólidos principios éticos como José Chamizo, ex Defensor del Pueblo Andaluz; Federico Mayor Zaragoza, por su aportación al diálogo entre civilizaciones; Ada Colau por su lucha contra los desahucios; Carmen y Carlos por defender los derechos de los «currelantes», como decía Carlos Cano. Entre los premiados, hay asociaciones como Granada Acoge, por su labor solidaria con los inmigrantes; Promoción Gitana, que representa a esa comunidad perseguida desde los tiempos de los Reyes Católicos; el proyecto educativo Lengua árabe y su Cultura en la Enseñanza Secundaria de la Universidad de Granada; Vacaciones en Paz para los niños saharauis; Rumbo a Gaza contra la ocupación de Palestina por el régimen de Israel o Médicos sin Fronteras, los héroes de bata blanca que actúan en zonas de conflicto.
A través de su música, Carlos Cano se solidarizó con el pueblo saharaui, con las víctimas de la guerra en los Balcanes o con los desaparecidos de la dictadura argentina, escribiendo su célebre Tango de las madres locas. También apoyó la memoria histórica con la canción titulada El caso Almería, en la que rindió homenaje a los tres jóvenes asesinados por la Guardia Civil, durante la violenta transición: «Si por Gergal pasaras la curva de la muerte, lleva claveles rojos y acuérdate de Juan, y acuérdate de Cobo, que nadie olvide nada, que quien olvida paga, acuérdate de Luis. Así acaba esta historia, que con sangre escribieron». Dedicó una canción a Lucrecia, la inmigrante dominicana que fue asesinada por el racismo: «Por la pared va un alacrán, y el corazón con su aguijón te comerá, merecumbé, merecumbá».
Y se proclamó Mestizo: «Moreno pardo de cobre, criollo, morisco y zambo, cambujo, lobo y coyote, soy mestizo, soy mulato – decía-. Esta canción nos llevó a conceder el premio a Juan de Loxa, primer director de la Casa Museo García Lorca, el poeta del mestizaje. Y entre sus letras más reivindicativas, no hay homenaje dedicado a Carlos que no incluya la Verde, blanca y verde. La gala del premio que lleva su nombre se convierte, cada año, en una auténtica fiesta al ritmo de La murga de los currelantes, que es como la Internacional con acento andaluz.
Cantautor de los perseguidos y los marginados
Otra de sus canciones más comprometidas fue La hoguera: «Escucha el grito de los que yacen injustamente tirados en la calle como animales, madre». Por eso, concedimos el premio a Stop Desahucios, ejemplo de tenacidad en la lucha por el derecho a una vivienda digna. Más tarde, nos volvió a conmover con la canción: «Hijo de la calle, de este tiempo que no acaba, está desesperado. Me dice: hermano la cosa está fea. Lo miro, me callo y pienso para mí: Si estuvieran abiertas todas las puertas». Y nos indujo a entregar el premio a Plataforma Pobreza Cero, por la labor que están haciendo en defensa de las víctimas de la crisis económica, provocada por gobiernos corruptos y especuladores. Precisamente, Pobreza Cero nos recordó también la canción del Salustiano, en la que Carlos decía: «No creo que el sombrero les toque en la tómbola a esos gachos trajeados que no valen na, que lo roban y lo roban, con cuatro palabritas finas lo roban».
Carlos fue un compositor incansable a favor de los perseguidos y los marginados. En su disco A duras penas, encontramos letras como La Miseria: «Vengo de abajo, de un valle podrido de yerba, donde no existe el futuro, sólo la miseria». Por este motivo, la Red Granadina de Refugio y Acogida recibió también el premio que lleva su nombre para reconocer su labor solidaria con los refugiados que huyen de la guerra.
El colectivo Amani fue otro de los premiados. Amani significa Paz en swahili, una de las lenguas más habladas del África subsahariana. Reconocimos así el esfuerzo de este grupo de activistas que ha creado un espacio de acogida para inmigrantes, cuando llegan desorientados y desamparados a nuestra ciudad. Ocho solicitantes de asilo recogieron el galardón en la Fundación Euroárabe. Representaban a los inmigrantes de otros tantos países africanos, residentes en Granada.
Como dice Carmen Caballos, veterana activista de los derechos humanos y portavoz de Granada Abierta: «con este premio hemos querido dar fuerza y ánimo a estos jóvenes valientes y luchadores, que han tenido que cruzar medio continente, con muchas dificultades en su camino. Aunque ya están con nosotros, les queda aún un largo camino para vivir en condiciones de igualdad en nuestro país». Amani nos recuerda la canción titulada Por el mar de los sueños, una letra solidaria con los inmigrantes de las pateras, compuesta por Carlos en 1989: «En la noche perdida por el mar de los sueños navega a la deriva esta canción». Y este año, el premio ha recaído en las vecinas y vecinos de la Zona Norte de Granada, por su lucha contra los cortes de luz. Queremos apoyar así la reivindicación de estos vecinos que se sienten discriminados por la compañía eléctrica Endesa y reclaman un derecho básico para vivir dignamente como es la luz. Como cantaba Carlos Cano: «Algo pasa aquí, por el Sur, mucho sol y poca luz».
Con este premio, mantenemos vivo el compromiso ético de Carlos Cano, que ha creado escuela en una nueva generación de cantautores. Los jóvenes músicos siguen interpretando sus canciones más emotivas y populares. Estamos convencidos de que Carlos estaría muy orgulloso de este premio. José Saramago dijo en cierta ocasión: «Carlos Cano no quiso hacer otra cosa, en toda su vida, que cantar el ser que era. Esa es la razón por la que su presencia continuará viva en la memoria de Granada y Andalucía».