Ahora -¿cómo se justifica que no sea hasta ahora?- la Junta de Andalucía va a crear un «comité técnico» para que emita un «dictamen vinculante» sobre la tumba del genocida Gonzalo Queipo de Llano, que continúa en la basílica de la Macarena. ¿De verdad es necesaria esa comisión? Muy recientemente -¿por qué no antes?- la hermandad maneja la construcción de un columbario al que pasarían los restos de los hermanos fallecidos que lo requieran, entre ellos, «si así lo decide la familia» (??) los del «virrey de Sevilla», como algunos llamaron al que fue directo responsable de miles de asesinatos sin juicio previo. No me parece una solución aceptable porque ello significaría mantenerlo bajo suelo sagrado. Hace unos años, vergonzantemente, la hermandad borró de la lápida la mención del 18 de Julio de 1936 y otros signos franquistas, como eliminó -tarde, muy tarde- el fajín del golpista de la cintura de la Macarena cuando esta recorre Sevilla en la madrugada del viernes santo.
Tanto por parte del régimen psoísta como de la cofradía se ha mirado hacia otra parte durante décadas. En el primer caso, por «comodidad» y falta de voluntad política; en el segundo, quizá por cercanía ideológica (explícita o implícita) de la mayoría de sus dirigentes con lo que representó el golpe militar-fascista, aunque hay que decir que existe un sector de cofrades contrarios a la continuidad en el templo de esos huesos. Cofrades que o no tienen suficiente fuerza o no se atreven a manifestarse abiertamente o temen no se sabe qué represalias.
Cuando está sobre el tapete sacar del Valle de los Caídos los restos de Franco, no es de recibo que se siga discutiendo o dándole vueltas sobre cómo sacar de la basílica sevillana los restos de Queipo. ¿Habrá que recordar que, 82 años después, siguen desaparecidos los de miles de sus víctimas, incluidos Federico y Blas Infante? Asociaciones de la Memoria y grupos republicanos han convocado hoy y mañana vigilias y actos en el aniversario del golpe. Alguno va a ser ante la basílica. Serían innecesarios si la hermandad hubiera eliminado hace ya años lo que constituye una verdadera provocación contra todos los demócratas, de cualquier ideología que estos sean y sean o no creyentes. Y ya basta de argumentar que «hay cuestiones más importantes a lasa que atender». Claro que sí, pero ya es tiempo -incluso estamos fuera de tiempo- para cerrar temas como este. Por dignidad, por respeto a la memoria de tantos muertos, por tantos motivos que no cabrían en muchas páginas… ni un día más debe continuar esta ignominia. Y ya no es tiempo de paños calientes.