Con estas líneas intentaremos a partir de ahora, y en un ejercicio periódico de reflexión colectiva, entender el porqué del método discursivo predominante en estos tiempos, es decir, analizar (desmigar) la correlación de elementos que explica el comportamiento de algunos de los pilares mediáticos de mayor audiencia en el Estado español y, por supuesto, en Andalucía (ocasionalmente, también estrecharemos lazos con lo mostrado desde/sobre otros puntos del mundo, pues todo influye). Nuestra meta: 1) esclarecer parte de la nebulosa que a diario nos confunde (sin nosotros saberlo, muchas veces); 2) llevar a lo práctico, con ejemplos cotidianos, las informaciones, desinformaciones o directamente manipulaciones que, de manera planificada, modifican nuestra percepción de la realidad (redirigen la voluntad popular); y 3) conformar un cuerpo de respuesta democrática ante las maniobras de persuasión pergeñadas por parte de los poderes políticos, económicos, empresariales, policiales o judiciales a través de los medios afines con tal de asentar sus privilegios e incluso de lograr el favor de las clases populares en la defensa de sus mecanismos para ejercer el control vertical, reducir y castigar la participación ciudadana en la toma de decisiones y, cómo no, provocar el enfrentamiento ideológico -cuando no de otro tipo- entre las clases media y baja (o sea, entre la mayoría de la población).
¿Cómo influye en nuestro día a día lo que desde los medios de masas se nos dice y cómo se nos dice? Ahí pondremos el foco. Comprobaremos que hay alternativas al dominante modelo mediático de nuestro país (el de las grandes corporaciones empresariales, casadas con todo tipo de bulos y desinformaciones con tal de llevarse al espectador a su terreno), una vía cimentada en medios más plurales, de visión más local, colectiva y soberanista, incapaces (afortunadamente) de entrar en el barro del ‘todo vale’, mejores valedores de la honestidad del oficio y, por ello, más democráticos, pues recogen más voces y respetan más tanto el principio de contrastación de fuentes como el deber de informar con veracidad y el derecho de la ciudadanía a ser informada, que no engañada.
Y para comenzar, los siguientes ejemplos recientes:
Lo público se desmorona. ¿Que por qué? Siguiente pregunta, por favor
En esta noticia, la edición digital de ABC en su redacción de Andalucía recoge la alerta que la delegación cordobesa de APDHA (Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía) lanza sobre el colapso que están alcanzando los servicios sociales, así como su aviso sobre que el asunto lo sufren especialmente los más vulnerables. Bien por la noticia, pero, ¿qué hay del contexto que ayude al lector a entender por qué lo público se cae? ¿Y de esa investigación sobre cómo la gestión político-empresarial le resta cada vez más recursos humanos y financieros para dedicárselos a los amiguetes de las clínicas, hospitales, colegios o planes de pensiones privados? ¿Y de ese reportaje sobre cómo todo ello afecta no solo a “unos cuantos desgraciados pobres” -como constantemente parecen querer transmitir-, sino a la gran mayoría de una población que dentro de poco tendrá que pagar hasta por respirar? La estrategia de medios cuyos propietarios mandan alabar las bondades de la gestión privada siempre que pueden (y que, de hecho, comparten accionariado con diferentes tipos de elitistas negocios) es clara: 1º, no hablar demasiado sobre el debilitamiento de los servicios públicos básicos del Estado (Sanidad, Educación, pensiones, Dependencia, prestaciones laborales…); y 2º, si se habla, que sea poco, mal y, desde luego, dando sensación de que “uff, qué pena que pase eso”, pero jamás explicando el porqué de dicha circunstancia. Pesa mucho “el mercado, amigo”. Dicen el qué pero no informan acerca del porqué. Y mientras tanto, la sensación de caos y miedo sobre lo público cunde entre la ciudadanía. A eso sí que ayudan medios como ABC.
La cultura andaluza, según Canal Sur
Corridas de toros, ferias, romerías, santos. Bertín y sus patriotísimos invitados pareciendo majetes. Una peli española de los años 70. Uno de esos wésterns que nos recuerdan que los ‘buenos’ eran los vaqueros y los ‘malos’, los indios. Y otra novillada. Y otra romería. Y más santos. Y así un día y otro, a todas horas, programas especiales, programas de tarde, en horario familiar, ¡en informativos!… Pero, ¿saben qué? Que por mucho que la programación de nuestra radio-televisión pública no nos muestre nada más (a nivel artístico-cultural, pues a nivel informativo, histórico o documental sí que contamos, al menos, con espacios como Los Reporteros, Solidarios o Andalucía, un pueblo con historia, entre otros), les prometo que la variedad de Andalucía es mucho mayor (y mejor): festivales de música durante todo el año (alternativa, jazz, étnicas, rock…), certámenes de flamenco reivindicativo, encuentros interculturales, mercados de artesanías o gastronómicos, muestras de nuestro legado andalusí, convenciones de artistas tatuadores, exposiciones a cargo de las nuevas generaciones, presentaciones del sector tecnológico, innovación en la agricultura, actividades de asambleas o cooperativas, actos solidarios, teatro social, festivales poéticos… Porque, aunque le pese a la RTVA, no somos como ‘éramos’ hace décadas. Y sí, las tradiciones cambian, y evolucionan, como la mentalidad y la sensibilidad de las personas. Por eso, aunque toda esa diversidad de quereres y quehaceres apenas sea mostrada donde debieran darle su espacio, aquí estaremos otros/as, para visibilizarla, pues, siendo tan de nosotros/as como cualquier otra muestra cultural, van (y seguirán yendo) a más.
