«El pájaro negro
visita los pueblos,
y en la horita de claudicación,
con su pico bayoneta,
le va comiendo el corazón.»
Letra flamenca a partir de poema de H. Gómez.
No a la guerra (otra vez)
Lo dijo Marcuse en “Eros y civilización”: “La civilización tiene que defenderse a sí misma del fantasma de un mundo que puede ser libre”. En “Comunismo ácido” Mark Fisher lo remarcó: “en los últimos cuarenta años no se ha buscado otra cosa que exorcizar ‘el fantasma de un mundo que puede ser libre’.” ¿Qué quieren decir estos autores? Básicamente, que la “civilización” capitalista se está defendiendo de nuestra potencial capacidad de libertad. Para eso busca enemigos, genera miedos, construye escasez, potencia necesidades lucrativas, inventa fantasmas. Hace lo que haga falta. Cuanto más emite la palabra libertad, más busca la forma de encadenarla. De nuevo Fisher: “no es que nosotros seamos anticapitalistas, sino que el capitalismo, con sus policías munidos de máscaras y gases lacrimógenos, con todas las sutilizas teológicas de su economía, se propone bloquear la emergencia de una Abundancia Roja. La superación del capital debe estar fundamentalmente basada en la comprensión básica de que, lejos de ‘crear riqueza’, el capitalismo siempre y necesariamente bloquea la producción de una riqueza común.”
En estos momentos este bloqueo lo legitiman con la necesidad de “seguridad”. La “seguridad” en boca del capital es militarismo. Apoyar el aumento del gasto militar beneficia a la industria más asesina que existe. Y, claro, bloquea e imposibilita la producción de riqueza común para la mejora de nuestras vidas, para nuestra abundancia. La economía capitalista tiene por objetivo la obtención de beneficios para el capital y, para ello, genera escasez. Esta escasez da lugar a su vez a la producción de bienes rentables para el capital (aunque no satisfagan necesidades sino que generen muertes). En este caso, la generación de escasez para legitimar la producción de armas (bienes rentables) requiere de la creación constante de un (nuevo) enemigo: Japón, Corea, Vietnam, URSS, Sadam, Bin Laden, China, Putin…
El rearme o aumento en gasto militar supondrá más desigualdad, más saqueo de lo público y más desastre ecológico. La continuidad capitalista imposibilita aumentar la riqueza común que nos sirva para mejorar nuestras vidas (todas) pues ese gasto en lo que el capital considera seguridad irá en contra de la “seguridad social”; el “Estado del Bienestar” adelgazará para engordar el “Estado Militar”; el gasto en “defensa” supondrá, no lo duden, un “ataque” a bienes y servicios básicos: educación, salud, dependencia, vivienda… Ni todos los medios de comunicación financiados por el poder les servirá para ocultar la gran mentira: se suprimen recursos públicos necesarios para mejora de la Vida para aumentar el gasto en mejores armas para la muerte.
El impulso de la industria militar y la nueva situación geoestratégica mundial tendrá múltiples consecuencias para Andalucía. En un somero acercamiento, se nos ocurren varias: la especialización industrial andaluza en actividades vinculadas al gasto militar, en especial la naval y la aeroespacial (con presencia sobre todo en la Bahía de Cádiz y área metropolitana de Sevilla), muy alejada de las verdaderas necesidades de la gente que habitamos aquí; el nuevo papel de las bases estadounidenses de Rota y Morón cuyo comandante en jefe es Donald Trump; o la nueva minería de las denominadas «tierras raras». El problema de esta minería no está tanto en la extracción como en el refino, lo que requiere mucha energía y es muy contaminante. A pesar de todo, la UE se está movilizando para poder disponer de tierras raras. Cueste la energía que cueste, contamine lo que contamine. Andalucía ha sido «agraciada» con varios proyectos financiados. La consecuencia: la explotación de tierras raras hará que se convierta, aún más, en tierra de sacrificio.
El rearme como estrategia del Capital
Profundizamos un poco en los argumentos económicos capitalistas para rearmar a Europa. Para ello utilizamos el artículo de Michael Roberts «Del bienestar a la guerra: el keynesianismo militar”.
Martin Wolf, representante cualificado del pensamiento económico keynesiano plantea que las “guerras han sido la madre de la innovación». “El punto crucial, sin embargo, es que la necesidad de gastar significativamente más en defensa debe verse como algo más que una necesidad y también más que un coste, aunque ambos son ciertos. Si se hace de la manera correcta, también es una oportunidad económica». Así que, desde esta perspectiva, la guerra es la salida del actual estancamiento económico que arrastran las economías capitalistas europeas desde la crisis de 2008.
