Comenzaré respondiendo a la pregunta planteada en este artículo refiriéndome previamente a la fecunda historia de Córdoba hasta la conquista por Fernando III en 1236. En una segunda entrega analizaré las consecuencias de dicha conquista.
El origen de Córdoba, como su propio nombre, se pierde en el tiempo. Se remonta en torno al tercer milenio a.C. al haberse encontrado sus primeros testimonios arqueológicos en el Calcolítico. La primitiva Córdoba estaba situada en la Colina de los Quemados, actual Parque Cruz Conde, a orillas del río Guadalquivir. Llegaría a alcanzar su máximo esplendor en las épocas tartésica y turdetana, germen prístino de la actual ciudad histórica, articulando política y económicamente el curso medio del Guadalquivir. La prehistórica Córdoba existió hasta el siglo I a.C., coexistiendo durante un siglo con la Corduba romana, fundada sobre la colina que se encontraba al este de la ciudad original. Considerada como una dípolis durante este tiempo.
El pretor Marco Claudio Marcelo fundaría la ciudad de Corduba en el año 169 a.C., convirtiéndola en la capital de la Hispania Ulterior. Sería en esta etapa republicana cuando el mismo Julio César ocuparía el puesto de cuestor en Corduba, entre finales del año 68 y principios del 69 a.C. En el año 46 a.C. se concede a Corduba el estatuto colonial por parte de los hijos de Pompeyo, pasando a ser denominada Corduba Colonia Patricia. Tras la guerra civil, será Augusto quien en el año 27 a.C. reorganice las provincias de Hispania en tres, estableciéndose en Corduba la capital de la Bética. Posiblemente la ciudad llegase a albergar los 40.000 habitantes. La nueva Colonia Patricia se convertiría en el centro rector de una de las provincias más ricas del Imperio, la única que permaneció en poder del pueblo y el Senado Romano. Junto a Corduba, Gades, Hispalis, Itálica y Astigi alcanzarían su máximo desarrollo durante la época imperial.
Mientras Corduba revestía de mármoles sus monumentos (teatro, anfiteatro, circo, templos, foros) y construía grandes infraestructuras, como el Puente Romano, en sus domus y villas habitaban familias cuyos apellidos se escribirían en la nómina de los grandes de Roma, como los Anneo (Séneca, Lucano, Junio Galión), Sexto Mario (rico empresario que explotó las minas de Cerro Muriano, del que derivó el nombre de Sierra Morena), Annio Vero (abuelo del emperador Marco Aurelio y bisabuelo de Cómodo)… El hallazgo arqueológico de Cercadillas, palacio del emperador Maximiliano Hercúleo de finales del siglo III d.C., hace pensar en la importancia que seguía teniendo Corduba después de cerca de cinco siglos de su fundación romana. Aparecería en la primera mitad del siglo IV la figura del obispo cordobés Osio, consejero del emperador Constantino, que llegaría a presidir el Concilio de Nicea en el año 325. La romanización de Corduba tuvo tal alcance que se resistió a desprenderse de su rico legado. Mientras Hispania era conquistada por los pueblos del norte (vándalos, suevos, alanos, visigodos) las ciudades de la Bética se resistían, configuradas como ciudades autónomas bajo el poder de sus clases pudientes, llegando el emperador Justiniano a crear la provincia bizantina de Spania a mediados del siglo VI, en la que Corduba llegaría a ser su capital hasta su conquista definitiva por el rey visigodo Leovigildo en el año 584. Corduba quedaría eclipsada bajo la capitalidad visigoda de Toledo durante todo el siglo VII.
Después del corto dominio ejercido por los godos, los árabes llevarían a Córdoba al esplendor desde principios del siglo VIII. Pronto la nombrarían capital de al-Ándalus en el año 716, la capitalidad estuvo en Sevilla en los años precedentes. Abderramán I, el primer emir independiente, la convertiría en la ciudad más importante de todo el territorio arábigo-musulmán, la capital del floreciente estado de al-Ándalus. Con Abderramán III, primer califa de los Omeyas de al-Ándalus, alcanzaría como ciudad un rango semejante a la Constantinopla de los bizantinos o al Bagdad de los abasíes. Una ciudad con tres medinas (Madinat al-Zahra, Madinat Kurtuba y Madinat al-Zahira) y múltiples arrabales, alcanzando una extensión de 5.000 hectáreas y alrededor de 500.000 habitantes durante el siglo X.
La quiebra de la legitimidad califal omeya, que supuso el régimen militarizado de Almanzor y sus hijos, precipitó a la ruina la difícil obra de unificación trabajosamente levantada y sostenida por los soberanos omeyas. En 1031 quedaría oficialmente certificada la abolición del Califato y el comienzo de los reinos de Taifas, mientras en la mitad norte peninsular se iban fortaleciendo los reinos leonés y castellano. Un hecho peculiar de la Taifa de Córdoba, que duraría hasta 1091, fue que se estableció como República de los Banu Yahwar hasta 1070, quedando bajo la tutela de la Taifa de Sevilla a partir de ese año. Los habitantes de Kurtuba seleccionaban al líder de la ciudad por un procedimiento electivo y meritocrático. Como la historia oficiosa de España no considera al-Ándalus como una parte esencial de ella, no nos debe extrañar que en las clases de historia nos hablen de la primera república refiriéndose a la proclamada en 1873, cuando la primera tuvo su origen ocho siglos antes en al-Ándalus. La conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085 precipitó la llegada de los almorávides, primero, y medio siglo más tarde la de los almohades. Ambos imperios africanos intentarían reconstruir la fragmentada unidad política de al-Ándalus y contener el avance del reino castellano. Durante esta etapa de al-Ándalus, Kurtuba mantuvo viva el auge de la época omeya, aunque la capitalidad pasaría a Sevilla, no bajando su población de los 100.000 habitantes.
Kurtuba durante toda su historia arábigo-andalusí sería prolija en personajes ilustres en los diferentes campos del saber: Ziryab (músico, 789-857), Abbás Ibn Firnás (científico y precursor de la aeronáutica, 810-887), Ibn Masarra (filósofo, 883-931), Lubna de Kurtuba (bibliotecaria y matemática, 904-984), Hasday ibn Shaprut (médico y diplomático, 915-975), Albucasis (padre de la cirugía moderna, 936-1009), Subh (política, 940-999), Maslama (científico y polígrafo, 950-1007), Ibn Fothais (bibliófilo, 980-1034), Ibn Hazm (escritor, 994-1064), Al-Gafequi. (médico oculista, murió en 1165), Wallada (princesa y poetisa, 1001-1091), Ibn Zaydun (poeta, 1003-1071), Al-Idrisi (cartógrafo y geógrafo, 1100-1165), Averroes (filósofo y médico, 1126-1198), Maimónides (filósofo y médico, 1138-1204). Mujeres y hombres, cristianos, judíos y musulmanes, personas de muy diversa procedencia enriquecieron a Kurtuba, a al-Ándalus y al mundo entero con su saber y humanidad.
Pero, ¿qué le pasará a Córdoba a partir de su conquista castellana?