A los del “más periodismo” y la “tele abierta” se les escapa lo fétido de su fragancia
Al fin salieron a la luz una serie de audios, charlas y otros detalles que demuestran lo que era evidente pero que ahora no hay cómo negar: aparatos de la elite gubernamental (del gobierno presidido por el PP de Rajoy, Fdez. Díaz, etc.), policial y mediática trabajando durante años para destrozar a un “peligroso rival político” (Podemos, en este caso). Pocas veces vimos algo igual. Del poderoso e influyente Grupo Planeta (dueño de Atresmedia: Antena 3 –Espejo Público, El Hormiguero o los informativos presentados por Vicente Vallés o Matías Prats-, La Sexta –Al Rojo Vivo o La Sexta Noche-, Onda Cero, La Razón, etc.) no debería de sorprendernos nada, pues su determinación por dictar la percepción de ‘la realidad’, ayudar a poner y deponer gobiernos o imponer su neoliberal y consumista visión de las cosas los hace capaces de todo. Lo triste es ese absurdo seguidismo entre (ciertos) periodistas que tratan de transmitir a la población que “sí, algunos compañeros inventaron mierda para atacar a un representante o formación política. ¿Y? Todo sea por salvar la patria. Además, está muy feo que los periodistas seamos señalados”. (Boludeces defendidas como si fueran grandes causas… Enternecedor). Mientras tanto, pasan los días y los medios que formaron parte de la “burda” campaña ideada por los Villarejo (policía), Cospedal (política), Florentino Pérez (empresario), Gª Ferreras e Inda (periodistas), y que además de en las casas antes citadas tuvieron largo alcance en otras corporaciones (los programas e informativos del grupo Mediaset -Cuatro y Tele5-, Cope, ABC, OKDiario, Libertad Digital, El Mundo, El País…), siguen no solo sin rectificar lo publicado durante años, sino haciendo caso omiso al escándalo descubierto (para que ‘no haya’ escándalo). El asunto muy serio: así se nos ‘informa’ sobre invenciones para que pensemos y actuemos en consecuencia; así se daña el buen periodismo desde dentro del oficio; así se hiere de gravedad la democracia. ¿Acabará este escándalo con las cloacas antidemocráticas, o estarán ya funcionando a todo tren para cargarse a, pongamos, Yolanda Díaz?… ¡Bienvenidos, bulos y fakes del mundo mundial, la patria os necesita!
¡Que no salgan esas noticias sobre porras y detenciones!
La mordaza cae sobre cada vez más derechos y libertades, cobrándose, nuevas víctimas. Los conniventes medios de mayor audiencia (medios de espectáculo, o de amor por el sensacionalismo, me gusta decir, pero no de información) no dicen ni una palabra sobre ello. Veamos. A la lista creciente de los últimos años (contra artistas, activistas, Alberto Rodríguez, Los 6 de Zaragoza, Alsasu, la detención en Sevilla de un miembro de la plataforma vecinal Barrios Hartos, etc.) hemos de sumar la última página del vergonzoso caso Guillermo Martínez, el cual “ha tenido escasísima repercusión. Y es lógico. Cuando el periodismo ejerce de perro guardián del poder no tiene tiempo para menudeces como que los jueces ejerzan de abogados defensores de las fuerzas de seguridad y verdugos de periodistas. Sin que parezca importar demasiado, la sombra del derrumbe de los valores democráticos en España se va haciendo cada vez más alargada. Tanto como la señal de una porra en el cuerpo de un periodista que ejerce su trabajo. Eso fue por la caída, sentenció la patrona de la Policía Nacional”. El avance de los Estados de Occidente hacia modelos cada vez más parapoliciales y paramilitares es evidente. Su consecuencia: la represión. *Bravo, por firmas como la de Gerardo Tecé o medios como Ctxt.
En España no todas las víctimas del terrorismo son igual de víctimas…
Son días en los que la nueva Ley de Memoria Democrática (aún lejana de lo que las víctimas de la dictadura franquista, familiares de las víctimas y asociaciones memorialistas merecen, pero es un paso adelante, al fin y al cabo), la estela de dolor por la muerte de migrantes en Melilla (que nos dejó una vergonzosa y derechizada reacción por parte del lado ‘socialista’ del Gobierno español) o los últimos datos de violencia machista se topan, una vez más, con el ala más reaccionaria del país; se topan con uno de sus clásicos mantras, el que cada ciertas fechas reivindica que aquí solo hemos de llorar por las víctimas de ETA (como hace unos días hicieron en Ermua José M.ª Aznar -el PP es especialista en semejante y repugnante uso del dolor- o incluso, veladamente, el rey, entre otros). El resto fue cosa de los medios “líderes”, sacándose de la chistera supuestas relaciones sentimentales entre políticos “progresistas” y “formaciones del entorno de ETA”. El objetivo: adoctrinar a los telespectadores para que estos no perciban que en el Estado español se entierra -aún más- a unos tipos de víctimas (¿se juzgará algún día en suelo español a los responsables del franquismo? ¿Se derogará la infame Ley de Amnistía de 1977?… Ojalá los procesos judiciales emprendidos en Argentina, Suiza o en cualquier órgano que competa a los Derechos Humanos en la ONU sí logren culminar lo que aquí no hay decencia de investigar) mientras se usa en beneficio propio otro tipo de ellas.