Estudiar la religiosidad popular en Andalucía. ¿Por quién y para qué?

151

Viene corriendo entre los mentideros virtuales de la Antropología en Andalucía una noticia que ha movido a la estupefacción y a la indignación, a partes iguales. El hecho: la iniciativa emprendida por el Centro de Estudios Andaluces, de la Consejería de Presidencia (y otros títulos) para impulsar un estudio, al parecer muy ambicioso, sobre la religiosidad popular en Andalucía. Se trataría de un paso loable si no fuese porque mediante el convenio otorga la coordinación científica al Instituto Universitario de Historia Simancas de la Universidad de Valladolid. Y aquí toma cuerpo la estupefacción y se atropellan los interrogantes.

IMAGEN 1. Firma del convenio entre el Centra y la Asociación Caminos de Pasión.

¿Acaso no ha sido este ámbito de estudio, las formas populares de expresión religiosa, uno de los más y mejor tratados por parte de especialistas y grupos de investigación que habitan entre las universidades de Andalucía? Personalidades como Isidoro Moreno Navarro, Salvador Rodríguez Becerra o Juan Agudo Torrico, desde la Universidad de Sevilla, se han destacado en esta área, dirigiendo y/o colaborando en investigaciones con profesionales que hoy están en la Universidad de Granada (Carmen Castilla), Pablo de Olavide (Javier Escalera y Pedro Cantero) o Huelva (Celeste Jiménez de Madariaga, José Carlos Mancha Castro), por mencionar solo a algunas de estas personas y universidades. El Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, dependiente de la Consejería de Cultura y Deporte (que no aparece en este convenio), dispone de proyectos basados en una etnografía solvente como el Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía, en el que los ritos religiosos han sido un elemento clave. Todo este bagaje de proyectos y personas es el resultado del desarrollo institucional de la Antropología en y desde Andalucía, que se ha venido desarrollando en los últimos cincuenta años. Para el Centro de Estudios Andaluces, como si no existiera.

Hay que preguntarse por el objetivo, el para qué de una iniciativa como esta. Y a lo mejor así podemos conocer, que no compartir, el lazo establecido con la Universidad de Valladolid. El Centra ha firmado el convenio con el alcalde de Puente-Genil, presidente de la Asociación Caminos de Pasión. Se trata de una localidad donde cada año tiene lugar, desde la cuaresma y a lo largo de la Semana Santa de una de las manifestaciones más ricas de esa religiosidad, con sus desfiles y saetas cuarteleras. Si le echamos un vistazo a Caminos de Pasión nos damos cuenta de que su objetivo primordial no es investigar ni profundizar en el conocimiento de la religiosidad popular, sino de crear un instrumento que sirva para la promoción turística: una ruta cultural que atraviesa el corazón geométrico de Andalucía, entre Utrera (Sevilla) y Alcalá la Real (Jaén), para atraer a visitantes al disfrute de la “historia, patrimonio artístico, tradiciones, gastronomía, artesanía y naturaleza”, mediante distintos servicios turísticos, claro. Ojo: no se trata de demonizar per se este tipo de iniciativas, si las corporaciones municipales así lo deciden.

IMAGEN 2. ¿Habré muerto sólo para salvar el turismo? Barrio de San Luis (Sevilla). Autor: David Florido.

Se trata de que, si se pretende dotarlas de una base académica, hay que hilar más fino y con hilo andaluz, cuando es de calidad, como es el caso. Para ello sería preciso deslindar bien la cultura como expresión de vida de la cultura como mercancía, un desiderátum que los responsables de la administración autonómica parece que no pretenden asumir. Sería conveniente separar el disfrute entendido como experiencia fugaz, previo pago, del disfrute como anudamiento de experiencias personales, familiares, vecinales y territoriales, ancladas en la memoria y en la urdimbre de relaciones sociales y códigos culturales que se anudan en las fiestas que surgen del manantial de la religiosidad popular. Sería indispensable separar la lectura superficial e interesada de nuestras manifestaciones culturales de su complejidad, surgida en instituciones y dinámicas sociales que, nadie parece darse cuenta, empiezan a ser amenazadas por esas mismas corrientes y estrategias bienintencionadas de salvarnos por el turismo.

Y aquí es donde la indignación atropella a la estupefacción. Pues cuando accedes a leer la noticia aprecias que la explicación de la institución responsable, el Centra, rezuma o desconocimiento o ligereza para abordar la complejidad de estas manifestaciones, poniendo de manifiesto el deseo indisimulado de la instrumentación de la religiosidad popular en el marco de una clara estrategia de política cultural y de economicismo. Esta instrumentalización, de este modo planificada, hará un flaco favor al conocimiento social de estas manifestaciones que debería ser el objetivo primordial del Centro de ESTUDIOS Andaluces.

