Nadie pone hoy en duda que las Elecciones Andaluzas del 2 de diciembre de 2018 han marcado un importante hito en la vida del Régimen monárquico del 78. De nuevo ese día se hicieron patentes las consecuencias políticas de la quiebra del bipartidismo español. Por un lado, el PSOE de Susana Díaz fue expulsado del gobierno de la Junta de Andalucía y vio cómo se desmoronaba su entramado de poder neo-caciquil. Por otro lado, una derecha dividida en tres fuerzas políticas lograba controlar el gobierno andaluz gracias a la novedosa fórmula de un tripartito de derechas.
Con todo, la gran noticia de aquel día fue otra. Por primera vez en décadas entraba un partido de extrema derecha en un parlamento del Estado español. Y lo hacía con fuerza. Con 400.000 votos y doce diputados autonómicos, el partido VOX se convertía en el representante político del 11% del electorado andaluz.
Las Elecciones Generales del pasado 28 de abril han consolidado esos buenos resultados de VOX: 2.670.000 votos, más del 10% del electorado español y 24 escaños en el Congreso de los Diputados. Lamentablemente para Andalucía más de una cuarta parte de estos votos han sido emitidos en nuestra tierra. Aquellos 400.000 votos andaluces de diciembre se elevan ya a 610.000 en abril. Un 13’4% de los votantes andaluces se han identificado ahora con alguno de los diversos mensajes ultraderechistas de VOX.
Si nos preguntamos por cuáles son los factores desencadenantes de la emergencia de VOX en la escena política hispana, la palabra crisis emerge rápidamente como resumen de los mismos. Crisis económica, crisis social, crisis política. Aumento de la precariedad laboral, la desigualdad y la pobreza. Inseguridad, miedo y desesperanza. Y todo ello operando sobre unos sectores no pequeños de la sociedad que hasta hace poco se identificaban con un PP ya desacreditado. O, de forma más amplia, sobre otros sectores que hasta 2007 se habían mantenido al margen de toda preocupación social o política. Sobre este terreno social, abonado por las ideas y los valores culturales más atrasados, lanza VOX un discurso preñado por la ideología y los símbolos del nacionalismo estatal español más reaccionario.
La sonada entrada de VOX en los parlamentos andaluz y español no ha sido la única victoria de los ultraderechistas españoles. En plena campaña electoral Santiago Abascal afirmaba: “El 28 de abril VOX triunfará en cualquier caso. Sus ideas ya han triunfado.” No le faltaba razón. Para entonces, el PP y Ciudadanos ya habían abandonado el centro-derecha y hacían suyo el discurso ultraderechista de VOX.
VOX es hoy el representante en España de una extrema derecha que opta por la vía legal, parlamentaria y constitucional para la conquista del poder. Modelo ya asumido con éxito por dos de los principales gobiernos de la extrema derecha en Europa: la Italia de Salvini y la Hungría de Víctor Orbán. VOX aspira a desarrollar un régimen plenamente autoritario en España que tome como base a la actual Constitución monárquica del 78.
No es esta una afirmación gratuita. Rafael Bardají, el principal ideólogo de VOX, publicaba el 11 de diciembre último un artículo en la Web del Grupo de Estudios Estratégicos (GEES), bajo el título “Constitucionalistas, anti-constitucionalistas y post-constitucionalistas”. En el mismo manifestaba lo siguiente:
«En realidad pocos partidos pueden competir en constitucionalismo con VOX, la única fuerza que ha luchado con la ley en la mano contra el separatismo catalán, en defensa del artículo 2 de la Constitución española (…) la única fuerza que rinde el debido respeto a la bandera nacional (…) el único grupo que siempre finaliza sus eventos con un “Viva España. Viva el Rey.»
“La falsa acusación (de que VOX es contrario a la Constitución) se basa según la portavoz (ministra Celáa) en que VOX quiere poner fin a las autonomías (…) pero la portavoz debe saber que miente si todo el que quiere reformar el texto es tachado de anti-constitucionalista (…)
“(…) desde VOX hemos sostenido un discurso dentro de la legalidad. Se puede y se debe reformar la Constitución si con ello se refuerza España, la democracia parlamentaria, la Corona y, sobre todo, se defiende mejor a los españoles y sus intereses.”
La simpatía de VOX hacia la Monarquía de Felipe VI nos trae inevitablemente a la memoria la simpatía que se manifestaron mutuamente Alfonso XIII y el Dictador general Miguel Primo de Rivera. Hoy, como ayer, el mejor antídoto contra el veneno de la extrema derecha sigue siendo, aquí y ahora, la proclamación democrática de un régimen republicano.