El andalucismo histórico en Granada. La revista “La Alhambra”

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Caricatura de Valladar dibujada por Manuel Moreno Rodríguez y publicada en Mefistófeles, semanario satírico ilustrado el 1 de junio de 1889. Wikipedia.

La prensa del andalucismo es un recurso historiográfico de especial valor. El nacionalismo andaluz utilizó entidades o colectivos carentes de una organización formal, más allá de los imprescindibles estatutos o juntas directivas, para desarrollar sus actividades de forma autorizada. Carentes -o aún desconocidos- de una relación de socios o de una amplia documentación propia archivada y catalogada, estos periódicos y revistas se convierten en el “diario” de sus actividades. Un instrumento donde muestran e interpretan la realidad política, social y económica de Andalucía del día a día. De ahí su valor. También, los elementos que la componen (periodicidad, tirada, colaboradores, número de anunciantes, …) proporcionan una visión acerca del apoyo recabado. El listado de estas publicaciones es muy extenso. Ya Lacomba apuntó en su momento un extenso listado: Andalucía, Vida Marroquí, Bética, El Regionalista, Avante, Andalucía Futura, Guadalquivir, son solo algunas. Por tanto, analizarlas es una tarea necesaria para conocer en profundidad aspectos aún no muy investigados de esta ideología.

De todas las revistas, “La Alhambra” es una de ellas que, además, posee ciertos elementos muy interesantes para el estudio que estamos realizando en estos momentos: por un lado, se publica, en la etapa más próxima al andalucismo, a partir de 1898 y hasta 1924; y en segundo término, incluye a Granada en el grupo de ciudades que lideraron el arranque y avance del andalucismo, a partir de finales del XIX, y durante los años de desarrollo del ideal infantiano.

La revista la dirige en esos años el conocido escritor, periodista e historiador granadino Francisco de Paula Valladar. Y a él se debe la adscripción al andalucismo de “La Alhambra”. Esta publicación quincenal se convierte en un diario de lo acontecido en unos momentos muy relevantes: lo sucedido quince años antes del Ideal Andaluz; su posterior impulso -Centros Andaluces, Asamblea de Ronda, Manifiesto de la Nacionalidad, entre otros-; y hasta que Alfonso XIII impone la Dictadura de Primo de Rivera, e Infante se ve obligado a suspender sus actividades políticas y asumir la notaría de Isla Cristina.

Entre sus páginas, podemos encontrar numerosas referencias al regionalismo/nacionalismo andaluz, pendientes todas ellas del engarzado final para su estudio. Por ejemplo, en el número del 15 de marzo de 1898, se reivindica la unidad de Andalucía:

“Aunque los hombres, con sus pasiones y sus rencores, con sus odios y sus egoísmos, hayan separado administrativamente la región andaluza, haciendo nacer en cada una de las porciones de tierra en que la dividieron, caracteres, aspiraciones e ideales distintos, Andalucía no reniega de sus orígenes”. Y en ese mismo artículo, más adelante, se asegura: “La idea de fomentar el regionalismo andaluz (…) ha producido excelente impresión entre nuestros buenos amigos de Sevilla, de Málaga, de Almería y de otras provincias”.

Este texto es analizado por el catalanismo, a través de su revista “La Renaixensa”. Bajo el título de “Otra región que despierta” escriben, traducido del catalán en 1898:

“Una de las regiones que parecía haber de ser más refractaria a despertar de su sueño ya secular, y que todo hacía creer que había aceptado como definitivo e inmutable el predominio del Centro (…) era la región andaluza. (…) Equivocación lamentable que ahora viene a desvanecerse siendo portavoz de la aspiración regionalista una publicación que, si bien se presenta modesta en su aparición, reclama su puesto para formar parte entre los pueblos españoles que quieren arrojar de sí la pesada losa con que el centralismo burócrata y jacobino había pensado sepultarlos para siempre”. Este artículo también lo reproduce la prensa del galleguismo. Concretamente la “Revista Gallega”.

Ese es el inicio. A partir de ese momento, la vinculación se hace más estrecha, sobre todo tras la aparición política de Blas Infante. Es más, no hemos de olvidar que el líder andalucista estudió Derecho en Granada, cuando esta revista y Valladar estaban inmersos en la labor de extensión cultural del andalucismo.

Otros ejemplos. La revista hispalense “Andalucía”, órgano del Centro Andaluz de Sevilla, menciona en varias ocasiones a su homóloga granadina: se saludan en la editorial de su primer número, en junio de 1916 o, meses después, los hispalenses recaudan una ayuda para que Valladar pueda publicar sus Anales de Granada.

Estamos llevando a cabo el análisis de los contenidos andalucistas en “La Alhambra”. Es importante destacarlo hoy día, cuando sobreviven aún intentos de diluir “lo andaluz”. En este caso, desde la Historia del andalucismo, creemos significativo demostrar que el éste también llega y se nutre de las aportaciones de la ciudad nazarí. E, igualmente, con ello tratamos de aportar datos inéditos para el andalucismo histórico que le otorgan mayor profundidad y trascendencia política. Esperemos ver pronto los resultados.