Cuando un Colegio Público homenajea a un franquista…

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“La primera condición para modificar la realidad consiste en conocerla”

Eduardo Galeano

 

El 18 de Julio de 1936 señala la fecha del inicio del golpe y la sublevación cívico militar llevada a cabo contra el pueblo andaluz. Supuso la alianza de los sectores más conservadores y adinerados de nuestra tierra, de la iglesia católica y de buena parte del ejército que instala un régimen de terror sanguinario contra nuestros paisanos y paisanas muchos de los cuales siguen desaparecidas. En la mayoría de las comarcas gaditanas, no hubo frentes de guerra. Aquí los sublevados usaron desde el primer momento la represión sistemática para instalar el terror y la parálisis entre el vecindario.

A la hora de afrontar la necesaria recuperación de la memoria de lo ocurrido, los pasos dados por el estado tras la dictadura han sido muy escasos. En el caso andaluz, la Junta de Andalucía durante las décadas de gobiernos del PSOE, a pesar de haber tenido la oportunidad de poder zanjar de una vez por todas este asunto, se mantuvo cómplice con la desmemoria primero, y luego, empujada por el movimiento memorialista, excesivamente cautelosa. Las razones tienen que ver con la complicidad que tuvieron los partidos democráticos parlamentarios en con los herederos de la dictadura para que no se indagara sobre las responsabilidades del pasado.

Como consecuencia, nos encontramos con versiones del ayer que niegan o invisibilizan la represión efectuada en aquellos años, justificando el régimen franquista como inevitable. Se impusieron narrativas lobotómicas animadas por los detentadores del poder político democrático, desdibujando,  de camino, un ayer de resistencia contestaría que por otra parte venía bien no desempolvar, en tiempos de “reconciliación postfranquista”. Este tipo de políticas de bajo perfil memorialista tenían garantizado su éxito en poblaciones donde la mayoría de sus habitantes, y entre ellos la mayoría de los represaliados y sus descendientes, habían abandonado ya sus lugares de origen como efecto de los exilios migratorios sufridos desde los años cincuenta.

Sin embargo, los hechos ocurrieron y tuvieron sus protagonistas, que fueron homenajeados en la dictadura, pero que también hoy el régimen borbónico mantiene, dándole nombre a calles, plazas o incluso a colegios públicos. Es justo afirmar que en muchos pueblos, la aplicación de la Ley de Memoria Histórica vació en parte, el callejero de militares y de políticos franquistas, pero hay otros que permanecieron.

El caso que traigo a colación es el que titula el único colegio público (CP) existente en la localidad gaditana de Alcalá de los Gazules, el CP Juan Armario Carrillo. Un lugar donde se ha evitado relatar quiénes fueron los responsables locales de la represión y qué hicieron, pero donde incluso hoy se sigue homenajeando a franquistas que dan nombre a la única institución pública de educación primaria del pueblo.

Juan Armario Carrillo fue alcalde. Bajo su mandato se trajo el agua al pueblo y fue impulsor de esta institución docente inaugurada con su nombre en 1954, pocos días después de fallecer. Aquí acaba su historia oficial. Y es lo que la mayoría de los alcalaínos conocen y por la que muchos justifican y/o explican que el CP tome su nombre. Pero lo que se omite es su otra historia. Aquella que nos escondieron, pero que es la que verdaderamente le posibilita ocupar cargos de poder en aquella época. Una historia que arranca públicamente cuando 20 años antes, en 1934, funda la agrupación local de la Falange Española y de la JONS. En 1936, ya es Jefe Local, responsabilizándose de la recogida de fondos para llevar a buen fin el levantamiento cívico militar contra el gobierno republicano. Así lo reconocen sus correligionarios cuando apuntan como “clandestinamente se lleva a cabo una cuestación en la que contribuyeron aunque fuera con unas modestas cantidades todos los elementos acomodados de la localidad que para ello fueron requeridos, formándose con lo recaudado un fondo que, después y en vísperas del Glorioso Alzamiento Nacional, su remanente fue en persona llevado por el entonces Jefe Local  Juan Armario Carrillo al Jefe Provincial. ” (AMAG).

A partir del 18 de Julio la Falange Española bajo su mando, se sitúa en todos los escenarios de los crímenes cometidos en Alcalá. Según, el conservado Diario de la Falange, disponible hoy en los Archivos Municipales de la Localidad, el mismo día 19 de Julio de 1936 “se ofrecen incondicionalmente a la Guardia Civil y comienzan a prestar servicio al mando de los cabos de escuadras”. Organiza la concentración de ciudadanos armados que entrarán en el Ayuntamiento y depondrán de sus cargos al alcalde y concejales que en días sucesivos serán asesinados. En ese mismo día los falangistas, los carabineros y la guardia civil detienen a 400 hombres acabando con la primera resistencia: “Al ser proclamado el estado de guerra, el alcalde y concejales se resisten a entregar el mando. Estos son los rumores que corren, así como que también por el referido alcalde se habían enviado emisarios a las masas obreras que trabajaban en la operación de descorche en varias fincas del término para que vinieran y se apoderaran del pueblo. Pero las fuerzas de la F.E. y la Guardia Civil y carabineros en varios coches le salieron al encuentro y (…) fueron desarmados más de 400 hombres, despojándoles de sus hachas(…)desarme brillantemente efectuado por las fuerzas, impidieron el levantamiento y los desmoralizó por completo”. Como Jefe Local participa en la detención de varias decenas de alcalaínos cuyas casas son asaltadas y sus moradores apresados y muchos asesinados en oscuras cunetas…

Esta es la historia que nos secuestran. Es el gol que el franquismo, con la complicidad de este régimen borbónico, nos sigue colando casi cincuenta años después de la muerte del dictador. Es la consecuencia de las políticas memoricidas. Que hace que la realidad de lo que ocurrió no se incorpore a un relato que evita afrontar el pasado. Un discurso que, a la vez, necesita -como planteara Javier Escalera en este medio- un franquismo sociológico que castra a las presentes generaciones y al futuro de nuestra tierra. Y que provoca que en pleno 2019, uno de los centros públicos dedicados a la enseñanza sirva para rendir homenaje a uno de los paladines del franquismo. A uno de los responsables que hace 83 años organizó una conspiración fascista, que provocó el asesinato de decenas de los bisabuelos y bisabuelas de esos mismos niños y niñas que se sientan, cada mañana, en esta escuela pública andaluza, en Alcalá de los Gazules…