Puede aburrir hablar de datos, de encuestas, de estudios. Es verdad, aburre. Lo siento, es más de lo mismo. Lo que pasa es que se olvida que no son datos, aunque así se presenten. Son personas concretas, con sus historias, sus ideas, sus sueños y pesadillas. Hay un texto del Talmud que dice que quien salva una vida, salva al mundo entero. Podríamos decir hoy que quien desahucia a una familia, desahucia al mundo entero. Esto no es difícil de entender para quienes hemos estado alguna vez intentando parar el desahucio de una familia y hemos visto la crueldad de las leyes que ponen la propiedad privada de las viviendas por encima de los derechos de las personas (viviendas vacías para ponérselas en bandeja a los fondos especuladores). La crueldad a la hora de aplicar las leyes por los jueces, no sea que los acusen de prevaricar y pierdan el empleo y luego no puedan pagar la hipoteca y sean desahuciados por otros jueces hipotecados. En una persona está el mundo entero. Las personas perdemos la dignidad cuando pisamos la dignidad de una sola persona. Algo parecido se puede decir de quienes no tienen los recursos suficientes para poder llevar una vida digna. De nuevo, en cada familia, se está pisando al mundo entero.
Tenemos que negarnos, con todas las fuerzas de las que seamos capaces, a normalizar y dar por bueno lo que nunca puede ser normal ni bueno: que las personas no tengamos los recursos necesarios para llevar una vida digna. No podemos mirar hacia otro lado. La exclusión, la pobreza, los desahucios… son las violaciones de Derechos Humanos más flagrantes en Andalucía y aquí no pasa nada. Y muchas personas ya están hartas y desesperanzadas. Dejaron de creer, hace tiempo, en quienes se encargan de la gestión de lo público.
El otro día Virginia Moreno llegaba a la “Agencia de Manuel”, director general de la Agencia Pública Andaluza de Educación. Mientras ofrecía una panorámica del equipado despacho, incluido el Manuel, sugería cambios: “Tenemos que hacer una remodelación de la decoración, ¿a que sí, cariño?”. Coincidiendo con la visita a la Agencia de Manuel, en dos semanas, nos han vuelto a desbordar con más datos sobre pobreza y exclusión que son, significativamente, los mismos desde hace años. Deberían servir, de una vez por todas, para que quienes legislan y gobiernan se hicieran cargo de la situación y pusieran todos los medios necesarios para que estas estadísticas dejaran de ser la realidad vergonzosa de cada día. No tiene ningún sentido que aún no se haya aprobado la Renta Básica Universal. No tiene sentido que la vivienda no esté garantizada por ley. No tiene sentido que, aún con la ley mordaza, las calles no estén desbordadas. No tiene sentido seguir sin “remodelar” algo, ¿a que sí, cariño?
El 29 de mayo se hizo público el barómetro de Indicadores Urbanos 2019 que ofrece datos actualizados sobre las condiciones de vida en las ciudades de más de 20.000 habitantes. Andalucía, que vive en una situación de emergencia social y habitacional, sigue estando a la cabeza. 12 de los 15 barrios más pobres en España son andaluces, cuatro de los cinco primeros. 11 de las 15 ciudades con más paro también son andaluzas, Linares a la cabeza con un 32,8%. 12 de los 15 municipios con menor renta anual por habitante también son andaluces. Algo habrá que “remodelar”, ¿a qué sí cariño?
El 10 de junio, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), dio a conocer los datos de desahucios del primer trimestre de 2019. Los desahucios no paran y la tendencia, ya consolidada, es que ahora la mayoría de estos no son hipotecarios sino por alquiler (tres de cada cinco). En Andalucía, que vive una situación de emergencia habitacional y social, se han producido 2.499 lanzamientos de los que 2.336 son desahucios habitacionales (26 desahucios diarios), 1.422 por impago de alquiler. Algo habrá que “remodelar”, ¿a qué sí cariño?
El 12 de junio se dio a conocer el VIII Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España. En él se dice que 8,5 millones de personas, el 18,4% de la población (1,2 millones más que en 2007, antes de la crisis) se encuentran en situación de exclusión social y 4,1 millones de personas están en exclusión social severa. Dice muchas más cosas como que el 14% de las personas que trabajan están en exclusión social y que “vivimos en una sociedad desvinculada en la que cada vez es más difícil hacernos cargo de las personas que quedan atrás…”. Algo habrá que “remodelar”, ¿a qué sí cariño?