La incertidumbre es un sentimiento que genera inquietud, duda e inseguridad. Nos provoca un desasosiego al no poder controlar la situación. Se manifiesta en distintos momentos de la vida, siendo especialmente frecuente en lo relacionado con nuestra salud: los resultados de una analÃtica, una biopsia, una intervención quirúrgica… En esos casos, depositamos nuestra confianza en los profesionales de la medicina para que nos diagnostiquen, nos traten y, si es posible, nos curen. Si la enfermedad no tiene cura, el tratamiento tendrá como objetivo controlarla, aliviar los sÃntomas o mejorar la calidad de vida del paciente.
El mejor remedio, sin embargo, es prevenir las enfermedades o anomalÃas que puedan surgir, con el fin de preservar la salud. Esto nos permitirá llevar una vida con mayores garantÃas y menos incertidumbre. La salud, junto con la afectividad y los recursos materiales básicos, constituye el trÃpode que sostiene una vida digna.
Nacemos para amar y ser amados, para cuidar y ser cuidados. Sin duda, el amor y el cuidado forman el binomio perfecto para el bienestar de la persona. Sin embargo, la mayorÃa de la población mundial no disfruta de ese tándem. Por azar, dependemos del lugar donde nacemos, de la familia en la que crecemos y de nuestra propia herencia genética, que lleva implÃcito el temperamento a desarrollar y las probabilidades de alcanzar una mayor o menor salud mental o fÃsica.
La sociedad, a través de sus modelos de Estado y sistemas de gobernanza, implementa polÃticas en salud, educación y servicios sociales para toda la población. Un buen sistema de salud, una educación de calidad y servicios sociales eficaces son las mejores garantÃas para el desarrollo integral de cualquier persona, sin importar su situación económica, género, etnia, religión u orientación sexual. Si pensamos colectivamente, más allá de nuestros intereses personales, solo los servicios públicos pueden hacerlo posible.
En el Estado español, más de mil niños y niñas son diagnosticados de cáncer cada año, según un informe de la Universitat de València. Esta situación provoca un gran sufrimiento en las familias y representa un problema muy relevante de salud pública. La tasa de supervivencia se sitúa en el 84%, según datos de cancerinfantil.org. La mayorÃa de las familias, sin un sistema de salud público, no podrÃan afrontar la enfermedad de sus hijos, lo que aumentarÃa considerablemente la mortalidad en estos casos. Si nuestros hijos y nietos hubieran nacido en paÃses afectados por la guerra y el hambre, no tendrÃan ninguna oportunidad de recuperación. En esos contextos, ni siquiera cabrÃa hablar de incertidumbre, ya que el triste final serÃa irremediable.
Vivimos en un momento histórico en el que una minorÃa (una oligarquÃa neoliberal e incluso fascista) genera incertidumbre en sus propios Estados para aumentar sus ganancias económicas y su poder, a costa de empobrecer a la población a la que supuestamente deben servir. La inestabilidad mundial, provocada por estos magnates, más cercanos a la mafia que a los Estados sociales y de derecho, causa cada vez más muertes, verdaderos genocidios, pobreza, exclusión y movimientos migratorios masivos.
Desde AndalucÃa, deberÃamos tener en cuenta la vida y el pensamiento de Blas Infante, padre de la Patria Andaluza, que estuvieron marcados por un profundo humanismo, mostrando un claro rechazo a la violencia y llegando a admirar a figuras como Gandhi. Apostó por la educación, la cultura y la justicia social como antÃdotos contra la exclusión y la violencia. Su asesinato por el franquismo, sin haber tomado las armas ni formar parte de una resistencia armada, fue la consecuencia de sus ideales.