Itálica, candidata a Patrimonio Mundial de la UNESCO

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Estos Fabio, ¡Ay dolor! Que ves ahora/ campos de soledad, mustio collado/ fueron en tiempo Itálica famosa” (Rodrigo Caro, Utrera,1573- Sevilla,1647).

 

 

Aprovechando estos claros de movilidad y siempre bajo la amenaza de nuevos confinamientos en esta tercera ola que nos aflige, visité una vez más, la ciudad romana de Itálica, en el término de Santiponce (8.400 habitantes), a 7 kms de la antigua Hispalis. Al entrar en el recinto arqueológico sientes unas emociones que pudieron sentir tiempo ha, aquellos hombres y mujeres ciudadanos de la República romana. Pisar por las baldosas de piedra de sus calles, donde pisaron nuestros ancestros, y donde ahora pisan ciudadanos del siglo XXI, grupos, familias con niños, parejas, paseantes solitarios, enmascarillados para evitar el contagio de la SARS-Cov-2, nos emociona. Calles escoltadas por cipreses que darían sombra a los habitantes de aquella urbe avanzada, con casas, patios, cocinas, letrinas, tiendas, tabernas, estanques, jardines de recreo. Reparas en lo que fue una panadería, con sus hornos restaurados. Imaginar los baños de las antiguas termas, o admirar los mosaicos que se conservan desde hace dos milenios. El de los pájaros, el del planetario, el laberinto del Minotauro, o el magnífico de Neptuno, rey del mar y los océanos nos traslada en el tiempo hasta aquella sociedad avanzada, con su acueducto que transportaba el agua desde Tejada (entre las actuales Escacena y Paterna del Campo, Huelva) hasta Itálica. El acueducto fue construido por el emperador Adriano en el siglo II. A su paso por Olivares cuenta con 512 metros de trazado aéreo.

El Anfiteatro, con capacidad para 25.000 personas, fue el tercero más grande del imperio tras Roma y Capua. Se conserva el más bajo de los tres cuerpos de la grada, el foso, las galerías y la sala santuario en honor de Dea Celestis y Némesis, exponentes de la grandiosidad de Itálica. Desde esas gradas hemos asistido 2.000 años más tarde a representaciones de baile y danza, en verano, en el Festival Internacional promovido por la Diputación. Como los antiguos romanos hemos admirado el arte de la danza y la música y aplaudimos a los intérpretes. Igual que hicimos en el teatro romano descubierto más tarde en la parte baja de Santiponce, donde asistimos a representaciones de teatro clásico, en los veranos italicenses, ahora pendientes de la pandemia.

“Los orígenes de Itálica se remontan a la Segunda Guerra Púnica. Tras la Batalla de Ilipa, en el 206 a. C., Publio Cornelio Escipión construyó viviendas para los veteranos en un promontorio en la margen derecha del río Guadalquivir. Itálica, fue el primer asentamiento romano permanente fundado en la Península Ibérica y tuvo un papel fundamental en la romanización del Valle del Guadalquivir.

La ciudad floreció durante el reinado de los emperadores Trajano, nacido en Itálica, y Adriano, cuya familia era de Itálica. En 1960 Antonio García y Bellido denominó a esta ampliación, la Nova Urbs, la » ciudad nueva ». Así se recoge en la Lista indicativa de Patrimonio Mundial que desde 2018 incluye el Ministerio de Cultura en la lista de bienes que propondrá a la UNESCO para incluir en la lista definitiva. La Presidenta del Consejo Asesor de la Candidatura, Concha Cobreros trabaja con un equipo de asesores y expertos para reforzar la iniciativa que ya ha recibido el apoyo de más de 20.000 firmas de personas y entidades. En 2024, Itálica podría optar a ser declarada Patrimonio Mundial de la Unesco. ¡Ánimo! ¡Itálica se merece ese título mundial!

Autoría: Ezequiel Martínez, periodista y escritor.