Un versión más directa de todo esto lo resume claramente Janan Ganesh, columnista y editor del Financial Times: “Europa debe recortar su estado de bienestar para construir un estado de guerra. No hay manera de defender el continente sin recortes en el gasto social”. Deja claro que las conquistas que los trabajadores obtuvieron después del final de la Segunda Guerra Mundial, pero que fueron gradualmente reducidas en los últimos 40 años, ahora deben desaparecer, pero que no lo parezca. “(…) el estado de bienestar como lo hemos conocido debe retroceder un poco: no lo suficiente como para que ya no lo llamemos por ese nombre, pero lo suficiente como para que se note”. Desde esta perspectiva el rearme es una oportunidad para que el capital haga las reducciones necesarias en el bienestar y los servicios públicos. “Los recortes de gastos son más fáciles de vender en nombre de la defensa que en nombre de una noción generalizada de eficiencia… Aún así, ese no es el propósito de la defensa, y los políticos deben insistir en este punto. El propósito es la supervivencia”. El llamado “capitalismo liberal” necesita sobrevivir y eso significa reducir el nivel de vida de los más pobres y gastar dinero en ir a la guerra. Del Estado de bienestar al Estado de guerra.
Pero, a pesar de todo el sufrimiento que generará, ¿puede el gasto militar poner en marcha una economía atrapada en la depresión, como gran parte de Europa lo ha estado desde el final de la Gran Recesión en 2009? El “keynesianismo militar” piensa que sí. La “edad de oro” capitalista que va desde el final de la Segunda Guerra Mundial a la primera mitad de la década de 1970 se explica mediante un gasto militar permanente. Para M. Roberts, sin embargo, el auge de la posguerra se explica por la alta tasa de rentabilidad de la posguerra en el capital invertido por las principales economías. Debido a que las principales economías estaban creciendo relativamente rápido y la rentabilidad era alta, los gobiernos podían permitirse sostener el gasto militar para debilitar y aplastar a la Unión Soviética, el entonces principal enemigo del imperialismo.
La Segunda Guerra Mundial puso fin decisivamente a la depresión de la década de 1930. La industria estadounidense fue revitalizada por la guerra, al mismo tiempo que dañó gravemente a todas las principales economías del mundo. El capitalismo estadounidense ganó hegemonía económica y política después de 1945. En términos generales, el gasto militar no es un factor decisivo para la salud de la economía capitalista. Lo es la guerra total. Para M. Roberts, las economías capitalistas solo pueden recuperarse de manera sostenida si la rentabilidad promedio de los sectores productivos de la economía aumenta significativamente. Y eso requeriría una destrucción suficiente del valor del «capital muerto» (acumulación pasada) que ya no es rentable.
Guiglelmo Carchedi lo explicó del siguiente modo: “el trabajador se vio obligado a posponer el gasto de una parte considerable de los salarios. Al mismo tiempo, la tasa de explotación del trabajo aumentó. En esencia, el esfuerzo de guerra fue una producción masiva de medios de destrucción financiado por el trabajo”. Y Keynes lo resumió así: “Parece que es políticamente imposible para una democracia capitalista organizar el gasto a la escala necesaria para hacer los grandes experimentos que probarían mi posición, excepto en condiciones de guerra.”.
Mirar lo Real
La «seguridad» en boca del capital es militarismo. Esa seguridad irá en contra de la «seguridad social». El «Estado del Bienestar» adelgazará para engordar el «Estado Militar». El gasto en «defensa» será un «ataque» a bienes y servicios básicos: educación, salud, vivienda… Ningún progreso se obtiene por ese camino. Aunque progresistas digan lo contrario. Su defensa supone un ataque, a la justicia, a la Vida.
Consideramos que la Economía busca satisfacer las necesidades de las personas, mientras que la Economía capitalista busca la generación de ganancias. En el mundo en el que vivimos, las ganancias priman sobre la eliminación del hambre. Hay más ganancias fabricando armas que alimentos. La carrera armamentística sigue una lógica capitalista, social y medioambientalmente insostenible. Economía para la muerte. Una economía para la vida requiere reducir el gasto militar, reconfigurar la asignación de los recursos hacia un modelo económico sostenible.
Los altavoces del Poder nos quieren llevar a pensar que lo anterior es demasiado simple, que la realidad es más compleja y que, queramos o no, debemos despilfarrar recursos para contentar al Poder. El colmo será si en su neolengua nos convencen, incluso, de que el despilfarro armamentístico es eficiencia económica.
Imaginar otro mundo mejor requiere atreverse a mirar limpio, claro, simple. Mirar “lo Real” dentro del “realismo capitalista” que nos imponen. Y siempre, sin las gafas del Poder que velan posibles mundos otros capaces de reconstruir y desbloquear la generación común de riqueza; alejándonos de sus guerras para avanzar hacia nuestra potencial capacidad de libertad.