Valga un par de manifestaciones como botón de muestra. Dice la noticia: «El trabajo se llevará a cabo desde el punto de vista socio-patrimonial, socioeconómico, sociológico, antropológico, con apoyo archivístico-documental». ¿Cómo se pueden confundir en la misma enumeración dimensiones de un fenómeno social, perspectivas de análisis y técnicas de investigación? El comunicado adolece de un amateurismo que no sería grave si no reflejara la indolencia del organismo para asumir su compromiso. Más adelante: «Por un lado, se estudiará la herencia del pasado, con el fin de comprender la génesis del patrimonio devocional andaluz y las bases actuales de la religiosidad popular de Andalucía. Asimismo, se analizará el panorama del presente para saber la relevancia identitaria de la religiosidad popular andaluza, con su impacto etnográfico, antropológico, sociológico o socioeconómico”. ¿Acaso se quiere decir que el objeto de estudio es dar a conocer las bases etnológicas e históricas de las manifestaciones de religiosidad popular, en su pluralidad, además de los impactos económicos y su expresión en la organización social? ¿O que se pretende abordar la relación de los rituales de religiosidad popular con relaciones de poder, y en qué medida las reflejan, las sancionan o son temporalmente subvertidas, según el caso? ¿Acaso se aspira a conocer los vasos comunicantes entre sociedad y manifestación devocional, las conexiones de esas manifestaciones con modos de expresión y valores fundamentales de la cultura en Andalucía, como sucede en las saetas cuarteleras pontanenses?

IMAGEN 3. Relaciones intergeneracionales en una tarde de Viernes Santo, Sevilla. Autor: David Florido.

IMAGEN 4. Sábado de Romanos. Los Ataos subiendo a la Plaza del Calvario, Puente Genil (Córdoba). Autor: De Francisco Javier Hidalgo Montero.

Y continua el comunicado: “Por último, se abordará la perspectiva del futuro, lo que permitirá pergeñar una semblanza de las dinámicas que la sociedad andaluza desarrollará en relación con su identidad y las manifestaciones de sus distintas creencias, así como la difusión y expresión en las nuevas generaciones y a través de sus medios de comunicación y sociabilidad, como redes sociales y blogs.» ¿No es ya, en el presente, la transmisión de estas expresiones de religiosidad a través de medios masivos, virtuales y de comunicación, un rasgo que está incidiendo, en distintas formas y no siempre positivas, en el pulso interno de estas manifestaciones? El proyecto plantea «pergeñar» escenarios de futuro, como si la aproximación socio-antropológica y etnohistórica se pudiese construir mediante modelos mecanicistas que ofrezcan escenarios de futuro, algo propio de otras disciplinas y que se acercan al patrimonio en su dimensión crematística. ¿No se plantea ningún objetivo para analizar procesos actuales, de la mano de la turistificación, la espectacularización o un crecientemente oprobioso control político y policial, de la mano de la instrumentación del fenómeno que pueden entrar en contradicción con las expresiones populares que se pretender conocer? ¿Cómo es que en el comunicado se confunde cultura con identidad y con patrimonio, que es el camino más recto para fomentar usos espurios e instrumentalizaciones de los modos culturales, y el modo más eficaz para convertir modos existenciales en experiencias vacacionales o de fin de semana?

Es evidente que una investigación como la que se propone no se puede abordar en el plazo previsto, y es inconcebible que en su planteamiento metodológico sólo se mencionen técnicas documentales –historiográficas, hemerográficas–, sin duda necesarias, pero no las fundamentales para un abordaje socio-antropológico real, como las de la etnografía, en las que las propias personas que protagonizan la cultura que se analiza constituyen la principal fuente de información. No hay posibilidad de abordar los valores etnológicos de manifestaciones culturales –en este caso la religiosidad popular– sin usar la etnografía en el método e incorporar el corpus teórico de la Antropología, que es perfectamente compatible con el de la historia y otras disciplinas humanísticas. De hecho, hay precedentes de provechosas colaboraciones entre profesionales de la Antropología y la Historiografía (la Historia) en el análisis de la religiosidad popular, tanto en Sevilla como en otras universidades andaluzas e instituciones. Me vienen a la memoria aquellos trabajos, hoy clásicos, de finales de los años ochenta, dedicados a la religiosidad popular de modo multidisciplinar1, u otros más recientes, como la propia La Semana Santa en Caminos de pasión. Guía histórica, artística y antropológica que se puede descargar en la web antes citada2, entre otros muchos. El instituto de Simancas tiene sin duda acreditados profesionales, pero ni la antropología ni la sociología aparecen como sus principales abordajes, ni la religiosidad popular aparece como área de estudio, según su página web. Por todo ello sería exigible y deseable que el Centra acudiese a ese bagaje académico al que he aludido. Sin duda, ello obligaría a replantear los métodos y objetivos de la investigación proyectada. En suma, cuestionarse el por quién y el para qué de esta ocurrencia del Centro de Estudios Andaluces.

1 Álvarez Santaló, Carlos; Buxó, Mª Jesús; Rodriguez Becerra, Salvador (Coords.) (1989) La religiosidad popular. Barcelona: Anthropos.